[12] ¿Quién es el monstruo?

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ANGELIQUE

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ANGELIQUE

El sol imponente en el cielo causaba que cerrara los ojos cuando miraba hacia arriba. Estornudé unas cuantas veces para recomponerme de ese juego retador entre el sol y yo, por obvias razones que no puedo explicar, él ganó de nuevo.

Las muletas eran de gran ayuda pese a mi torpeza usándolo, me negaba en su totalidad a andar por ahí con ese instrumento; ya necesitaba dejarlo y usar mi pie para caminar. Tropecé con unas masetas del jardín y maldije tres veces por mi inutilidad, me detuve con la intención de ser rebelde y pisar el suelo con el pie enyesado, no pude seguir porque la silueta de Marie vislumbró mi visión. Le sonreí inocentemente a la mujer, dejé de parecer amigable cuando noté esos morados en su mejilla derecha y el labio roto.

—Marie…¿Qué te pasó?

Unas lágrimas bajaron de sus ojos hasta posarse en su barbilla. Una mirada de odio puro se me otorgó.

—Todo esto es tu culpa.—Arrugué el entrecejo, confundida. Miren a esta—. Si no hubieses ido de chismosa yo estaría bien.

—No sé a qué te refieres, Marie.

—Oh, sí que lo sabes perfectamente pero te haces la tonta.—Suspiré mostrando pena por ella, su enfermedad cada vez peor—. Deberías irte…no lo tomes como una amenaza, sino como un consejo de una víctima de ese monstruo.

—¿Qué monstruo?—Bajé las defensas en cuanto recordé la esquizofrenia que la atacaba, estaba en un episodio en el que el monstruo era real en su cabeza y la atormentaba—. Marie…tu enfermedad causa que…

—Él es real, estoy segura. Él me hizo esto.—Señaló los golpes en su rostro, sonaba sincera, pero quizá y sólo alucinaba y esos golpes se los ocasionó a sí misma.  

—¿No te los hiciste tú misma en un episodio psicótico?

Negué con la cabeza antes de bajarla y caminar hacia mí. Antes de pasarme por un lado, susurró en mi oído:

—Él vendrá por ti y te dañará psicológicamente hasta que creas que la loca eres tú y no él.—Su voz sin vida erizó mi piel.

—¿Quién es él, Marie?—con un tono trémulo quise buscar una explicación a mis dudas, puede que sea una vil estupidez pero quería escuchar de viva voz sus pensamientos.

Una carcajada causó que pegara mi espalda contra la pared, las muletas cayeron a un lado. Marie agitó su mano, despidiéndose de mí. Una mano se pegó a mi pecho, mi respiración agitada, y mis piernas temblorosas demostraban el miedo que me daba ver a alguien actuar como demente, eso comprobó las palabras de Adrien: Marie sí estaba loca de remate.

Continué mi camino al interior de la casa, ahí fue donde me encontré con mi sexy doctor. Adrien acomodaba los platos en la mesa, así sin voltearse a verme habló:

EL FUTURO QUE NUNCA LLEGÓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora