Uraraka se giró hacia un lado, mirando con resentimiento los números rojos de su despertador. Tenía que ser lo que menos le gustaba de este mundo, la meticulosa división del tiempo que parecía doblegar a todo el mundo a su voluntad, incluida ella misma. Eran las cinco y media de la mañana y había pasado otra noche en vela sin poder desconectar la mente. Hoy era un día demasiado importante. Había estado ansiosa toda la semana.
Hoy, Uraraka iba a tener que dejar la seguridad de su habitación en el ala de Recovery Girl y mudarse a los dormitorios de la UA. Desde que quedó claro que Uraraka no iba a salir inesperadamente a corto plazo, Izuku y Tenya se habían movilizado en su favor para ayudarla a aclimatarse al mundo exterior. Ella les estaba agradecida; sabía que era una buena idea. Uraraka no podía esconderse para siempre.
Pero también se sentía un poco como si se rindiera.
Su presencia se había mantenido en secreto durante aproximadamente dos días. Los chicos habían jurado guardar el secreto, así que naturalmente (según Eijirou) era sólo cuestión de tiempo hasta que todo el 3A lo descubriera también. Nadie iba a confesar quién era el soplón, pero Izuku se había quedado muy pálido cuando Aizawa les había interrogado irritado. Después de eso, a menos que quisieran encerrarla, no había forma de ocultarla.
Uraraka reconoció lo afortunada que era por haber caído en un mundo que parecía aceptar lo extraño e inusual con tanta facilidad. Había pasado los primeros días en la habitación del hospital, intercambiando información con Nezu mientras seguían controlándola. Después, le habían permitido trasladarse a la habitación en la que se encontraba ahora, y donde había permanecido desde entonces.
Uraraka podía pasear por el campus siempre que tuviera escolta, pero rara vez se atrevía a hacerlo. Este mundo era tan ruidoso, tan ajetreado. La primera vez que vio pasar un coche a toda velocidad casi le da un infarto. Cada vez que salía de la seguridad y comodidad del ala de la Recovery Girl, Uraraka tenía que prepararse para cualquier cosa chocante a la que tuviera que adaptarse rápidamente. Aún se sentía mal por la forma tan grosera en que miró a Hound Dog la primera vez que conoció al hombre perro antropomórfico.
Salir del ala también significaba tener que enfrentarse a la desorientadora prueba de relacionarse con extraños que llevaban las caras de sus amigos y familiares. Peor aún era cuando la confundían con la persona que llevaba la misma cara que uno de sus amigos. Eso entristecía a todo el mundo, y Uraraka no podía soportar que nadie más se sintiera así. Así que les hacía un favor a todos y pasaba el tiempo dentro de casa.
No sabía por qué los Uraraka habían querido reunirse con ella, pero cuando Nezu le habló de esa petición, accedió. Sinceramente, Uraraka no se negaba a nada de lo que le pedían. Estaba francamente sorprendida por el trato amable que recibía, y le aterraba la idea de que en el momento en que dejara de ser útil, la arrojaran a alguna mazmorra para olvidarse de las molestias que causaba su existencia.
Esta era la mayor fuente de su ansiedad, no saber cuál era su lugar aquí. En Aberon, Uraraka tenía un objetivo claro. Era la sanadora de la familia real. Había construido relaciones allí, una vida. Una tan buena, que casi ahuyentaba los recuerdos de cuando era aquella niña sucia y solitaria, arrastrando los pies detrás de la caravana de mercaderes. En Aberon, sabía quién era. El rey Enji le dio importancia y la acogió en su casa.
Entonces, ¿qué era ella aquí? Oficialmente, una pupila de UA. Eso no significaba mucho para ella; ella era una pupila del rey durante los últimos diez años. En su cabeza, el título de su propiedad acababa de ser transferido.
Se sentía tan... tan fuera de lugar. Su ignorancia la frustraba hasta el extremo, desde no entender cómo funcionaba una lámpara de la calle hasta los paradigmas sociales japoneses estándar. Era como si fuera una pieza de rompecabezas irregular que caía en otro cuadro, en el que todos intentaban doblarla de alguna manera imposible para que encajara en el lugar que antes ocupaba la pieza que les faltaba.
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Viendo doble
FanficTRADUCCION EN CURSO Resumen: Había una luz cegadora y un dolor tan intenso, por lo que ella no podía respirar. Luego, nada, excepto el susurro de las hojas en un bosque en el que Ochako no recordaba haber entrado. No tuvo tiempo de asimilar el hecho...