"Te juro que es verdad"

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(Avance del próximo capítulo, este fin de semana)

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(Avance del próximo capítulo, este fin de semana)

(Narra ******)

Siempre he odiado a los magos.

En primer lugar, solo hay tres cosas en este mundo que realmente le interesen a los magos: Las chisteras, los conejos y las barajas.

Las chisteras son unos sombreros muy antiguos que pasaron de moda hace mucho tiempo. No hay manera de que una chistera le quede bien a alguien, y eso incluye a los magos. Por eso los únicos ejemplares de chistera que quedan en el mundo habitan en sus cabezas.

Los conejos son unos animales que intentan asemejarse a los peluches, pero que de ninguna manera son peluches. Porque un peluche no te muerde, ni gruñe, ni deja bolitas marrones allá donde vaya.

Las barajas te permiten jugar a infinidad de juegos, pero ni ese uso le dan los magos, solo se dedican a enseñártelas y preguntarte estupideces. Por eso esas barajas solo les gustan a las abuelas y a los estafadores.

En cierto modo, tiene sentido, ya que aquel mago era un estafador.

Fue une estafa porque pidió algo, y dijo que haría algo a cambio, pero no lo hizo su parte del trato. Una mentira en la que pierdes algo es lo que puedes llamar estafa, no truco de magia.

A papá no le gusta hablar de esa noche, ni del truco, ni del mago. Pero no te preocupes, que yo te lo explico.

Verás, mis padres habían salido aquella noche a divertirse a Portsmouth, a una especie de club nocturno, donde solían cenar y ver espectáculos de lo que fuese todos los fines de semana. Uno de magia, en este caso. 

Allí estaba el mago, con su chistera de hace tres siglos, su conejo cagón y su baraja digna del estafador que era.

Un mago con un nombre terminado en "inni", como todos los magos. Antoninni, Victorinni, o cualquier otro nombre estúpido. También tenía el pelo negro y engominado, y un bigote en punta.

Tras jugar un rato con su baraja grasienta, Loquesea-inni presenta su truco estrella para la noche: Una caja negra, con dibujos rojos y plateados a los lados, algo así como flores y lineas curvas. Afirma que hará desaparecer a una persona esa noche.

Se acerca al borde del escenario, y pide un voluntario para su truco. O voluntaria.

Una lástima que añadiese ese "o voluntaria", porque quizás, si no lo hubiese añadido, la historia sería distinta. Pero el mago, como es mago, lo añadió. 

Loquesea-inni mira al público, observa varias manos alzadas, voluntarias para el truco. Sonríe y señala: ¿quién es la afortunada? La mujer rubia sentada en segunda fila, que está tan ilusionada por participar que incluso se ha levantado de su silla, para que el mago la vea mejor.

Aunque yo no la llamaba "la mujer rubia en segunda fila que nosequé nosecuantos". Yo la llamaba "mamá".

Mamá sube al escenario. Las luces se vuelven violetas. El mago le pide que entre en la caja negra dispuesta sobre una mesa, le toma de la mano para ayudarla a entrar en esta, y cierra la tapa.

Hace un par de pases, cuatro palabras de mago. Las luces cambian. Abre la tapa de la caja, y mamá no está. ¡Ha desaparecido! El público aplaude a rabiar por semejante idiotez.

El mago dice que ahora la hará aparecer de nuevo. Hace los mismos pases de mago, las luces cambian otra vez. Abre la tapa de la caja, y mamá... ¡no está!

Pudo parecer una de esas bromas que hacen los magos, fingiendo que el truco no ha salido bien. Pero, por la reacción de Loquesea-inni, no es el caso.

El mago ríe nerviosamente, traga saliva, se seca el sudor con la capa, y lo intenta de nuevo.

No me apetece contar los cientos de veces que el mago repitió los pases, que las luces cambiaron y que volvió a abrir la tapa de la caja, siempre vacía.

Y mamá nunca volvió. Ni a la caja, ni al club, ni a su mesa.

Ni a casa.

Así que ahora debe de estar flotando en un espacio desconocido, indeterminado, rodeada de palomas, pañuelos, cartas y todas esas cosas que hacen desaparecer los magos.

¿No me crees? Te juro que es verdad.

Pero tampoco te sientas mal por no creerme, papá tampoco lo hace del todo, a pesar de que era él quien estaba en el club con mamá. A veces me dice que no le cuente eso a la gente, pero yo sí lo hago. 

Quizás alguna parte de la historia no sea completamente verdad, pero me gusta más contarlo así, con el mago, porque es menos triste y más emocionante.

Quizás demasiadas partes no son verdad... Quizás por eso el mote de "****** La Mentirosa"...

¿Pero qué importa? ¿Por qué voy a contar una verdad triste, si en el fondo a nadie le gusta, y puedo contar una mentira, que puede ser lo que yo quiera?

Pues ahí queda eso. Ahí queda la razón por la que papá y yo nos mudamos, y ahora vivo sola con él. Porque a mamá la hizo desaparecer un mago. Te juro que es verdad.

 Te juro que es verdad

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