𝐻𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠 𝐵𝑎𝑘𝑢𝑔𝑜

014

Masaru abrió la puerta y al instante su hija entró corriendo pasando entre sus piernas, perdió el equilibrio y cayó llevando consigo las bolsas de su compra.

–¡No corra adentro, Suki! ¡Puedes lastimarte!

La rubia ignoro sus gritos y empezó a correr por la sala, cocina, patio. No se detuvo hasta que su madre la atrapó antes que subiera por las escaleras.

–¿Que le diste, cielo?

–Nada.– el castaño se puso nervioso al sentir la mirada penetrante de su esposa. –Algodón de azúcar.

–¿Y?

–Un helado, caramelos y una soda.– terminó de confesar avergonzado. Mitsuki suspiro. –¡No pude evitarlo! Me miró con sus ojos de cachorro y no pude negarme. Iba a llorar.

–Tienes corazón de pollo, cielo.– la mujer se encaminó a la sala donde recostó su hija en el sofá. En solo unos segundos había caído rendida.

–Se emociono mucho por su primera clase de ballet. Hizo muchas amigas, su maestra dice que es muy imperativa y llamativa.– contó el castaño arropando a su hija con una manta que estaba cerca.

La madre de Suki dirigió su mirada hasta su brazo izquierdo, un cicatriz de cinco centímetros estaba allí.
Suspiro al recordar ese día. No había noche que no pasara pensando en ello.

–Si ella puede superarlo, tu también puedes.– Masaru tomo su mano. –Esta mejorando y sigue igual que antes. Sonríe. Eso es lo importante.

–Me dijo que la hace ver ruda.– Mitsuki río. –Sus amigos le tienen envidia por esa cicatriz, pero si supieran lo que pasó...

Suki giro su cuerpo tirando la manta al suelo, rasco su estómago y no tardó en volver a roncar. Podía ser una niña, pero era igual que su hermano.

Ambos sonrieron.

Entonces el teléfono del hogar empezó a sonar.

(...)

La menor miraba su alrededor con su boca levemente abierta formando una o. Paso mucho desde la última vez que estuvo en la escuela de héroes.

–¿Me recuerdas por qué estoy aquí, Kacchan?– Suki miro a su hermano, quien sujetaba su mano para evitar que se pierda.

–Mi profesor me pidió tu ayuda con alguien. Dice que podrías ayudarla a sentirse cómoda aquí, ya que son.. niñas.

–¿Debo tomar eso como un alago?

Katsuki la ignoro. Ambos llegaron al edificio con las habitaciones.

–No quiero arruinar esto, pero mi clase empieza en dos horas. ¿Cuanto tiempo me quedaré?

Su hermano frunció el ceño –¿Que clases? Tu hora de escuela ya pasó.

–Mamá me inscribió en clases de ballet. Es divertido, hice varias amigas. Incluso hay dos niños que le interesan también.

–Dejaré pasar a tus nuevas amiguetes fan de esas clases,– Katsuki se arrodillo y la sujeto de sus hombros. –pero no dejes que esos niños se acerquen a ti sin tu permiso, ¿oiste?

Ella asintió.

–Si lo hacen dales un golpe donde te enseñe.– Suki río. Volvió a asentir. –Bien. Andando.

Los hermanos Bakugou se adentraron al edificio. Fueron recibidos por Aizawa cuando dieron unos pasos.

–¡Hola, profesor de Kacchan!– Suki se libero del agarre de su hermano y abrazo las piernas del mayor –Es un gusto verlo otra vez.

–Igualmente. Gracias por venir, Suki. Quería pedirte un favor.

Ella asintió feliz.

Fue guiada a una habitación subiendo por el ascensor, abrieron una puerta dejando ver una habitación colorida.

–¡Que bonito! Es decir, no soy fanática de lo brillante. Pero me gustan los peluches.

–Suki.– Aizawa se arrodillo atrás de ella y señaló una esquina de la habitación –Ella es Eri.

La mirada de la rubia se poso en la chica, poseía un cabello blanco como la nieve y ojos rojos como los suyos.
Ella se acercó hasta ella, extendió su brazo y sonrío mostrando sus blancos dientes.

–Mucho gusto, Eri. Mi nombre es Suki Bakugou, espero seamos amigas.

–¿Amigas?

–¿Eso es un cuerno?– sin miedo se acercó a la peliblanca. –Es genial. Yo tengo una vincha de cabello casi igual. La uso para jugar, Kacchan lo usa haciéndose pasar por un demonio y yo soy el guerrero. Una vez lance una explosión en su rostro, ¡pero fue un accidente! Me siguió por toda la casa queriendo tirar de mis mejillas.

Aizawa salió de la habitación dejando a amas niñas solas, Katsuki vio a su profesor.

–¿Entonces?

–Vamos a darles un rato a solas. Si lo que dices de tu hermana es cierto, entonces Eri podrá abrirse con ella. Lo mejor para una niño es interactuar con otros, jamás iba a decirme algo a mi.

Katsuki simplemente desapareció del pasillo cuando su profesor terminó de hablar.

(...)

–Entonces le conté sobre mi cicatriz y ella me habló de un lugar raro donde estaba. La vi nerviosa así que cambié el tema, sabía que no quería hablar de ello.

Shota asintió antes lo dicho por la menor.

–Luego nos pusimos a dibujar.

–Gracias por jugar con ella, Suki. Fuiste de mucha ayuda. Lo que necesita Eri ahora es tener un amigo, pasó por mucho durante años. Creímos que alguien como tú la haría abrirse y sentirse cómoda.

La Bakugou asintió, frunció el ceño confundida, pero volvió a asentir.

–Entiendo. ¿Le puedo decir algo?

–Si.

–Cuando volvió a casa luego del hospital no pude dormir. Bajaba a la sala en medio de la noche a escondidas y veía televisión. Una noche me quedé toda la noche y papá me descubrió, iba a irse a trabajar.– miro el vaso que seguía medio lleno con jugo de naranja –Primero me regaño, pero después me abrazo. Sabía como me sentía, fui secuestrada, me lastimaron y luego Kacchan se fue. Dijo que estaba.. ¿tramada?

–Traumada.– corrigió Aizawa.

–Si, eso. Dijo, que por eso no podía dormir por las noches. Tenia miedo de ser secuestrada otra vez y tenía razón.

–¿Te sigue pasando?

–No. Hablar con papá me hizo sentir tranquila. Mamá quiso que hablara con un doctor o algo así. No le diga a Kacchan, pero lo hago.

–¿Hablas con un psicólogo?

–Solo fueron dos citas. Luego no volví a ir, estoy bien.– ella sonrío –Hablar con papá, mamá y ese señor me hizo sentir bien.

–¿Quieres decir que Eri necesita un psicólogo? No creo que entiendas su situa-

–¡Yo quiero ser esa persona para Eri!

–¿Que?

–No me volveré su psicóloga, solo quiero hablar con ella y jugar. Ser su amiga. Antes de irme dijo que esperaba volver a verme. ¿Esta bien si la vuelvo a ver?

Aizawa cerró sus ojos –Quizá tenga una solución para que pases tiempo con Eri. Pero primero debo hablar con tus padres.

–¡Si! ¡Quiero ser amiga de Eri! Prometo que seré la mejor, seré... ¡seré su heroína!

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Hola! Cuanto tiempo! Que les pareció?

Ahora... que pasara? Cual será la solución de Aizawa?

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