CAPÍTULO 12 || WON WOO: EL SABIO

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Querido lector, el día de hoy me gustaría hablarte de uno de los personajes más complejos. Alguien que parece tener todas las respuestas y aún así, no parece satisfecho ¿estás listo?

Estamos a punto de entrar dentro del cerebro del sabio. Pon mucha atención.

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Después de platicar con Seung Kwan, el sabio no pudo cerrar sus ojos en la madrugada siguiente. La luz azul de la luna se posaba sobre su rostro mientras miraba ido el techo de su habitación. Los pensamientos del día anterior se dormían una y otra vez en la punta de su frente. Los sentimientos de culpa nunca habían sido tan agresivos como ese día, estaba seguro que, después de tanto pensamiento, tanta lectura, tanto cálculo, era lo mejor que pudo hacer, su intuición rara vez fallaba.

Y es que tal vez era eso lo que tanto le molestaba, su intuición rara vez fallaba y era su más grande maldición hasta el momento. Los que lo conocían confiaban en él porque casi nunca (si no es que nunca) se equivocaba y ¡cómo odiaba estar en lo correcto! mientras que, al mismo tiempo, no podía evitar pensar que siempre estaba en lo correcto.

Después de horas y horas rumiando todas las posibles consecuencias de la plática con Seung Kwan, esperaba pacientemente a que el primer rayo de sol se asomara entre las cortinas, pensando en lo que siempre había sabido, pero nunca vivido en realidad: "la ignorancia es una bendición".

El sol comenzó a salir y, como pudo, el sabio se puso su camisa, tomó su corbata y su chaleco y empezó a caminar, sin despedirse de quien vivía con él.

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Toc toc.

A la puerta de la tienda de té, llegó Won Woo aún terminándose de vestir; desde afuera se escuchan los pasos de Myung Ho bajando del ático para atender. El barista finalmente se acercó la puerta, ajustándose su bata, preocupado por el visitante inoportuno, pero cuando entreabre la puerta, su preocupación se convirtió en desaliento.

Sin cruzar palabras lo dejó pasar mientras mantenía una expresión desilusionada.

El bibliotecario se sentó a la barra, erguido, como si no hubiera pasado despierto por más de 24 horas ya. El dueño de la tienda lo mira desde el otro lado, sin decir absolutamente nada.

Sus miradas parecían desafiarse y al mismo tiempo consolarse, había algo que solo ellos dos sabían y que los dos querían olvidar.

-¿Estuvo bien que se lo dijera?- Won Woo rompió el silencio.

-Yo qué voy a saber- respondió rápidamente el barista.

-Sí, estuvo bien- Myung Ho suspiró por su soliloquio.

-¿A qué vienes, Won Woo? ¿Crees que somos amigos?-

-Lo somos...- El dueño de la tienda miró perplejo su audacia -¿Por qué otra razón me llamarías por mi nombre y me abrirías al amanecer?-

En ese momento Myung Ho no supo responder ¿es compasión? ¿lástima? ¿culpa? La verdad es que su corazón no estaba tranquilo y haberse mantenido en vela no ayudó en nada, tenía la excusa de hacer inventario en el almacén, pero dio tantas vueltas y vueltas a la misma lista, que más parecía deseo de ignorar lo que sea que pasaba por su mente.

-¿Por qué vienes, Won-...? - evitó decir su nombre - ¿Qué quieres de mí? -

-Quería preguntarte cómo estabas-... -

-¿Para corroborar que estoy justo como lo pensaste? Tú sabes exactamente cómo estoy...- lo interrumpió.

Won Woo se quedó callado. Podía intuir, por cómo Myung Ho resoplaba mientras calentaba la estufa, que estaba igual de estresado que él, tal vez más. Las manos le temblaban como si no estuviera seguro de lo que estaba haciendo, pero ha tenido una tienda de té desde hace mucho tiempo, ciertamente sabía qué es lo que estaba haciendo. Miraba desesperado el reloj y la ventana como si esperara a alguien o algo. Está inquieto, no está cómodo.

Cuentos de una hermosa juventud (SEVENTEEN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora