[21]La primera amenaza

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Dedicado a SharonVanesaMejiaMar

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ANGELIQUE

Luego de la larga noche en la casa de Adrien, él se ofreció a traerme a mi casa pero me negué rotundamente porque si mi madre lo llegaba a ver tendría serios problemas. Preferí tomar un taxi que me dejara cerca de la casa de Brandon para pasar a visitarlo y así poder tener una cuartada verídica por si mi señora madre preguntaba.

Texteé el mensaje y tuve una contestación al cabo de tres minutos, un Brandon con la cara hinchada y ojos entrecerrados abrió la puerta, me echó un vistazo y se hizo a un lado sin emitir una palabra. Las luces del interior estaban apagadas, lo único que alumbraba la sala era una lámpara en una mesa que quedaba al lado de las escaleras. Seguí su recorrido por la segunda planta de la casa hasta llegar a su habitación, al entrar él fue directo a tenderse sobre su cama boca arriba.

Con toda la confianza del mundo me tendí a un costado de él y abracé su cuerpo recargando mi cabeza en su pecho. Brandon respiraba lento y suave, su silencio era abrasador pero nada que me incomodara, sentí una de sus manos ponerse en mi espalda baja y acarició con las yemas de sus dedos esa parte con bastante suavidad. De pronto, sin un detonante, su corazón empezó a palpitar angustiante, eso activó mis alertas ya que cuando él se ponía así era porque algo me ocultaba.

Al alzar mi cabeza y mirarlo lo hallé con los ojos cerrados, y claro, tenía sus mejillas sonrojadas por el esfuerzo físico que invertía en guardarse un secreto. Enarqué una ceja y apreté sus mejillas para captar su atención, si había algo que me involucraba—o no— debía saberlo sí o sí.

—Brandon, ya dime.—Lo zamarreé en el pecho, él medio abrió los ojos y los volvió a cerrar con más fuerza. Cobarde—. ¿Qué me estás ocultando? Dímelo, sino me iré.

—No es nada, Angelique. Tengo sueño.

—¿Y a mí qué me importa?—Como la desagradecida que era, me indigné a pesar de que ya eran las cuatro de la madrugada y lo había venido a visitar solo para no despertar sospechas en mi casa—. ¿No me vas a decir?

Silencio.

Asentí con coraje en repetidas ocasiones, puse un pie fuera de la cama. Él ni siquiera hizo algún movimiento al no sentirme a su lado, giré sobre mis talones y lo dejé atrás cerrando de un portazo la puerta de su habitación. En varias ocasiones volteé a mirar si me seguía para detenerme, pero nada, no venía a rogarme y eso me inquietó de pronto porque esto pintaba mal en él. Yo solía ser su afrodita, su musa, ahora simplemente me dejaba en paz de la nada como si le importara un carajo.

El coraje y la desilusión invadía cada poro de mi piel, ¿Cómo se atrevía a hacerme sentir desechable e ignorada? ¿Es que acaso ya no le gustaba? ¿Ya tiene a alguien más para serle fiel?

EL FUTURO QUE NUNCA LLEGÓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora