Capítulo 29: Linaje parte 1.

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Cinco meses habían transcurrido desde que Xia recibió la noticia de su embarazo, y durante ese tiempo, había encontrado tranquilidad y serenidad junto a la manada que consideraba su familia. Sin embargo, esa paz estaba a punto de ser sacudida por una serie de acontecimientos inquietantes que se desarrollaban en la tribu del norte. En la mente de Grand Obaba, la anciana sabia y visionaria de la tribu, se habían manifestado horribles pesadillas y visiones perturbadoras.

Se encontraba en lo más profundo del bosque, envuelta en la oscuridad de la noche. Un viento helado soplaba a su alrededor, susurrando sombríos presagios en cada rincón del bosque. Los árboles se mecían amenazadoramente, como si estuvieran imbuidos de vida y maldad.

Entonces, emergiendo de las sombras, apareció una figura macabra y siniestra. Era una criatura roja, que emanaba un aura de oscuridad y malevolencia. Sus ojos, de un rojo intenso y despiadado, parecían arder con el fuego del infierno. El cabello castaño de la criatura estaba empapado en sangre fresca, que goteaba lentamente hacia el resto de su cuerpo.

La visión de la criatura hizo que el corazón de Grand Obaba se acelerara y un escalofrío recorriera su espina dorsal. Podía sentir el mal que emanaba de esa abominación, como si fuera una fuerza cósmica que buscaba desgarrar la armonía y sembrar el caos.

Los ojos de la criatura se fijaron directamente en ella, como si pudiera percibir su presencia en aquel plano onírico. Un rugido gutural y desgarrador llenó el aire, helando la sangre de la anciana. La criatura se abalanzó hacia ella con una ferocidad desenfrenada, sus garras afiladas brillando bajo la luz de la luna.

Grand Obaba intentó huir, pero sus piernas parecían estar atrapadas en arenas movedizas. El miedo la paralizaba, convirtiendo cada movimiento en un esfuerzo titánico. La criatura se acercaba cada vez más, su aliento fétido y cargado de maldad invadiendo el aire.

Finalmente, cuando estaba a punto de alcanzarla, Grand Obaba despertó. Su cuerpo cubierto de un sudor frío y sus pulmones estaban luchando por encontrar aire. El terror de la visión seguía envolviéndola, y su corazón latía desbocado en su pecho. El aire parecía escaparse de sus pulmones, atrapado en un espiral de miedo que parecía no tener fin. Cada inhalación era un esfuerzo supremo, como si una mano invisible oprimiera su pecho impidiéndole respirar.

El sudor perlaba su frente arrugada y sus manos temblaban incontrolablemente. La habitación parecía encogerse a su alrededor, asfixiándola. El mundo exterior se difuminaba mientras sus sentidos se veían dominados por la sensación de angustia y opresión. El simple acto de pensar se convertía en una tarea agotadora, como si su mente se encontrara atrapada en un laberinto oscuro y sin salida.

La anciana buscaba desesperadamente controlar su respiración, pero sus esfuerzos eran en vano. La falta de aire le recordaba la vulnerabilidad de su existencia, la fragilidad de su cuerpo anciano ante la vorágine de las visiones y el destino incierto que parecía acechar a su amada manada. El miedo la paralizaba, haciéndola sentir impotente y vulnerable frente a los presagios sombríos que se cernían sobre ellos.

El tiempo parecía detenerse mientras luchaba por recuperar el control. Cada segundo era una eternidad, cada latido de su corazón resonaba en sus oídos como un tambor ensordecedor. A medida que su respiración se volvía más agitada, el vértigo se apoderaba de ella, haciéndola sentir que el suelo se desvanecía bajo sus pies.

Finalmente, tras una ardua batalla interna, su cuerpo comenzó a ceder a su voluntad y la respiración se fue normalizando lentamente. El latido desbocado de su corazón se aquietó, aunque aún resonaba con fuerza en sus oídos. El sudor se evaporó de su frente, dejando una sensación de humedad y agotamiento.

Fue entonces cuando Cassius entró apresuradamente en la cabaña, alarmado por los disturbios y los sonidos entrecortados que había escuchado. Su mirada se encontró con la chamana, y la preocupación se apoderó de él al ver su estado.

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