XIII

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Fernando tomó su bolso del suelo y se lo cargó al hombro. Se despidió en voz baja de los pocos compañeros que estaban en el vestuario allí con él, y caminó lentamente a la salida.

"Respira hondo Fernando. Respira hondo. Ya estas a unos pocos pasos de la salida. Ya podrás encerrarte en tu automóvil. Tranquilidad"

Se escabulle con rapidez al garage del estadio, y se encamina a su automóvil. Guarda su bolso en el baúl, y luego se encierra en el asiento de conductor. Agradece que lo vidrios son polarizados, porque no quiere que lo vean llorando. Las lágrimas comenzaron a deslizarse con lentitud por sus mejillas, y se iban perdiendo a lo largo de su rostro, y algunas acababan en sus labios. Su cabeza impacta contra el volante, y se da unos cuantos golpes mientras se insulta.

— Eres un fracaso. Eres malísimo. Eres el peor. Mereces morir Torres.— Susurra mientras aumenta los golpes y las lágrimas caen con más potencia por sus mejillas. Su llanto es desgarrador para cualquier persona que lo escuche.

Fernando era un hombre que aparentaba. Era un gran actor. En su casa fingía que en el club todo estaba en orden, en el club fingía sentirse cómodo, y junto a las personas que lo rodeaban fingía sentirse cómodo y feliz con la decisión de jugar en el Milán. Con la única persona con la que se mostraba como se sentía era con Mary.

La joven lo abrazaba con fuerza, él se escondía en su pecho, y lloraba como un pequeño, mientras ella acariciaba su cabello. Él allí se lamentaba. De haber dejado al Atlético, de haber cambiado al Liverpool por el Chelsea, de haber ido al Milán. Se sentía como un hombre extraño en su propio cuerpo, como si alguna vez hubiese pertenecido a ese cuerpo, pero en ese momento no.

Mary lo escuchaba, le acaricia el pelo, y luego besaba su frente. Él así se calmaba, le transmitía confianza. Siempre le decía que confiaba en él, que si ponía empeño iba a volver a sentirse cómodo consigo mismo, pero él creía que ya no iba a poder.

Le estaba costando tanto. Necesitaba volver a ser lo que era antes. Necesitaba un empujón de confianza, necesitaba volver a su hogar, necesitaba volver al Atleti.

Fernando maneja mientras una pequeña llovizna comienza a caer en la ciudad. La música suena bajo, y él aprovecha en un semáforo avisarle a su mujer que iría a almorzar con sus compañeros. Deja el celular a un lado, y sube un poco el volumen cuando escucha una canción que Mary solía cantar todo el tiempo. Y de tanto escucharla algo ya sabía.

— And she says I wish that I could be like the cool kids, because all the cool kids, they seem to fit in. I wish that I could be like the cool kids, like the cool kids.—

Fernando detiene su camioneta en frente al colegio de Mary y cierra sus ojos mientras juega con sus dedos. Espera que a ella le agrade la sorpresa. Necesitaba estar con ella. Mary, lo sacaba de la rutina, y lo que más necesitaba en aquel momento era eso.

La campana toca y Mary guarda las cosas en su mochila. Todos hablan del plan para el fin de semana, y mientras camina suspira, ¿Cuál era su plan del fin de semana? Escribir, leer mucho, comer chocolate, ir al puente con Fernando. Fernando, sonríe al solo pensar en su nombre. Ya quería que sea de noche y poder verlo.

Todo iba tan bien entre ellos. Mary no sabía que eran, pero le gustaba cuando el hombre mayor le robaba pequeños besos bajo la luz de la noche, le gustaba cuando acariciaba su mejilla y luego mordía su labio inferior. Le gustaban sus abrazos y cuando enlazaba sus manos y se quedaban observando las estrellas.

Ella sale, y escucha una bocina. Voltea y la sonrisa se desliza por su rostro. Cruza la calle y entra al automóvil.

— Hola Nando.— Ella cierra la puerta y voltea a verlo. La sonrisa se esfuma de su rostro al verlo. Él tiene los ojos rojos, hinchados y su nariz esta rojo.— ¿Por qué lloras?— Le pregunta

—No tiene importancia.— Susurra él. Se seca las lágrimas, ella lo detiene y lo hace por él.

— No quiero verte llorar más, ¿Qué hago para que dejes de llorar?— Pregunta ella.

Fernando sonríe.— Besarme — Dice mientras besa la punta de su nariz y luego desliza sus labios a los de ella.

Mary se sonroja, pero continúa el beso, porque lo ha estado deseando toda la mañana. Le seca las lágrimas, y él enlaza sus manos mientras pone el vehículo en marcha.

Van en silencio, y Mary observa la ciudad mientras él maneja despacio. Ella sonríe al verlo y Fernando la observa de reojo. Mary se ríe, y él le besa el cabello.

—¿Por qué llorabas?— Le pregunta cuando estaciona el automóvil en su cafetería.

— No tiene importancia.—

—Ferna...— Ella no puede terminar de hablar, porque los labios del hombre ya están sobre los suyos.

— Dije que no tiene importancia.—

Mary abre la puerta de su casa y toma la mano de Fernando y lo jala con fuerza dentro.

— Me siento como un crío de quince que entra de incógnito a la casa de su novia.— Dice él

— Bueno algo así es, no por lo de novia, si no porque estas de incognito. Hoy mi madre tiene unas cuantas cosas por hacer.— Le dice ella mientras entran a su habitación.

Fernando sonríe y se acuesta en la cama de la joven. Estudia la habitación detalladamente, mientras Mary se apoya en el escritorio y se quita las zapatillas.

Hay unas cuantas fotografías de ella pegada en la pared, hay un estante repletos de libros, un equipo de música y varios cds, un escritorio con una computadora y un espejo.

Él palmeó el lugar que hay a su lado y ella se acuesta con él.— Estoy cansado.— Susurra Fernando cerrando sus ojos mientras se apoya en la clavícula de la joven.

Esta se sonrojó intensamente. Acarició el cabello de Fernando y se apoyó con cuidado en él.— Podes dormir si queres.—

— Sí. Siesta.— Él sonríe y se estira. Las zapatillas caen al suelo al tiempo que bosteza y se refriega los ojos. Luego se quita la camiseta, y Mary se sonroja, y lo observa brevemente. Respira hondo, le iba a costar mucho no babearse por aquel cuerpo.

Mary le da la espalda y pone la alarma para dentro de dos horas. Fernando sonríe. Pasa su mano sobre la cintura de la chica y la atrae a su pecho. Le besa la mejilla y se acurruca a ella. Ella entrelaza sus manos y siente paz. Cierra sus ojos con fuerza y se acomoda con él.

Mary se remueve en la cama y Fernando la observa, ya que se había levantado por un trueno. Ella se acomoda en su pecho. Fernando sonríe al sentirla allí con él. La abraza con delicadeza. Acaricia su espalda, y ella acomoda su mano echa un puño en su pecho. Fernando sonríe y luego de suspirar le da un suave beso en su frente y ella sigue durmiendo tranquilamente. Él besa su frente, su cabello y vuelve a cerrar sus ojos.

Y mientras en Milán la lluvia comienza a caer con más intensidad, dos personas, que lentamente comenzaban a enamorarse del otro, dormían abrazados tratando de calmar todas sus penas.

Todos suponen que la vida de un futbolista es perfecta. Todos creen que ellos tocan la gloria con las manos y que pueden llevarse la vida por delante. En muchos casos es así. Fernando Torres, ha tocado la gloria y ha estado en los laureles de la misma por mucho tiempo. Pero un pequeño viento, ha comenzado a mover aquellos laureles y él comenzó a caer lentamente en picada. La gloria comenzaba a alejarse cada vez más de él, y el fracaso comenzaba a ser su mejor amigo. Él veía como delante de sus propios ojos como todo comenzaba a distorsionarse.  

You Found Me |Fernando Torres| |Finalizada| |En proceso de edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora