Bucky llega al piso de Steve con la nariz metida en la bufanda y los dedos entumecidos por sostener la bolsa de papel. Es sorprendente como la temperatura ha descendido bruscamente en un par de horas. Incluso tocar la puerta se vuelve difícil, pero no le importa insistir cuando nadie abre.
De repente, una idea sacude su mente: Steve sin poder levantarse. El pánico lo impulsa actuar con rapidez. Baja del apartamento, rodea el edifico y sube las escaleras de incendios hasta llegar a la ventana de la sala de los Rogers.
La primera vez que se deslizo por esa ventana fue una vez, de muchas veces, en el que Steve no asistió a clases durante la primaria, con el tiempo, la ventana lo esperaba listo para ser abierto. Esta vez tiene seguro y debe tocar. Está por maldecir al tercer intento, cuando ve una figura a través del cristal. Cristo, gracias. Steve tiene sobre sus hombros una manta que arrastra mientras se acerca. Hay incredulidad en su mirada, lo que Bucky responde agitando una mano mientras sonríe.
—¿Qué haces aquí? —pregunta Steve, ni bien abre la ventana.
Pero Bucky no responde. Está quieto, está centrado en pálida piel y profundas ojeras de su amigo. En el movimiento de su pecho. La respiración de Steve es como si en lugar de haber caminado hasta la ventana hubiera corrido de ida y vuelta por el puente Brooklyn.
—¿Qué te paso a ti? —pregunta y falla en sonar calmado.
Steve se encoge de hombros y le da pase. Bucky le da la bolsa de comestibles y luego, con dificultad, logra entrar. Después de todo su cuerpo ya no es la de un niño.
—¿No fuiste a trabajar? —Steve se aleja, despacio, y deja la bolsa sobre la mesa.
—Se paralizo la obra.
—Oh, lo lamento —Steve se da vuelta, parece que apenas puede respirar.
Bucky no sabe si es por la impresión o por lo que sea que le ha dado ahora. Dios, quizá debió estudiar algo sobre medicina en lugar de buscar reparar autos. Pero incluso solo la idea es tan cara como para siquiera considerarlo.
—Está bien, encontré un nuevo trabajo, empezare el lunes.
—¿En serio? —Steve sonríe, pero de inmediato se cubre la boca y toce.
Bucky aprieta los labios, y saca una de las conservas de manzana de la bolsa antes de dirigirse a la cocina.
—¿Qué sucedió? —pregunta, mientras abre el cajón donde guardan las cucharas.
—Que te digo, Buck, lo mismo de siempre. Un poco de fiebre y lo demás —responde Steve con un tono indiferente.
Silencio. Bucky regresa a la sala y encuentra a Steve sentado con la vista en la ventana. LA nieve a comenzado a caer de nuevo.
—Te pregunté ayer si estabas bien —le recuerda Bucky, y le ofrece a su amigo la conserva.
Steve alza la mirada, sus ojos azules se ven trasparentes, cansados y desafiantes. Bucky no quiere pelear, no ahora, por lo que insiste con la conserva. Steve lo recibe y agradece en un murmuro.
—Estaba bien, ayer, cuando nos despedimos —explica Steve, mientras escarba en el aperitivo.
—Claro.
—No pensé que iba empeorar, como sea, ahora debo aprovechar en descansar para mañana regresar al trabajo —responde y se levanta, para dirigirse hacia su habitación.
Bucky por supuesto lo sigue. Queriendo enfadarse más, pero decide usar la energía para mofarse.
—Bueno, no te preocupes por eso —comenta arrastrando las palabras—. Tu jefe dijo que te mejores antes de volver.
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Diecinueve
Fanfiction"Tu madre se llamaba Sarah y tú te ponías periódico en los zapatos." Hay dudas si lo que tienen es una relación, si dará frutos. ¿Son más que amigos y menos que una pareja? los 30s no tienen respuestas. Continuación de Dieciséis.