6 - Pánico

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Shanks bajó corriendo las escaleras y recibió a su novia con un dulce beso.

Nada nervioso.

Para nada.

– Yo también te echaba de menos – sonrió la peliverde – ¿Cómo está mi hermana?

– Está durmiendo.

– Pasaré a dejarle el libro que me pidió.

– Dáselo en otro momento, no querrás despertarla, ¿verdad? Viene cansada de la universidad y todo.

– Es verdad. Para la cena. O mañana, es su último día de universidad, y se lo podría dar, le haría más ilusión.

– Buena idea cielo.

– Por cierto, ¿qué es todo este charco? ¿Y esos trapos ahí tirados para lavar? ¿Qué te ha pasado? – el tono de voz de ella era divertido, y él se puso tenso.

¿Qué mentira le diría? ¿Iba a mentir a su novia? Al menos lo hacía para que no se preocupase.

– Hemos estado limpiando.

– ¿Limpiando?

– Sí. El baño. Pero luego me he dado un baño, y todo ha vuelto a la normalidad. Tn casi me mata.

– ¿Limpiando o después de darte el baño?

– En ambas ocasiones. Ya sabes como es.

– ¿Estaba abrigada? Sabes que sus defensas son bajas y se resfría enseguida.

– Makino, desde la última vez en urgencias, hemos aprendido bastante sobre como cuidarla.

– Me preocupa su estado de salud Shanks – el pelirrojo la tomó de las manos – Si nuestros padres estuvieran aquí, ella podría tener una vida normal. Pero en ese accidente, ella...

– ¿Qué pasó en ese accidente?

– Pops y Garp encerraron a mi hermana pequeña sin que ella se diera cuenta para que no fuera al funeral de mis padres y así que conociera la verdad. Dejaron a un hombre que cuidara de ella, pero no contaron con que ese hombre era un fiel subordinado de Kurohigue.

– ¿Qué?

– Afuera había una piscina, pero aún no estaba limpia. Aún así, ella salió sabiendo que no podía bañarse, pero ese hombre la tiró al agua y empezó a hacerle ahogadillas.

– Podría haber muerto.

– Izo llegó a tiempo. Iba a llevarle un par de platos y brindarle su compañía, y encontró todo hecho un desastre. Acabó con ese... engendro que ahora está libre, y mi hermana terminó con varias infecciones y raspaduras en su cuerpo que aún consigue esconder fácilmente, pero nunca lo olvidará. Nunca olvidará cómo fue a urgencias, Hongo y tú la rescatásteis de su casi muerte sin ella saberlo, de cómo su cuerpo empezó su tragedia.

– Aún me acuerdo de cómo vino tan sangrienta, pálida pero sin emoción alguna. Pensé que la perderíamos. Nunca nos contó lo que vio.

– A mí sí. Hace cuatro años, mientras terminábamos de limpiar el bar, encontró una pulsera que llevaba ese día. La tiró a la basura como si fuera un bicho que le contagiase algo, y empezó a llorar. Le dieron espasmos, y dos minutos después, me lo contó todo. Garp y Pops no saben lo de ese día. Solo Izo, Hongo, Sophie, ella, yo... y ahora tú. Y en el fondo, un poco de ese odio que siente hacia tí es un poco verdad porque ella no quería ser salvada. Ella quería morir.

– Makino, tu hermana se tiró a la playa y está enferma. Arriba hay mucha gente atendiéndola.

La peliverde se puso pálida, enseguida corrió escaleras arriba. Él fue tras ella.

Entró en la habitación viendo como Law y Hongo cooperaban para ayudarla a respirar y mantenerse.

– ¿Cómo está?

– Makino – Hongo la miró sorprendido.

– ¿Se pondrá bien?

– Sí. Esta fiebre se encuentra por debajo del riesgo. No hará falta ir a urgencias ni nada parecido.

– Menos mal. – se arrodilló al lado de su hermana pequeña. – Tn, ¿Tn? Soy yo, Makino, estoy aquí.

Tn se giró, con escalofríos en su cuerpo, tomó la mano de su hermana y sonrió levemente.

– Yo estoy aquí.

– Te quedarás, ¿verdad?

– Siempre. ¿Y tú?

– Siempre. Ahora, aguanta, ¿vale? Te pondrás bien.

– Lo siento, no sabía lo que hacía. No pensé bien.

– No importa lo que hiciste. Lo importante es que te mejores.

– La gente que hay aquí...

– Son de confianza. Son nuestros amigos. No hay nadie desconocido. Ni siquiera Zoro.

Tn sonrió y asintió más tranquila.

– Debemos dejarla que duerma unas horas – aconsejó Hongo. – Le hemos puesto suero, y dos medicamentos en sangre que la ayudarán.

– ¿Quieres que me quede? – Tn negó con la cabeza

– Todo irá bien. Si necesito algo, gritaré.

– Vale. Enseguida te traeré un té.

Todos bajaron al bar, entonces Makino se giró algo enfadada hacia su novio.

– Me lo estabas ocultando, ¿verdad?

– No quería preocuparte.

En la mansión, Sabo estaba en su cama tumbado.

– Me da depresión verte en depresión. Haces todo tan depresivo – comentó Ace.

– Estoy preocupado por Tn.

– No lo estabas hace unos momentos cuando habéis discutido abajo.

– Me salió solo. Estaba molesto porque no me ama. Algo infantil, lo sé. Pero resulta que tiene novio.

– Un clavo saca a otro clavo. ¿Qué querías? ¿Que te esperase toda la vida?

– Tenía miedo de volver.

– Creo que aún siente algo por tí. Se le nota como le brillan los ojos cuando te mira. Sobre todo cuando te vio volver a la mansión. Todos sentimos ese ambiente.

– La quiero.

– Lo sabemos.

– Sale con Law.

– También lo sabemos.

– No sé qué hacer.

– Ser paciente.

– Rebecca ya viene con alguien.

– Vaya mala suerte la tuya, pero creo que eso te vendrá bien.

– Debo conseguir una cita.

– Debes conseguir a Tn. Law no va a esa boda, y no me termino de creer que sean pareja. Él la quiere, pero ella te quiere a tí.

– Entonces, debo ponerme el mejor traje, ir mañana temprano para ver cómo está, llevarle flores, pedirle perdón y ser un caballero.

– Ese sí es el Sabo que conocemos.

Luffy entró en el cuarto – ¿Sabéis algo de Zoro? Se fue con Sophie y no ha vuelto. No me coge el teléfono, y ella tampoco.

– No te preocupes Luffy, para mañana sabrás algo de él. Está con su novia, es normal. – lo consoló Ace, entonces Sabo enterró su cabeza en su almohada.

Ambos lo miraron extrañados, hasta que se dieron cuenta y suspiraron.

Tiempo restante: Una semana y cuatro días.

Calor en invierno - Contratiempo 2 (Sabo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora