Capítulo 4

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¿Practicar... practicar... practicar?

¿Malfoy quería practicar?

Los ojos de Harry se ensancharon tras sus gafas; tenía los brazos cruzados y pudo sentir sus dedos enterrarse fuertemente en sus bíceps. Distraídamente, se preguntó por qué se sentía tan nervioso.

-¿Practicar qué? –logró decir por fin. El rostro de Draco se sonrojó completamente y Harry observó con ligero regocijo que hasta sus orejas cambiaron de color.

-No puede ser posible que seas tan torpe –murmuró Draco, aún mirando fijamente hacia otro lado. Parecía que estaba evitando sus ojos.

-¿Quieres decir que realmente quieres hacerme una... una... una mamada más de una vez? –preguntó Harry incrédulo y un poco histérico. Las manos de Draco golpearon el escritorio y rápidamente lo rodeó para encararlo.

-No, Potter, definitivamente no quiero, pero tampoco estoy dispuesto a quedar como un tonto –dijo con una voz extrañamente calmada. Eso puso nervioso a Harry, porque el tono de su voz simplemente no concordaba con la abrasadora mirada de sus ojos.

-¿No te sentirías más como un tonto si todos se preguntaran por qué pareces ser tan bueno en eso? –preguntó Harry con voz débil. Se sintió triunfante cuando Draco parpadeó y aparentemente, analizaba sus palabras.

-No –decidió éste, y los hombros de Harry cayeron. –Sólo creerán que tengo un talento natural.

-O que eres naturalmente gay –respondió en un murmullo. Draco lo fulminó con la mirada y Harry inmediatamente se calló. –Y... ¿te gustaría practicar, entonces? –Draco asintió, sonrojándose otra vez. Harry suspiró y movió nerviosamente sus manos, buscándose entre la túnica hilos que jalar. Un incómodo silencio se apoderó del aula, y mientras Harry golpeaba ligeramente con su pie la pata del escritorio en el que estaba sentado, fue apenas consciente de que no había manera de presentarse a clase a esa hora. Luego se reprendió por pensar en asistir a clase cuando ahí estaban pasando cosas claramente mucho más urgentes. –Tú... eh, tú no quieres... -tragó, -practicar ahora... ¿o sí?

Draco lo miró asustado, casi en pánico, y Harry se sintió inexplicablemente aliviado. –Oh. No, ahora no –contestó. –Tenemos clases y todo eso, ya sabes –continuó diciendo, gesticulando vagamente con su mano. Harry decidió no hacerle notar que ya no había modo de que pudieran llegar a la clase a tiempo.

-¿Mañana, entonces?

-¿Mañana? –preguntó Draco en un tono agudo, y luego tosió para aclararse la voz. –Claro, mañana está bien. Sólo necesitamos encontrar una habitación en la que nadie pueda –se encogió de hombros, -entrar, y nos encuentre ahí.

-La Sala de los Menesteres –murmuró Harry, no muy seguro de querer realmente compartirla con Draco, pero luego recordó que él ya estaba enterado de eso, ya que el año anterior...

-¿Qué?

-La Sala de los Menesteres –repitió Harry, más alto esta vez. –Es... bueno, es dónde ustedes nos atraparon a todos el año pasado. ¿Recuerdas? –le preguntó no sin un poco de amargura en su voz. Draco resopló con arrogancia, levantando ligeramente la barbilla.

-Creo tener un vago recuerdo de algo por el estilo -respondió. Harry rodó los ojos.

-Sólo encuéntrame en el séptimo piso mañana. ¿Después de cenar?

-No puedo, tengo práctica de quidditch.

-Bien. ¿A qué hora terminas?

-A las ocho.

-Entonces a las ocho.

-Tengo que ducharme primero.

-¡Entonces a las ocho treinta! –dijo Harry duramente, sintiéndose muy cansado y de mal humor. Draco pareció ofenderse.

STARTS WITH A SPIN (traducción de Perla Negra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora