1000 pulsaciones

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Todo el mundo odiaba los lunes, era el inicio de semana y había que volver al instituto después de un maravilloso finde, pero Billy Hargrove podía admitir con la boca abierta que amó ese lunes. Con una silla plegable abierta frente a la verja de metal que rodeaba la piscina, observaba con ojos hambrientos el entrenamiento del equipo de natación, su tobillo derecho apoyado sobre la rodilla izquierda, sus brazos al aire y sus dedos constantemente frotando sus labios para intentar calmar su hambre. Aplaudía y silbaba, gritaba y reía, animaba casi a rugidos a aquellos decentes e insultaba de forma cómica a los peores, todo el equipo de natación reía con él, animados por su presencia, pero el rubio solamente tenía ojos e interés para uno.

Steve se veía genial, mucho mejor que la última vez, el uso de prismáticos tras los arbustos no le hacían justicia, pero ahora Billy tenía asiento de primera fila. El moreno, con esos speedos verdes, el pecho afeitado y un gorro de plástico verde oscuro, parecía el dios griego de los océanos, con su pálida piel reluciendo bajo el sol de septiembre debido al agua. Trataba de esquivar su mirada pero tarde o temprano sus ojos siempre se encontraban y Steve no podía evitar la sonrisa que se dibujaba en sus labios, por mucho que tratase de ocultarla bajo su mano, ni podía disimular el color de sus mejillas, aunque lo achacase al esfuerzo.

-¡Hargrove!

El rubio apartó la mirada rápidamente al escuchar su nombre, el entrenador le observaba con expresión molesta a través de la verja, así que Billy sonrió prepotente y encantador, una mezcla que solamente él lograba encajar.

-A la orden, señor

-¿Sabe usted que esto no es un show? ¿Es que no tiene clases a las que asistir?

-Cancelaron mi clase, señor -respondió con voz enérgica -Y sólo quiero apoyar al equipo

El rubio logró ver cómo Steve reía levemente mientras rodaba los ojos, gesto adorable que se repitió en el rostro del entrenador, pero como señal de malos humos.

-Si va a estar ahí molestando, al menos sea útil, venga acá

Billy se levantó de un salto y dobló la silla dejándola apoyada en la pared antes de entrar al recinto de la piscina, asegurándose de pisar solamente el césped, y acudiendo al lado del entrenador con la mejor, y más falsa, expresión de no haber roto un plato en su vida. El entrenador le dio el cronómetro y le encargó quedarse en un extremo mientras él, sentado en una silla, estaba en el otro anotando los resultados y dando el silbatazo de salida. El rubio jugó levemente con el cronómetro en sus dedos haciendo reír al equipo, pero a él solamente le importaba ese moreno que, de alguna forma, hacia que se vieran increíbles el gorro y las gafas de natación.

Todos se pusieron en sus marcas y Billy, uno tras uno, le daba los tiempos al entrenador, cumpliendo con su deber, al menos hasta que llegó el turno del grupo donde estaba Steve, quién colocó las gafas sobre sus ojos con un leve guiñó que resultó más cómico que sexy. Joder, le encantaba este chico. El moreno, haciendo gala de porqué era el capitán, llegó en primer lugar con un tiempo que incluso sorprendió al rubio.

-Vaya, vaya, Harrington -dijo en voz baja mientras se relamía los labios -Estás hecho toda una sirena, ¿eres tan rápido en todo?

-Sé durar en lo que importa -musitó el moreno tomando su mano levemente, fingiendo que miraba el tiempo -Y tú eres un descarado

Billy movió sus cejas de forma insinuante mientras sonreía canino, Steve no pudo aguantar la risa y se alejó dándole un leve empujón en el hombro, el entrenador reclamó su atención molesto, así que el rubio, que no había mirado los tiempos de los demás, simplemente le restó unos segundos a cada uno. Cuando el entrenamiento acabó, Billy maldijo que solamente durase una hora, si fuera por él, se hubiera tirado todo el día viendo a Steve en bañador. El equipo se fue a las duchas que había en el interior y el entrenador, queriendo dejar claro que su participación en el entrenamiento era una especie de castigo, le ordenó a Billy recoger el material que habían usado, el cual solamente eran tablas y unas boyas de natación. El rubio observaba la verja atentamente, viendo como uno a uno se marchaban los componentes del equipo, pero el moreno no estaba por ningún lado, ¿cuánto podía alguien tardar en ducharse y cambiarse de ropa? Billy dejó el material guardado en el cuartucho sin llave, cosa típica de los pueblos, no tener miedo a que roben nada, casi le apetecía hacer desaparecer un par de cosas solamente por joder; entró entonces en los vestuarios, viendo el cesto de la ropa sucia lleno de toallas de piscina, pero lo que era más importante, una ducha que aún funcionaba. 

{Happy} SCREAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora