NARRA KENNIA:
No me sentía lista para levantarme, en ese momento sentía que el suelo era el mejor lugar para mi, de hecho, sentía que el lugar adecuado era tres metros bajo tierra. Quería seguir llorando, seguir ahí, tirada, destruida. Llorando a mares. No quería ni podía parar de llorar.
- Nia, sal por favor.
- No, no quiero, Sebastián.
- Tienes que dormir.
- No quiero dormir, no quiero quedarme aquí.
- Nia, por favor. Déjame entrar.
- No, no quiero que esta noche termine, quiero que sea para siempre, ¡quiero que mi hermano despierte!
- Lo sé, yo tambien anhelo eso. Pero quedarte tirada llorando no lo va a solucionar. Dejanos entrar.
- Sebas, esto es muy injusto.
Y al abrir, ahí estaba quien menos esperé. Gonzalo estaba parado al lado de Sebastián, sosteniendo un vaso gigante de agua.
- Ven- estiró sus brazos invitándome a abrazarlo-. Vamos, tienes que dormir.
Negué mientras lo abrazaba-. Tengo que preparar todo para mañana.
- Vente pues, te vamos a ayudar.
Salimos del cuarto y fuimos al cuarto de Raul. Estar ahí me daba mucha nostalgia, más el saber que estaba ahí para buscar la ropa de Raul.
- ¿Qué buscas?
- Tiene un traje, azul, pero no lo encuentro.
- ¿Traje azul?
- Si, se lo puso cuando Amanda se graduó.
- Ah, simón, ¿Ya te fijaste en el montón de cajones?
- Acabamos de entrar Sebastián.
Seguí buscando por todo el closet pero no lo encontraba. No podía no estar, no hacía mucho que lo había usado.
- Aquí está.
- ¿Es ese, Nia?
- Sip, gracias, Chalo. Ahora, ¿Qué perfume? Sebas, háblale a Amanda porfa, pregúntale cuál le gustaba más y como quiere el peinado.
- ¿A Amanda?
- Si, a Amanda.
- Okey- aceptó saliendo de la habitación.
- ¿Me ayudas a bajar aquella caja, por favor?
Señalé la caja, asintió y la bajó sin el mínimo esfuerzo.
- Toma.
- Gracias.
Vacié la caja sobre la cama y comencé a buscar entre todas las cosas.
- Si me dices que buscas te puedo ayudar.
- Es una cadenita, bueno, no es un cadena, es como la de los militares.
- La tenía puesta.
- ¿Cómo lo sabes?
- Nunca se la quitaba, se la vi varias veces.
Asentí- Tengo que pedirla al hospital entonces. Voy por algo más.
Asintió y salí del cuarto. Entré a mi habitación directo al tocador. Abrí el cajón y saqué la pequeña caja.
Me quedé mirando el tercio pelo negro que la adornaba, con los ojos llenos de lágrimas y la mente llena de nostalgia. Y sin poder soportarlo, ni un poco más; comencé a llorar. A mares.
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ℰ𝓃 𝒟ℯ𝒻𝒾𝓃𝒾𝓉𝒾𝓋𝒶
FanfictionSiempre he sido fiel creyente que las casualidades no existen, le soy fiel al destino y creo que todo tiene una razón de ser. Pero ¿Por qué el destino lo puso en mi camino? ¿Por qué me eligió a mi entre tantos? Me asustaba sin duda todo lo que lo r...