III

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El viento mecía suavemente el cabello de ambos. Ellos se encontraban observando la nada misma, en silencio, pero sabiendo que estaban acompañados. El silencio a veces era un buen compañero. Mary cerró sus ojos unos instantes y elevó su rostro, dejando que el viento golpee de lleno y en su rostro se formó una pequeña sonrisa.

Se mantuvo esperando una respuesta, o algún comentario, algo que nunca llegó. Fernando tenía la vista ausente. Fernando parecía asimilar todo lo que ella le había confesado, o quizás estaba perdido en sus propios pensamientos.

— ¿Estas bien? — Le pregunto en un murmullo.

Fernando sospeso la pregunta unos cuantos minutos en silencio, y termino negando con su cabeza. — No, no lo estoy. Solo finjo estar bien, para complacer a mi familia. — Él cerró sus ojos. — Soy un fracaso María Azul. — Murmuró mirando a la joven a su lado.

Ella lo observó en silencio y sentía que el aire se escapaba de sus labios. Generalmente odiaba cuando alguien traducía su nombre al español, pero en sus labios se había oído de una forma exquisita, que lejos de enojarla, la había hecho sonreír.

— ¿Por qué dices eso de vos? — Le pregunta.

— Es lo que soy. Era un futbolista de elite, y ahora soy uno del montón. — Él cerró sus ojos. Le dolía decirlo, pero era la verdad.

Ella desliza lentamente su mano izquierda a la derecha de él y le hace unas pequeñas caricias. — Yo te voy a escuchar. Si quieres hablarme. — Susurra suavemente, él voltea a verla, y ella le sonreía con dulzura.

— Las lesiones me arruinaron. Y traicionar al Liverpool marchándome al Chelsea, simplemente fue como una maldición instantánea, no volví a ser el mismo nunca más. —

Fernando cierra sus ojos con fuerza y se baja del barandal rápidamente. Se aleja unos cuantos pasos y cierra sus ojos. No quería que lo escuche llorar, odiaba que la gente lo vea vulnerable, sentía que podía atacarlo. Pero unos brazos lo acunaron y ella acarició su cabello dulcemente.

— Confía en mí Fernando. —

Él levanta su mirada, sus ojos estaban cristalinos y llenos de lágrimas, que pronto rodaban por sus mejillas. Ella lo abrazo a su pecho con fuerza, y lo acuno, mientras acariciaba su espalda.

— Soy una mierda. Soy el peor futbolista del mundo. Si me cortaran las piernas sería lo mismo a tenerlas. — Susurra

— No, por favor. No digas eso. — Mary deposito un beso en su cabello y lo abrazo a su pecho con mucha fuerza.

Ellos se hacen pequeños, y se contienen el uno al otro, en aquella fría noche en Milán. Mary acaricia su espalda, y algunas lágrimas silenciosas se deslizan por sus mejillas. Mientras que él se apretaba con fuerza a su pecho, y las lágrimas corrían sin control alguno.

Esa noche, unos desconocidos abrieron su corazón para contarse las desgracias que eran como unas mochilas en sus espaldas. Fernando toma asiento contra las barandas y ella toma asiento a su lado. Mary apoya su cabeza en su hombro y observa a la luna llena, mientras que el acaricia su pierna suavemente.

— Mary.... Son las cuatro de la mañana. — Susurra Fernando mientras bostezan. Se habían acurrucado por el frio y al cerrar sus ojos se habían dormido.

Ella bosteza. — Que locos somos. — Se ríe entre dientes y le dedica una gran sonrisa

Mary toma su bicicleta y se sube a ella. Fernando apoya sus manos en el manubrio y la observa. — Mary, te daré mi número de celular. Quiero que al llegar a tu casa me avises que llegaste bien, por favor. Quisiera quedarme tranquilo. — Le dice

Ella asiente con la cabeza e intercambian los números telefónicos. Fernando besa su mejilla suavemente y la observa perderse por la esquina y cierra sus ojos.

<< Que bien me hizo hablar>> Piensa Fernando, mientras se pone las manos en los bolsillos y camina a la camioneta. Destraba la puerta y se sube.

Mary pedalea con una pequeña sonrisa en su rostro. << Que bien me hizo que alguien me escuche y que no sea por compromiso.>> Piensa. Sonríe al recordar el bello rostro de aquel hombre.

Ella ata su bicicleta y abre la puerta luego de sacarse las zapatillas. Sube despacio las escaleras y se mete en su habitación. Vuelve a ponerse el pijama y escribe un mensaje.

Ya estoy en mi casa. Muchas gracias por escucharme.

Unos segundos después su celular vibra. No me lo agradezcas. Tú también me has escuchado, muchas gracias Mary.

Espero verte pronto. Escribe ella y sonríe emocionada al ver su respuesta.

Yo también espero verte pronto. Descansa bonita. 

You Found Me |Fernando Torres| |Finalizada| |En proceso de edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora