CAPITULO 13

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Narrado por Alissa.

Abrí los ojos de golpe, sentí un gran mareo apoderarse de mi cuerpo al intentar levantarme.

Pero había algo extraño... Y es que no podía hacerlo, mis manos estaban atadas a los que parecía ser la cama.

Comencé a observar a mi alrededor, parecía ser una cabaña lo notaba por los pequeños detalles, el olor a madera se podía percibir por todo el lugar.

                    FLASHBACK

— Sabés Daila, haré de tu vida un infierno, te violare una y mil veces, lastimare a tu cuerpo y a tu alma —. Otra vez me confundía con esa mujer

— ¡Yo no soy Daila, a ella la mataste infeliz! —. Escupi con rabia

— Pero si ella no pudo escapar de tus garras yo si lo haré —. Lo mire aún con el cuello hacía atrás

— Si alguien pudo hacerlo yo también puedo, y si nadie ha podido salvarse de ti, yo seré la primera —. Una carcajada salio de lo más profundo de su garganta

— Para luchar contra un monstruo... Tendrás que convertirte en uno —. Abrí los ojos de golpe al ver como acercaba un pañuelo a mi boca, trate de escapar pero al intentarlo el cuchillo rozo con fuerza sobre mi cuello

Provocando que sangrara un poco, el pañuelo tapo mi boca y mi nariz comencé a perder el conocimiento.

            FIN DEL FLASHBACK

— Veo que has despertado —. Mire rápidamente la puerta al escuchar su voz

— ¡Eres un hijo de puta, déjame ir! —. Grite con fuerza

— Era un hijo de puta —. Sonrió con cinismo, sabía que lo decía en tiempo pasado porque él había asesinado a su madre

— Eres un caos Daila, siempre lo has sido —. Recargo su hombro izquierdo en el marco de la puerta

— Pero creo de eso se trata la teoría del caos —. Me miro

— La vida se compone de una extraña armonia de dos variables. "Caos y Orden" —. Pude ver como hizo un ademán con las manos

— Eso suena tan estúpido —. Escupi con rabia

— ¿Entonces yo soy el caos y tú el orden? —. Pregunte incrédula

— Por favor, en tu pequeña y retorcida cabeza no existe el orden —. Su rostro se desfiguro al escucharme

Se acerco a pasos lentos, por un breve y pequeño momento me imagine que él era un cazador y yo era la pobre gacela.

Lentamente subió a la cama, sentí asco y repudio a él al sentir el roze de su cuerpo con el mío.

Se acercó a mi, llevo sus labios hasta el lóbulo de mi oreja y firme ordenó.

— Abre las piernas —. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al escuchar esas palabras

Lo mire con terror, pero sin acceder a sus peticiones.

— ¿Abrir? Jamás, estas enfermo —. Lo miré con mucha seguridad

— Tranquila, aún no voy a cogerte —. Dijo al percibir mi miedo

— Todavía no es tiempo —. Aseguró

¿Que era lo que estaba tramando? ¿Por qué estaba tan seguro de que aún no era tiempo?

Sentí como su mano derecha comenzó a acariciar una de mis piernas, con lentitud pero podía sentir como su tacto era caliente.

No por excitacion, sino por miedo...

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