Capítulo 13: Reencuentro.

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Una vez fuera del territorio del rojo, adentrados en el bosque y rodeados de la exuberante vegetación salvaje, Zien jala a Xia hacia sus brazos, uniéndose en el abrazo que tanto habían esperado concretar. El lugar parecía un remanso de paz, solo interrumpido por el canto melodioso de los pájaros y el suave murmullo del viento que movía las hojas de los árboles. Los demás lobos continuaron su camino hasta la cueva, conscientes de la necesidad de privacidad que ambos requerían en ese momento tan especial.

Él entierra su rostro en el hombro de Xia y sus manos la aprietan con fuerza, como si quisiera fusionarse con ella y no dejarla ir nunca más. En ese abrazo, se siente completo, como si todas las piezas que faltaban en su ser se hubieran encajado finalmente.

—Apestas a vampiro —confiesa Zien, dejando entrever una pizca de celos en su tono de voz.

—No vuelvas a abandonarme —le advierte la castaña, aferrándose a él con determinación.

Las palabras de Xia golpean a Zien como dagas. La mira con ojos de cachorro, cabizbajo. Por supuesto que no la abandonaría, no volvería a confiar en nadie más que en sí mismo para protegerla. Pero, ¿cómo iba a saber qué tipo de personas eran sus padres? Solo había oído hablar de los humanos a través de Meir y Zac, y sus percepciones eran contradictorias.

Meir tenía una opinión muy negativa de los humanos, advirtiéndole una y otra vez que no se acercara a ellos, pero sin proporcionar información sustentable. Zac, por su parte, le había contado que los humanos tenían algo parecido a una manada, a la que llamaban "familia", con la cual compartían un vínculo de sangre. Jamás se hubiera esperado que una familia pudiera intercambiar a uno de sus integrantes por joyas. Además, no entendía la finalidad de ese tipo de transacciones.

Cuando decidió abandonar el pueblo y no regresar, debido a que no confiaba en su propio autocontrol en relación con Xia, dejó a Kazir a cargo de vigilar a su humana. Confiaba en su manada, pero cuando Kazir le informó que Xia había sido llevada a la mansión de la colina, donde él habitaba, sintió una furia irrefrenable. Estuvo a punto de arrancarle el cuello, pero Zac y Meir lograron detenerlo a tiempo.

Ahora que Xia estaba frente a sus ojos, toda su furia se había disipado. Kazir era joven y distraído, y él le había confiado una tarea demasiado importante. Debería haberse ocupado personalmente de proteger a Xia, pero se había mostrado débil.

Convertido en lobo, Zien carga a Xia en su espalda y la lleva de regreso a la cueva, donde podrán tener una conversación largamente esperada. La castaña se aferra al canino como si su vida dependiera de ello, pues ha descubierto que en algún punto realmente lo hace.

Al llegar a la gran pila de rocas donde descansan cada noche helada, Kyok corre hacia ellos, saltando hacia Xia y lamiendo su rostro de manera juguetona. El lobo anaranjado se había acostumbrado a la presencia de Xia y había sufrido casi tanto como Zien durante su ausencia.

Para sorpresa de Zien, se ve poseído por su propio instinto posesivo. Nunca antes había sido tan celoso con respecto a Xia, pero ver a Kyok mostrando tanta cercanía con su humana desencadena una reacción involuntaria. El lobo envuelve a Xia con sus brazos humanos, alejándola de Kyok, como si quisiera ser el único en ser tan íntimo con ella. El rubor sube a sus mejillas cuando la humana lo mira sin entender que sucedía.

De repente, Xia recuerda la herida que Gieviv había causado sobre él. Rápidamente se suelta de su agarre y le levanta la camiseta. Tres marcas de arañazo yacen en su omoplato, no se ven como si pudieran matarlo, pero si se nota su profundidad.

—Estas herido —dijo en voz alta Xia, y Zien vio la oportunidad perfecta para arrastra de regreso al bosque, en dirección a la laguna. Sabía que ese lugar es especial y que allí nadie los importunará.

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