V

777 47 7
                                    

Fernando llegó a su hogar, a eso de las cinco de la tarde, cuando el sol comenzaba a ponerse por el horizonte. Había armado una excusa perfecta, si su mujer preguntaba por su tardanza.

— El entrenamiento se retrasó hasta las doce y media. Luego decidimos quedarnos a comer en el club, y bueno, entre charla y charla, me entretuve y por eso llegué tan tarde. — Fernando se sonrió al espejo. — Sí, eso es lo que debes decir.

Fernando estacionó y tomó del asiento trasero el bolso. Se lo colgó al hombro, y busco en los bolsillos de la campera, las llaves de la casa. Las puso en la cerradura, y la puerta cedió ante él.

— ¡Ya llegué! — Anunció mientras dejaba las llaves en la mesita. Dejo el bolso a un lado, y se quitó la campera colgándola en el perchero.

— ¡En la cocina pa! — Respondió la dulce voz de su pequeña Nora. Fernando sonrió ampliamente y se acercó a la cocina.

Allí desde la mesada, le sonreían sus dos pequeños, mientras tomaban la leche. Nora dejo la taza sobre la mesada, y se bajó de un salto de la silla, para abrazar a su papi.

— Nora, princesa. Te he extrañado. — Le dijo él al tiempo que se agachaba y la tomaba entre sus brazos. Nora se abrazó a su cuello y se acurruco en su pecho.

— Yo también te extrañe. Pero mami nos dijo que te quedaste entrenando para mejorar tu lesión, así que te perdono la tardanza. — Su hija le dedicó una gran sonrisa.

Fernando le dejó un beso sonoro en la mejilla y la deja nuevamente en el suelo, para acercarse a la heladera. Vislumbra a su mujer en el patio del hogar colgando la ropa. Se sirve un vaso con agua, y abre la puerta de cristal.

— ¡Ya llegué amor! —

Olalla desvió su atención de las remeras que colgaba y le sonrió brevemente a su marido. — De acuerdo. Hola cariño —

Fernando se acercó a ella caminando de forma despreocupada y dejo un beso en su mejilla. — Siento la tardanza. —

Ella sacude su cabeza y le resta importancia con un gesto de la mano. — No te preocupes. He llevado a comer a los niños fuera, y luego nos divertimos en el shopping. He comprado algunas cosas para la casa, y te compré un regalo que dejé sobre la cama. —

Fernando le agradeció al tiempo que volvía dentro y se sentaba junto a sus hijos. Leo se sentó sobre sus piernas, y le dio una galleta de chocolate. Él beso el cabello de ambos. Si por alguien era que no dejaba de rendirse, y seguía luchando a pesar de todas las críticas, las burlas y las risas, era por sus pequeños. Quería demostrarles que no había que dejar de luchar, y había que seguir adelante pese a todos los obstáculos que se presentaran.

Tomó su celular, y escribió un breve mensaje, para luego bloquearlo y dejarlo sobre la mesada.

Mary abrió sus ojos al tiempo de que su celular interrumpía la canción que estaba sonando. Tomó el aparato entre sus manos, y se sorprendió al ver que era un mensaje de aquel hombre tan gentil que había conocido.

"Buenas tardes Mary ¿Cómo te encuentras hoy?"

Ella no tardo en teclear una respuesta. "Buenas tardes Fernando. Algo mejor estoy, gracias por preguntarme ¿Cómo estás?

"Bien, estoy bien ¿Haces algo por la noche?

Ella sonrió involuntariamente ante el mensaje "No, no haré nada ¿Por qué?"

"¿Cenarías conmigo?" Recibió un largo rato después.

"Encantada"

Ella siguió recibiendo una serie de mensajes de parte de ese hombre. Iría a buscarla a las nueve en punto por el puente, e irían a cenar a algún lugar cómodo para ambos, y piensa ella, que en algún lugar en el que no lo reconozcan a él. Se sentía emocionada. Hacía mucho tiempo que no tenía una cita, bueno ¿Esto era una cita no? Quizás hasta era la primera que tenía en sus 17 años de vida.

Mary entró a ducharse a eso de las siete, luego de mentirle sobre la salida a su madre. Le había dicho que saldría a cenar con compañeras de su clase, y le había dado la autorización para que salga. Con la toalla cubriendo su cuerpo, y las gotas deslizándose sobre su cuerpo, puso la pasta dental sobre el cepillo de dientes y comenzó a higienizar su boca. Tomó un poco de agua entre sus manos, e hizo un buche en su boca, para luego escupir. Limpió su boca con el dorso de la mano.

Y allí estaba a las nueve menos diez esperando por él. Se acomodó el vestido con sus manos, y lo alisó suavemente. Estaba ansiosa, nunca antes se había sentido de esa forma. Vio como una camioneta se acercaba y se estacionaba frente a ella unos segundos después. Fernando bajo del automóvil con una sonrisa en su rostro.

— Buenas noches Mary. — Fernando sonrió dulcemente mientras se acercaba a ella.

— Buenas noches Fernando. — Ella se acomodó su cabello de una forma nerviosa y le sonrió tímidamente. Fernando llevaba unos jeans negros ajustados, y una camisa blanca. — Estas muy guapo. — Sus mejillas rápidamente se sonrojaron. Quizás no tendría que haber dicho eso.

La sonrisa de él se hizo más extensa. — Tú estás guapísima Mary. — Él le abre la puerta de copiloto y la cierra luego de que ella tomé asiento.

La cena pasa sin altercado alguno. Habían elegido un pequeño restaurante de las afueras de Milán, y nadie parecía reconocer a Fernando, cosa que en estos momentos a él no le preocupaba, era lo que quería, paz para hablar con Mary, y claro, ninguna extraña fotografía que se pudiera publicar en algún portal.

La cena es un momento agradable para ambos. Habían pedido una rica pizza de muzarella y jamón, y comían entre una amena y agradable charla. Él quería conocerla un poco más, saber de ella, de lo que le preocupaba, pero también de lo que le hacía feliz.

Al terminar la cena, ambos se dirigen al lugar en el que se habían conocido. Corría una suave brisa que los envolvía a ambos. Comenzaron a dialogar de las cosas que les hacían daño, y las lágrimas comenzaron a fluir por el rostro de Mary, se sentía tan dañada.

— Calma Mary, por favor. — Suplicaba él mientras acariciaba su mejilla con dulzura y la observaba.

Sin que ellos se den cuenta, ya que estaban sumergidos en sus mundos, y mirándose, había comenzado a llover. Fernando le quitó las lágrimas del rostro, y la abrazó con fuerza.

— No me puedo calmar. — Susurro ella en respuesta.

Fernando la observó unos breves instantes. Secó los restos de lágrimas que quedaban en su mejilla, y por un impulso, y por algo que deseaba hacer, la beso. Era un beso salado, debido a que sus lágrimas habían aterrizado en su labio inferior, pero a él no le importaba. La apretó a su cuerpo, y la beso toda la noche.

A la mañana siguiente Fernando bajo las escaleras del hogar mientras bostezaba. Sonrió al sentir el aroma del desayuno. — Buenos días amor. — Comentó mientras se acercaba a la heladera.

Olalla sacó la sartén del fuego y lo observó. — ¿Se puede saber en dónde estabas ayer? Dijiste que saldrías a comer con amigos, y escuche tu automóvil estacionar a las dos y media de la mañana.

Él la miro, pero su rostro se mantenía tranquilo. — Salí a cenar con los chicos, como bien sabes. — El camino a la heladera y la abrió. Escondió su rostro allí y cerró sus ojos. Quizás se sentía culpable de la mentira que le estaba diciendo a su mujer, pero la verdad tampoco podía decirlo. – La verdad es que el lugar era un desastre, nos atendieron muy tarde, y luego simplemente nos quedamos haciendo sobremesa. El tiempo se nos fue de las manos. Lo siento cariño, tendría que haberte avisado. —

Fernando tomó una botella de agua, y cerro la puerta de la heladera. Guardo la botella en el bolso, y luego se sentó a desayunar, y su rostro se relajo, cuando su mujer volvió a la sarten.

ZݼVy-

You Found Me |Fernando Torres| |Finalizada| |En proceso de edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora