Su estómago había estado dando extraños saltos toda la mañana, su corazón parecía estar corriendo una maratón, y Steve no podía dejar de reír y sonreír allá a donde fuera, incluso la compañía de Tommy dejó de parecerle un incordio aquel día.
-Vaya, vaya, parece que alguien está contento -musitó Robin a su espalda antes de sentarse frente a él en la mesa
-Llegas tarde
-Ey, pelele, no eres el único con pareja en el instituto, disculpa si quiero enrollarme con mi novia un ratito antes de comer
Steve rio suavemente mientras le daba un nuevo mordisco a su sándwich.
-Eres tan romántica, Robin
-Más que tú seguro, don-hago-manitas-en-las-duchas -se burló la chica -Heather me ha contado todo porque obviamente Billy se lo contó todo
-¿En serio? -se sonrojó Steve -¿y...?
-Tranquilo, Príncipe Encantador, al parecer narró todo con muchísimo entusiasmo, fue un buen movimiento
Steve suspiró aliviado, no sabía exactamente cómo abordar una relación con Billy, con las chicas siempre estaba claro: tenían que verte con ella para que todo el mundo supiera que era serio y, usualmente las cosas sexys se demoraban un mes a menos que no fuese serio y la chica solamente te quisiera para eso. Pero con Billy todo era diferente porque él era un chico. Steve tenía claro que no podían hacer nada delante de la gente a menos que quisieran buscarse problemas, la gente seguía siendo así de imbécil, sin embargo, tenía dudas sobre aquello que podían y no podían hacer en la intimidad, no sabía si Billy se ofendería por ser demasiado directo en su interés, pensando que en el fondo solamente querría experimentar. Pero si el rubio lo había contado a sus amigos con entusiasmo es que no se había ofendido y había sido un paso correcto.
-¿Crees que él esperará algo más hoy? -preguntó Steve con una mirada nerviosa
-Creo que no tienes que pensar sobre lo que él espera o lo que tú esperas, Steve, simplemente tienes que relajarte y fluir con él, lo que tenga que pasar pasará y eso estará bien, sin más
El moreno asintió mordiendo levemente su labio, aún con nerviosismo.
-Pero compra condones y lubricante por si acaso -dijo de repente Robin entre risas, lo que provocó que el moreno golpease levemente su brazo -Mejor estar prevenido
El resto de la mañana pasó fugaz, Steve no tuvo oportunidad de encontrarse con el rubio en ningún momento, ni siquiera en el aparcamiento ya que Billy ya se había ido cuando él salió de clases. Tras dejar a Robin en su casa, el moreno llegó a toda velocidad a la suya queriendo recoger antes de que el rubio llegase, dejándolo todo limpio y ordenado, echando algo de ambientador de lavanda y poniendo unas cuantas velas de canela que su madre reservaba para sus baños. Dejó los deberes terminados y entró en la ducha para quitarse el sudor y el olor a producto químico, estilizando luego su pelo de forma perfecta y vistiendo sus vaqueros más ajustados y esa camiseta ceñida a sus hombros que Robin siempre alababa.
El timbre sonó poco tiempo después de que Steve terminara de arreglarse. Se asomó por la ventana del dormitorio de sus padres, el cual daba a la calle, pero no vio el Camaro por ninguna parte. Steve bajó las escaleras de dos en dos y abrió la puerta antes de que el timbre volviese a sonar, Billy apareció ante él, con el dedo ya extendido para llamar de nuevo. Se había arreglado el pelo, sus rizos estaban perfectamente definidos y se veían suaves y elásticos, su bigote perfectamente peinado, se había cambiado su pendiente y sus pestañas parecían aún más negras de lo normal. Llevaba unos pantalones aún más estrechos que aquellos que usaba en el instituto, una camisa burdeos tan abierta que Steve casi podía verle el ombligo, y una chaqueta de cuero que le hacía verse aún más fuerte si era posible. El moreno no sabía si desmayarse, babear, aullar o meterle dinero en la cinturilla del pantalón.
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{Happy} SCREAM
FanfictionHawkins (Indiana) 1984 Una tranquila y pequeña ciudad de Indiana perdida entre el bosque es asolada por una terrible ráfaga de asesinatos en serie Siete víctimas son brutalmente asesinadas en cuestión de pocos días incluso ante las narices de la pol...