𝐌𝐎𝐂𝐊𝐈𝐍𝐆𝐁𝐈𝐑𝐃: 𝑬𝒎𝒎𝒂 𝑺𝒕𝒂𝒓𝒌 [TERMINADA]

60. 𝐇𝐨𝐠𝐚𝐫 𝐃𝐞𝐬𝐨𝐥𝐚𝐝𝐨

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Capítulo Sesenta

Hogar Desolado

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Emma se levantó de la cama con mucha pereza, la luz de la luna ingresaba por los grandes ventanales de su cuarto en el Complejo; fue hasta el baño y se miró al espejo, tenía unas ojeras oscuras adornando su rostro. Vio la hora y apenas eran las 2 am, pero ya no podía seguir durmiendo, el sueño la había abandonado desde hace días.

Se apoyó en la puerta y se deslizó hasta quedar sentada en el suelo, abrazada a sus rodillas. Pensando, que eso es lo único que hacía últimamente, tratando de acallar las voces de su mente.

Nuevamente, el insomnio le ganó y salió a recorrer los pasillos del Complejo.
Estaba oscuro; totalmente oscuro. Aún así, Emma deambulaba por las instalaciones, sin propósito. Todo estába tan horriblemente silencioso. En otro momento le hubiera temido a la oscuridad y el silencio, pero ahora era mucho mejor no oír nada, a tener que oír las voces de su cabeza.

¿Quién era? ¿La Bruja del Infinito? ¿Una heroína? ¿La buena? ¿La mala? ¿Una Black? ¿Una Stark? ¿O quizas solo una simple chica de 15 años?

Tal vez no estaba destinada a pertenecer a ningún lado. Quizas no era lo suficientemente humana para eso. Tal vez era todo lo que siempre temió ser. A lo mejor era solo el monstruo que veía cuando cerraba los ojos.

Siguió caminando por los desolados pasadizos hasta llegar a las puertas que daban al gran patio verde.

A través de los inmensos ventanales pudo ver a las afueras, en el jardín, a una figura sentada bajo el gran árbol, siendo iluminado solo por la luz de la luna.

Ella salió y se acercó hacia donde se encontraba. Sus pies descalzos fueron recibidos por la fría hierba.

— Papi — lo llamó. — ¿Qué estás haciendo?

El hombre se encogió de hombros y levantó el vaso de vidrio.

— Intentando y no logrando emborracharme, Estrellita. Solo estoy en medio de la noche, actuando como si estuviera borracho — respondió con una queja lastimera —. Todo es un desastre. Ni siquiera puedo llevar el vaso a mi boca.

Sus ojos verdes se abrieron y sus labios dejaron escapar un fuerte suspiro mirando hacia la luna que los alumbraba. Sintiendo la brisa veraniega chocar contra su rostro.