Las farolas en la calle aún no están encendidas mientras Steve camina en dirección a su casa. La gente se ve más cansada que en la mañana, pero andan a su propio paso, sin presión de ganar o perder segundos. Steve mira su reloj, tiene ralladuras en la luna y la correa esta desgarrada. Bucky ha dicho que le regalara uno nuevo para fin de mes, pero él argumentó que mientras el reloj diera la hora, daba lo mismo como se viera. Como en ese momento, en el que indicaba el tiempo suficiente para llegar al final del turno de su madre en el hospital. Solo si se apresura.
Llega justo cuando grupo de enfermeras salen por las puertas del personal. Aunque su madre
tiene puesto un sombrero, logra diferenciar el cabello rubio paja que él heredó. Se apresura
acercarse. Cuando ella lo nota, su sonrisa ilumina esa tarde que se torna oscura.—Steve, hijo. —Su madre se acerca, pero al llegar a su altura arquea una ceja—. ¿Sucedió algo?
—Nada mamá —niega Steve con la cabeza—. Solo vine a buscarte para llevarte a cenar.
Las demás enfermeras detrás empiezan a reír y cotillear: "que buen hijo", "se ve encantador", "es igual a la mamá, bien hecho". Su madre rueda los ojos, pero sonríe.
—Bien, imagino que no puedo negarme.
Se despiden de las demás mujeres y toman un camino diferente. Steve ofrece el brazo a su madre y ella lo recibe gustosa. Mientras hablan sobre su día, caminan hasta un restaurante donde su madre le cuenta que tiempo atrás el padre de Steve la llevaba almorzar los fines de semana.
Antes, antes de casarse y tenerlo, antes de la guerra y el luto.
—A veces decía que extrañaba Irlanda —dice su madre cuando se sientan en una mesa para dos—. Yo también lo extrañaba.
Steve sonríe. Hablan un poco más y cuando su madre pide el plato más barato, Steve protesta.—No, hoy comerás filete.
—Hijo, eso cuesta una fortuna y en si ahora los precios aquí son una fortuna —responde ella
mientras observa con desaprobación el menú.Steve que había previsto alguna respuesta así, llama a la camarera y pide filete para su madre y arroz con verduras para él. Cuando se vuelve, un par de severos ojos lo miran.
—¿Yo comeré carne y tú verduras? Claro que no, jovencito.
Al final, su madre le comparte un trozo de carne y le dirige otras de sus miradas inquisidoras. No obstante, minutos después su madre está riendo mientras le
cuenta algunas ocurrentes historias sobre sus compañeras en el hospital. Ella parece brillar, incluso más que todas las luces de aquel restaurant. Y Steve, mientras la escucha y contempla, sueña con verla siempre así de contenta, sonriendo hasta sus ojos azules. Quizás es
más como una promesa.✨✨✨✨
(๑•﹏•) Está parte venia con el capítulo anterior, pero como que se me paso... oh dios, xD
Gracias por los votos! Y leeres vuestros comentarios (. ❛ ᴗ ❛.)
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Diecinueve
Fanfiction"Tu madre se llamaba Sarah y tú te ponías periódico en los zapatos." Hay dudas si lo que tienen es una relación, si dará frutos. ¿Son más que amigos y menos que una pareja? los 30s no tienen respuestas. Continuación de Dieciséis.