ESPECIAL

65 8 0
                                    

Aun si chocaba miradas directamente con ellos, las personas aún la veían, y más los hombres.
Observo su ropa acomodando su falda creyendo que esta estaba desarreglada. Luego tuvo una posible idea del por qué de las miradas.

Acomodo su cabello.

—Si cubres ese cuerno te voy a pellizcar las mejillas, Eri. —advirtió la rubia.

—Pero... Las personas me miran, me ponen nerviosa.

Suki observo de reojo su alrededor. La joven tenía razón, ella frunció el ceño al distinguir un sonrojo en las mejillas de algunos adolescentes.

—¿Acaso mi ropa esta mal?

Siguió caminando con una clara expresión de fastidio en su rostro—No es nada de eso. Te ves bien, solo ignoralos. Las personas son tontas.

—Tu también te ves bien, Suki. —copio su cumplido poniendo algo nerviosa a la Bakugo.

Ella desvío la mirada— Guarda silencio. Tuve que robarle ropa a Kota, la mía se mancho con café.

—Bueno... Igual te queda bien. —Eri sonrío.

La rubia observo su vestimenta, la pijamada con el pelinegro fue divertida, pero la mañana lo empeoró todo al dejar caer su café por accidente.
Al menos pudo salvar su chaqueta, pasó su mano por la tela, era increíble que siguiera intacta luego de años. Era de la suerte.

—Escuche que pronto darán los resultados del examen de ingreso en la UA. —recordó Eri.

—Si. Kacchan dice que si no pase me hará entrenar peor que antes. Dios... me duelen los hombros, ¿puedes creer que me hizo mantener una pesa sobre mi cabeza por una hora? Estoy muerta...

Eri rió bajo ocultando su risa, acción que fue notable por la Bakugo.

Ambas jóvenes siguieron hablando sobre los exámenes para la U.A., como serian sus clases, nuevos amigos. Lastima que Eri decidiera no asistir con ella, pero lo entendía. Su sueño no era ser una Heroína como ella o Kota, le gustaba la musica. Su conversación fue interrumpida por un chico que se paro frente a ambos. Por su expresión notaron que estaba nervioso, la rubia cecina frunció el ceño por ello.

—Perdón por molestarlas, es que yo...

En poco tiempo comenzó a desesperarse, el chico estaba balbuceando demasiado, empezaba a deducir que no podía hablar.

—¡Ya habla, tarado!

—¡Acepta una cita conmigo, por favor!

Inmediatamente su rostro se tiño de rojo, cubrió su cara con la gorra en su cabeza evitando al chico.

—Lo siento, yo...

—Ah. No, tu no eras.

Suki volvió a fruncir el ceño. Quito la gorra de su rostro y dirigió su mirada de nuevo al adolescente.

—¡¿No?!

—Era a ella —señaló a Eri. Ella aún no entendía que pasaba—. ¿Aceptarias salir conmigo? Iremos a donde quieras, es que te llevo viendo desde unas calles y me pareces muy bonita.

—¿Nos seguiste como un acosador? —murmuró la Bakugou, sorprendida y algo enojada.

—Yo... Suki, ayúdame... —pidió la de mirada rubí a su amiga.

—¡Por favor! Prometo que la pasaras genial, será divertido.

—Mira, acosador. Ella no quiere salir contigo, acosa a alguien más. Mejor dicho, deja de hacerlo. Por esas cosas te rechazan como mi amiga. —señaló a Eri.

𝐻𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠 𝐵𝑎𝑘𝑢𝑔𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora