Capítulo 21: Pasado.

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Salieron apresuradamente de la cabaña, encontrándose con el resto de la manada, que también parecía alarmada. Un olor particular invadió el aire y alertó a todas las tribus. El olor a rojo.

Kazir, visiblemente alarmado, rompió el silencio con una pregunta urgente.

—¿Cómo es posible que una de esas cosas haya llegado tan lejos?

—No pudo pasar por la cueva come almas, pero está cerca —le respondió Zac, que por contrario a todo el mundo, parecía sumamente relajado, incluso somnoliento.

La mención de aquel lugar, que parecía haber sido una barrera infranqueable para el intruso, despertó la memoria de Xia. ¿Era ese el nombre de la oscura fosa que atravesaron previamente y que le había dejado sin aliento? La curiosidad crecía en su interior, pero antes de poder indagar más, un segundo aullido resonó en el aire, interrumpiendo sus pensamientos.

—Ve, yo me quedo con ella —sugirió Zac, colocándose a un lado de Xia. Zien asintió en respuesta, se acercó a la castaña y depositó un beso de despedida en su frente. Y luego de una sonrisa tranquilizadora, se dirigió hacia el bosque junto al resto de los lobos, desapareciendo entre la densidad de los árboles.

Xia se sentía intranquila y nadie se detenía a explicarle lo que sucedía. Incluso Kyok, el más joven de la manada, se unió a los demás, a pesar de que normalmente debía quedarse junto a ella por su inexperiencia. Observando la partida de los lobos, Xia no pudo contener su inquietud y dirigió una pregunta a Zac, quien parecía destinado a permanecer a su lado en silencio.

—¿A dónde van? —preguntó, una vez más, buscando respuestas en los ojos del lobo.

—Apesta a rojo, y como este territorio está prohibido para ellos, los lobos han salido a cazar.

La mención del olor a rojo hizo que Xia recordara su propia condición y el origen de la sangre en su interior.

—¿El olor no proviene de mí? Después de todo, hay sangre de rojo en...

—Para nada, en este mismo instante apestas a Zien —la interrumpió Zac, burlándose. Una sensación de incomodidad la invadió, y sus mejillas se colorearon ante el recuerdo de los momentos íntimos que compartió con Zien antes de ser interrumpidos.

Intentando cambiar el rumbo de la conversación, Xia examinó el bullicio de los lobos preparándose para la caza. Parecían frenéticos y excitados ante la perspectiva.

—Lamento que tuvieras que quedarte y perderte de toda la diversión por culpa de mi inutilidad... —murmuró Xia, en un tono apenado.

Zac la observó con atención durante un instante, pero luego relajó sus brazos detrás de la cabeza, mostrándose completamente relajado.

—Nah, te utilizo como excusa para tomarme unas pequeñas vacaciones de todo eso. No es como si me gustara salir a cazar de todas formas —sus palabras sorprendieron a la humana, quien no supo si el lobo estaba siendo sincero o simplemente trataba de reconfortarla.

—Pensé que a todos los lobos les gustaba cazar, que era parte de sus instintos o algo así...

Zac dejó escapar una risa suave y respondió con demasiada sinceridad.

—El único instinto que corre por mis venas todo el tiempo, es el de dormir.

A pesar de las palabras reconfortantes de Zac, Xia se veía a sí misma como una carga, una frágil humana que no podía defenderse ni proteger a nadie. El lobo captó su tristeza en la mirada y decidió hablar para cambiar su perspectiva.

—Tampoco creo que seas inútil. Antes de tu llegada, las cosas eran muy diferentes, especialmente con respecto a Zien... —sus palabras despertaron una profunda curiosidad en Xia. Ya había escuchado a Kyok y Meir mencionar algo similar antes.

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