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❝ ¡NO LO HARÉ!... ❞
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Colagusano se acercó a Emma y Harry, levantó su nueva mano plateada, le sacó la bola de tela de la boca a Harry y luego, de un solo golpe, cortó todas las ataduras que sujetaban a ambos jovenes a la lápida.
Durante una fracción de segundo, Emma podría haber pensado en huir, pero las piernas le temblaban, y los mortífagos cerraban filas, tapando los huecos de los que faltaban y formando un cerco más apretado en torno a Voldemort, Harry y ella.
Colagusano se dirigió hacia el lugar en que yacía el cuerpo de Cedric, y regresó con la varita de Harry y Emma, que se las puso con brusquedad en las manos, sin mirarlos, para volver luego a ocupar su sitio en el círculo de mortífagos.
— ¿Te han dado clases de duelo, Harry Potter? — preguntó Voldemort con voz melosa. Sus rojos ojos brillaban a través de la oscuridad. — Lyra Black, he escuchado muchas cosas de ti... Demuestrame que eres la bruja poderosa que todos dicen.
Aquellas palabras le hicieron recordar a Emma, como si se tratara de una vida anterior, haberse enfrentado a muchas cosas, pero con la ayuda de sus poderes, con la varita solo había aprendido encantamiento de desarme y defensa.
Nunca había aprendido nada que fuera adecuado para aquel momento. Sabía que se iba a enfrentar a aquello contra lo que siempre la habían prevenido: la maldición Avada Kedavra, que no se podía interceptar. Estaba completamente desprotegida…
— Saludémonos con una inclinación, Harry, Lyra — dijo Voldemort, agachándose un poco, pero sin dejar de presentar a Emma y a Harry su cara de serpiente. —Vamos, hay que comportarse como caballeros... A Dumbledore le gustaría que hicieras gala de tus buenos modales. Inclínate ante la muerte, Harry... Comportate como una señorita y haz caso a mis palabras, Lyra.
Los mortífagos volvieron a reírse. La boca sin labios de Voldemort se contorsionó en una sonrisa. Emma y Harry no se inclinaron.
Emma no iba a permitir que Voldemort se burlara de ella antes de matarla... no iba a darle esa satisfacción...
— He dicho que se inclinen — repitió Voldemort, alzando la varita.
Harry sintió que su columna vertebral se curvaba como empujada firmemente por una mano enorme e invisible, y los mortífagos rieron más que antes.