Cosechar un destino

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En la mañana, antes de realizar cualquier actividad y aprovechando que mi mente está fresca, realizo la lectura de afirmaciones, que me ayuda a visualizar aquello que necesito ver materializado en mi vida.

Al principio, cuando empecé a buscar herramientas alternativas para programación mental (además de mis prácticas habituales de meditación, mindfulness y yoga) encontré audios subliminales y afirmaciones diarias. 

Las escuché por un par de meses, sin embargo noté que tenía mucho mayor valor escribir con mi puño y letra, esas afirmaciones que sentía estaban en concordancia con lo que quería transformar, dentro de mis patrones mentales.

Paralelamente, practico el journaling que es una poderosa herramienta para liberar emociones y pensamientos que necesitan un canal de expresión creativa.

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Me levanto todos los días feliz porque me espera una jornada, llena de satisfacción interior.

Invierto todo mi tiempo, corazón y pasión en mis proyectos creativos; que son muchos.

Mantengo mi mente enfocada en todo lo que me llena de felicidad.

Difícilmente, me dejo distraer por cosas que están fuera de mi campo de visión y menos fuera de mi control.

Conforme voy viviendo me doy cuenta que mientras más invierto en mí, más rápido se manifiestan mis deseos.

De tal forma que puedo ver cómo prospero con dichos proyectos, que atraen éxito y abundancia, a todo nivel.

Recuerdo que, desde muy niña ya tenía noción de cómo hacer las actividades más mundanas, como lavar platos, atarme los cordones de mis zapatos, inclusive cocinar.

Hasta ayer, me di cuenta que he fluctuado entre la sensación de paz, a la sensación de correr por una amenaza aparente.

Es ahí cuando, regresan esos recuerdos de mi pequeña niña haciendo las labores de la casa, en el mismo momento que mi yo adulta, disfruta de la acción por sí misma; que causalmente acaba de ocurrir.

Me digo a mí misma ¨yo niña soy capaz de todo lo que me proponga¨ ¨La edad nada tiene que ver con quién soy, en esencia¨ ¨Gracias por la valentía demostrada¨¨Siempre me enseñas, gracias¨etc.

Lo que me hace comprender que, quizás la clave para andar en esa misma paz, es conectar más con esa niña. Entonces, recuerdo qué me gustaba hacer cuando niña.

Recuerdo mi caja de acuarelas, mis pinceles, mis materiales de pintura, mis muñecas, mi basto mundo interior, los libros que leía; básicamente, me recuerdo haciendo cosas en las que invertir tiempo, las hizo memorables.

Volver a recordar sin detalles específicos, me provoca una sensación de felicidad silenciosa, porque aparte que son actividades útiles, resultan que son las mismas que implemento en mi vida, hoy.

Eso quiere decir, que la capacidad de resiliencia que he desarrollado, se ha debido en gran parte a las decisiones que he tomado y a las rutinas que me han acompañado a lo largo de mi vida.

He sido muy adepta a las actividades físicas, juegos en equipo o acctividades en solitario, lo que justificaría el por qué, me he mantenido alegre. La producción de endorfinas, la adrenalina y todas las sustancias químicas que producen una sensación de bienestar en el cuerpo, son algunos de los beneficios de mi decisión por hacer deporte, incluido caminatas al aire libre o simplemente refugiarme en la naturaleza.

 Escuchar música, tocar algún instrumento, bailar o ponerla para que suene de fondo, ha sido la top elección que ha transformado completamente, mi realidad 3D.

Esto es algo que la mayor parte de la gente con quien compartí, conocen bien de mí.

La primera vez que leí esta frase, mi vida carecía de estructura; de eso ya hace ocho años.

«Siembra un pensamiento, cosecha una acción; siembra una ac­ción, cosecha un hábito. Siembra un hábito, cosecha un carácter; siembra un carácter, cosecha un destino», dice el proverbio.



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