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Al despertar, sus párpados se abrieron lentamente. Un bostezo escapó de sus labios, disipando los últimos rastros del sueño mientras su conciencia retornaba al mundo despierto.

Observo su alrededor, confundida se puso de pie. Estaba confusa, el lugar donde estaba era desconocido para ella. No pudo evitar sentir algo de miedo.

—Vaya. Me alegra que despertarás. Temía lo peor.

La rubia dirigió su mirada a una mujer de cabellos negros bajar por unas escaleras que daban a un piso arriba.

—¿Me recuerdas?

—¿Debería? ¿Que es este lugar? ¿Donde estamos?

—Se que estas asustada, también yo. Aún no entiendo que te sucedió, pero prometo ayudarte. —Sakuya tomo asiento en una silla frente a la cama de la rubia.

Dejo una bandeja con comida. Era una botella de agua medio llena y fideos instantáneos recién hechos.

—Lo que voy a decirte ahora es muy importante y espero que escuches bien. Luego podrás hacer las preguntas que quieras.

Al cabo de dos horas largas de charlas, dudas, preguntas y respuestas. Suki entendía lo máximo que su cabeza le daba.
Sakuya excluyo el tema de haberse vuelto Nomu, que antes era una niña y que seguro seguía siendo buscada.

Quería volverla a la normalidad, pero suficiente información tenía con que los villanos acabaron con todo Japón. Y no quería que por recibir una información de ese tipo de golpe le provocará un ataque como antes de volver a ser humana.

Iba a resolverlo.

(...)

Bajo las escaleras con una sonrisa en sus labios. Sakuya guardo la carpeta con las otras, giro en su silla viendo a la rubia dejarse caer en el sillón.

—Acabe con tres idiotas que intimidaban a unas personas.

—¿Les dijiste a donde ir? ¿Te vieron?

—Si, si. Les di las indicaciones que me diste y no vieron mi rostro. Cálmate, lo tuve todo bajo control.

La pelinegra suspiro aliviada. Camino hasta la rubia y le dio su botella de agua que estuvo tomando antes. Ella abrió sus ojos observando el objeto.

—Buen trabajo, Suki.

—Gracias.

—Te tengo un regalo por tu gran esfuerzo. —volvió sobre sus pasos. Sacó una caja de abajo del escritorio, regreso con ella y busco algo en el interior.

Suki se sorprendió al ver una chaqueta anaranjada en sus manos. Estaba limpia, hasta podía decir que brillaba de lo nueva que se veía.

—Yo... la estuve guardado este tiempo para ti. La cuide ya que... bueno, la traías puesta cuando te encontré. Lamento dártela ahora. —se disculpo la mayor, algo apenada— Pero afuera se pondrá frío y quiero que estés abrigada.

—Sakuya... Gracias. —sujeto la prenda y se la coloco en seguida. No tardó mucho en sentir el calor que le brindaba.

Sus mejillas se pintaron de rojo.

—Te queda justa. —Sakuya sonrío— Ahora se que no te enfermaras cuando salgas.

—Sakuya, yo... ¿Puedo hacerle una pregunta?

—Seguro.

Suki bajo la caja del sillón, quedando ambas viéndose de frente. La rubia se puso firme, en su cabeza tenía varias preguntas que la confundían desde el día que despertó. Y la primera era importante.

𝐻𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠 𝐵𝑎𝑘𝑢𝑔𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora