Self love isn't selfish

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Las pequeñas decisiones que comprometen mi bienestar, traducida a salud en lo mental, físico y espiritual, con el paso del tiempo se han convertido en un palabra que resume todo; disciplina.

Eso me recuerda una frase que leí, hace años cuando estaba estudiando psicología con métodos poco ortodoxos y que más tenían que ver con obligarme a conectar, desde el corazón y desde la consciencia de quién soy, verdaderamente, en vez de la máscara o el personaje social que se comunica con todo cuanto lo rodea. O sea, vivir en presencia.

La frase decía ¨Siembra un pensamiento y cosecharás una acción. Siembra una acción y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino¨

Cuando lo leí, comprendí levemente el significado detrás de estas palabras, sin embargo, cuando miro atrás y a todas esas pequeñas decisiones tomadas, me doy cuenta que me han calado, profundamente.

Resumiendo, cada día desde ese capítulo que abrí en mi trayectoria de alumna y maestra de mí misma, he identificado con claridad qué cosas me aportan o qué  merece mi atención, mi preciosa energía y a todas aquellas que son innecesarias.

Por ejemplo, meditar al menos 30 minutos, en la mañana, adecuando el espacio en donde destino hacerlo y decidir qué tipo de detalles harán de la experiencia, muy satisfactoria en el sentido del cómo me harán sentir, que generalmente tiene todo que ver con ese bienestar, que menciono.

Poner un mantra, encender una vela, abrigar el cuerpo, beber agua o té, etc.
Eso es para mí, amor propio y que sirve de combustible para que yo pueda dar la bienvenida a un nuevo día.

Están bastante difundidos los beneficios, en el campo espiritual y científico de lo que ello aporta, por ejemplo, al darse ese tiempo de calidad, más que todo al iniciar la jornada, conlleva a mejorar la plasticidad cerebral, promueve la paz mental, se encuentran soluciones creativas a conflictos internos, mejora el ánimo, entre muchas otras.

De tal modo que, ese destino que estoy cosechando pudo haberse originado desde la decisión personal/individual, pero qué importante es hacerme cargo de mí misma, para evitar crear un caos innecesario en la vida de las otras personas, animales, cosas, seres? Nadie más lo hará por mí, excepto yo misma. 

Dicho de otro modo,  el Amor propio es una responsabilidad individual que repercute de manera colectiva.

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