Capítulo 7: Instintos.

2K 165 3
                                    

Los días continuaron pasando y nuestra relación se volvía cada vez más complicada y confusa. Lo que una vez parecía un vínculo entre una humana y un lobo, en el que yo era su dueña y él mi cachorro, ahora se volvía extraño cuando él también se veía como un humano.

Mientras Zien y yo nos sentábamos en la orilla de la laguna, sobre las rocas, quedé maravillada por la belleza de la noche. El cielo nocturno estaba salpicado de estrellas brillantes, como pequeños destellos de luz en la oscuridad. La luna, radiante y llena, se alzaba en lo alto, bañando el paisaje con su suave resplandor plateado.

La luz de la luna se reflejaba en la superficie del agua tranquila, creando un espectáculo mágico de destellos brillantes. Las ondas suaves se mecían suavemente, como si la laguna estuviera en comunión con el cielo estrellado. El ambiente estaba impregnado de una calma serena, como si el tiempo se hubiera detenido para permitirnos disfrutar de aquel momento especial. Siempre era así cuando visitábamos la laguna, de alguna forma, ese se había vuelto nuestro lugar especial.

El susurro suave del viento acariciaba nuestros rostros, llevando consigo el aroma fresco y embriagador de la noche. Sentados juntos, el calor de su pelaje contrastaba con la brisa nocturna, creando una sensación reconfortante y envolvente.

Observé a Zien, su figura delineada por la luz de la luna. Parecía tan en armonía con la naturaleza circundante, como si fuera una criatura mística que pertenecía a aquel escenario encantado. Bueno, técnicamente lo era.

Tal vez por haberlo estado mirando tanto, Zien, en su forma de lobo, comenzó a frotar su peludo rostro contra el mío, lamiéndome y haciéndome cosquillas con su manto oscuro. Era algo que siempre había hecho desde que nos conocimos, disfrutaba refregar su cabeza como su fuera un felino, pero en el momento en que acaricié su pelaje, ocurrió algo diferente. En un abrir y cerrar de ojos, su forma se transformó en la de un humano, sus ojos brillaban con una intensidad cautivadora.

Sin darle mucha importancia a su transformación, me envolvió desde atrás con sus brazos largos y, casi ronroneando, acercó su mejilla a la mía. Mis sentidos se agudizaron, el roce de su piel cálida contra la mía desató una avalancha de emociones desconocidas. Mi espalda chocaba contra su pecho pero él era lo suficientemente grande como para envolverme por completo.

—¿Qué sucede, por qué...? —pero antes de que pudiera terminar lo que iba a decir, sus brazos me apretujaron más fuerte.

De repente, sus labios tomaron el lugar de su mejilla y comenzó a dejar suaves y delicados besos sobre mi piel, primero en mi mejilla. No le impedí continuar, se sentía bien. Sus labios eran suaves y ligeramente húmedos. Lentamente descendió hasta la parte trasera de mi oreja, podía sentir como dejaba una estela de fuego en mi piel, y mi respiración se aceleraba al sentir su aliento cálido.

Cerré los ojos mientras Zien trazaba un camino de besos desde la parte trasera de mi oreja hasta mi hombro. Cada rincón de mi cuello fue explorado y adorado por sus labios, que se movían con una maestría cautivadora. El cosquilleo inicial se convirtió en una descarga eléctrica que recorría mi columna vertebral, despertando una sensación de deseo y lujuria que me dejó sin aliento. Nunca había sentido algo parecido.

Mientras sus labios se movían con suavidad, mi piel respondía a su contacto como si estuviera en llamas. Mis sentidos se agudizaban. Cuando separó sus labios, sentí nuevamente su aliento sobre la piel de mi nuca, lo que provocó que se me erizaran los bellos de todo el cuerpo. Parecía que le costaba respirar por la forma violenta en que su pecho subía y bajaba.

Quería convencerme a mí misma de que era solo un inocente juego de afecto, pero cada beso y caricia despertaba en mí una intensidad arrolladora. Traté de pensar en él como un canino que disfrutaba del contacto físico, pero ahora, convertido en humano, ya no se sentía igual. Más aún cuando no había dejado sitio sin besar de mi cuello.

WollifDonde viven las historias. Descúbrelo ahora