XII

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Mary se acomodó su largo cabello mientras que estaba viendo la televisión unos días después del festival. Un suspiro se escapó de sus labios, al igual que la sonrisa que se formó en su rostro. Y aquella revelación se presentó ante ella aquella tarde, aunque trataba de pensarla hacía ya unos cuantos días. Estaba enamorada de aquel hombre, estaba enamorada de Fernando Torres.

Sentía que se había enamorado de él, como en el proceso en el cual te quedas dormido, primero, es un estado lento y luego, lo haces sin siquiera notarlo. Tus ojos se cierran y el cerebro se desconecta de tu cuerpo.

Así se había sentido con él. Se había enamorado de un hombre mayor a ella, que estaba casado, perdidamente enamorado de su mujer, y que era padre de dos hermosos pequeños. Pero cuando el corazón se enamora, no hay manera de detenerlo. Le había contado todo de ella, cosas que ni su madre sabía, secretos que compartía solamente con la almohada, y él la había aceptado.

Le había contado la vez que quiso suicidarse desde la terraza. Había apoyado los pies en la barra y estaba estirando su cuerpo adelante, cuando al darse cuenta de la altura se asustó. Le había contado también de cuando quiso cortarse las muñecas y no se animo. De cuando se incito el vómito y nunca pudo hacerlo, porque siempre terminaba asustándose y llorando. Le contó de sus problemas en el colegio, de la manera en la que se sentía sola rodeada de miles de personas, y él la escuchaba, y la había aceptado.

— Mary. —

Ella levanta su mirada y allí su madre le sonreía. — Hasta que me prestas atención cariño ¿En qué estabas pensando? —

Mary se mordió el interior de sus labios y elevo sus cejas. — En nada mamá. Cosas sin sentido. — Le sonrió para tranquilizarla y la siguió a la cocina, allí donde ya estaba la cena servida en la mesa.

Fernando sonríe mientras maneja hasta su punto de encuentro. Allí se encuentra con Mary esperándolo con una sonrisa. Se acerca a ella y le besa suavemente la boca. Toman asiento y ella se acuna en su pecho.

Ella levanta su mirada y se acuna más en su pecho. Fernando tenía la espalda apoyada contra los barandales y sus ojos cerrados. Se daba el lujo de poder escuchar los suaves latidos de su corazón, y cerró sus ojos. La mano de Fernando sostenía desde hace rato la suya, y acariciaba su dorso con su pulgar.

Ella observa el agarre y una sonrisa se forma en su rostro. Cierra sus ojos y disfruta. Al sentirla temblar, él la aferra aún más.

— ¿Entonces cómo te fue hoy en el colegio? — Le pregunta.

Ella se mantiene callada unos segundos mientras piensa la respuesta. — ¿Normal? — Se auto pregunta, y él sonríe. — No lo sé. Sabes que por mí me iría de ese colegio. No me siento cómoda, lo sabes. Es lo último año, eso me pone feliz. — Susurró.

— Y luego irás a la universidad. — Él besa su coronilla y un escalofrío recorre su cuerpo.

— Sí. Y seré escritora. — Dice orgullosa.

— ¿Y de qué escribirás? — Le pregunta mientras trenza su cabello.

Ella cierra sus ojos momentáneamente. — De ti, ¿Me dejaras? — Murmura sonriendo

Él tuerce la boca. — Sí, pero solo si son cosas lindas. — Le da un beso en la cien y ella cierra sus ojos

¿Cuándo fue que se enamoró de él? ¿Cuándo fue el momento en que dejó de mirar a Fernando como un simple amigo? ¿Por qué tenía que enamorarse de un hombre completamente distinto a ella?

Fernando voltea a verla, quizás por mi inusual silencio. Y le sonríe con toda la calidez del mundo, y allí bajo la nieve de Milán, en su puente, lo observa fijamente a los ojos, estos brillan, ella no sabe el porque, pero lo hacen, brillan como dos esmeraldas, como la piedra más brillante de la tierra. Y su corazón late con fuerza. Late tanto que siente que puede sentirlo en su garganta, que puede sentir como la sangre fluye por sus venas. Y él posa sus manos en sus hombros y le sonríe, y ella responde, como un auto reflejo.

Él acaricia sus mejillas, y delinea la curva de sus labios, y ella retiene el aire de sus pulmones. Y el beso llega, y es de esos que llenan sucorazón de espíritu, ¿Por qué le gustaba? ¿Por qué era así de caballeroso con ella?

Si ahora tuviera que hacer una lista de las cosas que le gustaban en esos momentos, pues lo lógico es que él la encabezaría.

Fernando Torres

La sonrisa de Fernando

Leer

Escribir

Soñar

Escuchar música

Bailar

Reír

El café

Las mañanas

Y ella podría agregar un montón de cosas que le gustaban de él. Sus ojos color avellanas, su pelo corto y del color de la madera. Sus pecas, aquellas que surcaban su rostro, y que se encontraban por su cuerpo, y que para ella son como una constelación. Su mirada, su sonrisa. Como fruncía su nariz cuando algo no le gustaba, y la tranquilidad que tiene al escucharla. Como sonríe cuando se tomaban de las manos. Como cantaba a pesar de desafinar, le gustaba escucharlo cuando habla del atlético, de la forma en la que habla de sus hijos. Y la manera en la que la tocaba, hacía que ella se estremezca de placer, y por último, lo que más le gustaba era la forma en la que sus labios encajaban en un beso.

— Perdí. — Susurra ella despacio y lo observa

Fernando voltea y sonríe. — Yo también. — 

You Found Me |Fernando Torres| |Finalizada| |En proceso de edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora