𝐌𝐎𝐂𝐊𝐈𝐍𝐆𝐁𝐈𝐑𝐃: 𝑬𝒎𝒎𝒂 𝑺𝒕𝒂𝒓𝒌 [TERMINADA]

10. 𝐏𝐫𝐞𝐨𝐜𝐮𝐩𝐚𝐜𝐢ó𝐧

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Capítulo Diez

Preocupación

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Solo había pasado media hora, pero a Emma la espera le estaba dando ansiedad, tenía miedo ¿Qué tal si le hicieron algo a Tony? ¿Y si le pasó algo a Pepper?, ella era la que la cuidaría si le pasaba algo malo a su padre.

Hace tan sólo pocas horas se había enterado como perdió a su madre, ahora no podía perder a la única familia que le quedaba.

La puerta de la oficina se abrió y entró una mujer.

— Hola, soy Maria Hill — entró y cerró la puerta. — Phil me pidió que te
cuidará— la pequeña castaña solo la miraba en silencio. — ¿Y tú eres?

— Emma — respondió casi en un susurró. — Emma Stark... ¿Todavía no hay noticias de mi padre? — le preguntó.

— No aún no.

Emma soltó un suspiro de preocupación.

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Rhodes llegó a la casa de los Stark para verificar que Tony estuviera bien, pero lo encontró tirado en el piso y muy pálido.

— Tony... Tony, ¿Estás bien? — dijo Rhodey acercándose a ayudarlo.

— Sí. ¿Dónde están Emma y Pepper? — le preguntó muy preocupado.

— Están bien. Emma está a salvo, en un lugar seguro... Y Pepper está con cinco agentes que están por arrestar a Obadiah.

— No van a ser suficientes — le dijo Tony mientras Rhodey lo ayudaba a ponerse de pie.

Luego de un rato Tony ya tenía puesto el traje arreglado.

— ¿Te puedo ayudar en otra cosa? — le preguntó Rhodes antes de que se fuera.

— Mantén el cielo despejado... Y luego ve por Emma — le pidió y salió volando.

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Mientras que para Emma los minutos pasaban lentamente al no tener ninguna noticia de cómo estaba su padre.

— Sólo espero que esté bien y que Pepps también esté a salvo — dijo Emma con la voz quebrada. — Él no puede dejarme sola... no otra vez.

— Tranquila pequeña, todo estará bien y no te quedaras sola, tú madre también estará bien — le dijo Maria Hill para calmarla.

Emma la miró levantando una ceja. Casi siempre la mayoría de personas pensaban que Pepper era su madre, por el cariño que se tenían. Si bien era lo más cercano a una figura materna que tenía, la castaña la amaba demasiado y estaba más que agradecida con todo lo que hacía por ella, pero nunca logró verla de esa manera, no sentía esa conexión madre e hija.

— Pepper no es mi madre — dijo entre pequeños sollozos, la mujer la miró confundida. — Mi mamá... murió cuando yo era bebé.

Hill iba a hablar cuando su teléfono comenzó a sonar, se levantó y se alejó un poco para contestar.

— Phil estás vivo — le dijo aliviada.
—¿Cómo salio todo?... Sí estoy con ella... Es probable... De acuerdo... Yo la llevaré... Bien, adiós — colgó y caminó hacia donde estaba sentada Emma.
—Pequeña, debo llevarte a tu casa — la ojiverde la miró desilusionada, esperaba que le dijera algo más, Maria le sonrió. — Están llevando a Stark a casa y no creo que le guste verte así.

Emma suspiro aliviada. — Gracias — le sonrió.

Se dirigieron al estacionamiento y la castaña vio una figura muy familiar.

— ¡Tío Rhodey! — dijo y fue corriendo hacia él, el mayor la cargo y Emma lo abrazo.

— Emmy, ¿Estás bien? — le preguntó luego de corresponderle el abrazo.

— Mi papá está vivo así que sí. Estoy más que bien, tío — sonrió la ojiverde.

— Yo me encargaré de llevarla a casa, muchas gracias — le informó Rhodes a Hill.

— De acuerdo, adiós Emma — se despidió Maria.

— Adiós señorita Hill, gracias por quedarse conmigo — le sonrió Emma.

— No fue nada, pequeña — la mujer le devolvió la sonrisa.

Rhodes abrió la puerta trasera del auto y subió a Emma, le ajusto el cinturón de seguridad y luego se subió al asiento del conductor, comenzando a manejar hasta la casa de la castaña.

Emma le pidió a su tío que le contará que fue lo que pasó.

Rhodey le contó todo lo que sucedió desde la pelea entre el traje de Tony con el de Obadiah, hasta de la explosión que hubo en la empresa.

Llegaron relativamente rápido a la mansión Stark.

Emma bajo con mucha prisa del auto y se adentró a la casa, yendo directamente hacia el taller. Allí estaba Tony siendo curado por Happy, mientras Pepper hablaba por teléfono un poco más alejada.

— ¡Papi! — corrió hacia él y lo abrazó.

— Auch... Estrellita con cuidado — se quejó el castaño adolorido.

— ¡No sabes el susto que me diste!... Ya van dos veces en la misma semana que casi me dejas huérfana — le reclamó Emma.

— Sí, lo siento, cariño — Tony sonaba muy cansado. — Te lo compensare, Marcianita ¿Qué tal una hamburguesa?

— Que sean dos y una gran orden de papas fritas... con helado de postre... Y todavía me sigues debiendo el auto
rojo— le dijo la castaña con firmeza.

— ¿No quieres nada más? — le preguntó Tony exagerando, Emma lo miró entrecerrando los ojos. — De acuerdo, tendrás lo que quieres — suspiró el castaño y aceptó. — No puedo decirle que no a esa carita — le sonrió.

Emma lo volvió a abrazar, pero esta vez con más cuidado.

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