11. Bicho raro.

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Creep sonaba en medio de mente que imaginaba un sin fin de situaciones en las que Frank podría estar con aquella chica  Bonnie. La enfermera. Acariciando su vientre frente al espejo, con la muy visible curvatura, colocando sobre sus manos un poco de crema anti estrías, repasando con sus dedos sus caderas. Aún recuerda el bochorno de ir al super mercado por ella. Le hubiera pedido a Frank que se la compre, pero estaba demasiado orgulloso en los últimos días. Él mismo se había portado como un idiota, tratando a Frank con indiferencia, una que él mismo tatuado no parecía captar, lo cual terminaba haciéndole enfadar aún más.

Quería preguntar, ¿por qué carajos le tuteaba a aquella enfermera?, ¿por qué razón le llamaría después?, ¿por qué había quedado con ella para salir?

Se enteró de que se vería con ella esa tarde debido a que logró oírlo detrás de la puerta semi abierta de su habitación. Ahora resulta que se había convertido en un chismoso sin reparo, espiando a hurtadillas sus pasos. Pero bien le dijo su madre alguna vez, recuerda cuando joven, el que busca encuentra. Ella lo había usado cuando un pequeño Gerard de ocho años se entrometió en su armario para averiguar cuál era su regalo de navidad. Conocía a sus padres muy bien para saber dónde lo ocultaban.

Ahora, con veintiocho años en curso, sabía que aquello era mala idea, y sin embargo, no podía parar.

Fue cuando Frank al fin salio de casa, no sin antes preguntar si le gustaría algún postre de su tienda de donas favorita, respondiendo con frialdad en negación, y con los ojos avellanas de Frank tristes ante su apatía, saliendo de casa con un simple "regreso más tarde", que decidió armarse de valor, vestirse con una sudadera negra de Nike  y unos pantalones, de los últimos que le quedaban, desgastados de mezclilla, colocándose a duras penas sus converse, pidiendo un taxi, para hacer lo que en su vida creyó que seria capaz. Seguir a alguien.

Era ridículo, pero si algo sabía, es que su tienda de donas favorita sólo se encontraba en la plaza Newland, a unos cuantos kilómetros de ahí. Frank le había dado una pista, sin pensarlo seguramente, de donde estaría. Y él estaba ahí, siguiéndole.

No fue muy complicado encontrarle después de todo. Le sorprendía que de hecho, se encontraban justamente en la tienda de donas. La chica, ahora vestida de civil, se reía de cualquier cosa que estuviera Frank diciendo. Ambos miraban el menú y hablaban. Él los miraba desde una isla que vendía postales y otras cosas. Miraba poco entusiasmado las mismas mientras volteaba a ver, poco disimulado la situación. Salieron de la tienda con un par de bolsas en mano, que se les juntaba con otras bolsas de supone él, otros establecimientos a los que habían ido, no podía distinguir los nombres de las marcas, pero fue inevitable continuar tras ellos hasta que entraron a otra tienda un poco más diversa.

Trató de espiar por el ventanal, y fue entonces que se dio cuenta de que no había visto el letrero de la entrada. Era una tienda de juguetes... sexuales.

Sus mejillas enrojecieron, era algo inaudito. Pasó por todas las fases del duelo, al final solo quedó la resignación, que volvió a ser tristeza, e ira. Sin quedarse a ver que más harían, debido a que su última vista de ambos fue mirar como críticos aquella zona de vibradores, se alejó de ellos hasta la zona del comedor.

Pasó a McDonald's, comprando un sunday de chocolate, sentándose en una de las sillas vacías del comedor. Comía el helado con mucha furia, y el torbellino de lágrimas acumulándose en sus ojos, y justo cuando terminaba el helado, decidió volver hacia esa tienda y confrontarlos, casi lo descubren al encaminarse hacia donde se encontraba, viendo como pasaban frente suyo, retornando hasta chocar con alguien más.

—¡Lo siento!—cerró los ojos un momento, y al abrirlos, se sorprendió de observar a Jared. Este le miró con esos ojos azules bien abiertos, impresionado. Se relamió los labios y le sonrió—. ¡No estaba espiándole!

—¿A quién espiamos?—sus manos seguían sosteniendo su cuerpo por los costados, y él lucia nervioso.

—A nadie—murmuró por lo bajo. Estaba algo anonadado—. A Frank—. Confesó.

—¿Ocurrió algo?—su voz sonaba suave, comprensible. Eso solo le hacía sentirse más confiado hacia él.

—Supongo que tenias razón—decirlo en voz alta era más complicado de lo que imaginó. Jared pareció lamentarlo, y acarició entonces suavemente sus mejillas, antes de responder.

—¿Quieres continuar?—quería decir que no. Pudo hacerlo. Pero ya estaba más que estancado.

—Si.

Jared caminó junto a él, hasta que porfin localizaron donde se encontraban aquel par. Ambos estaban en la fila del cine, comprando un combo. Gerard se sintió ofuscado a ese punto, cuando las risas entre ellos, más que cómplices, irradiaban tanta confianza como para que ella tuviera iniciativa de tocar su hombro  susurrando algo a su oído. Aquello lo terminó todo.

Había tenido mucha valentía de llegar hasta ahí. Al final, solo aceptó la invitación de Jared de llevarlo a casa. El silencio inundó el automóvil hasta que le habló:

—¿Qué piensas hacer?

—Nada. No quiero hacer nada, en realidad. Solo ir a casa—su estómago hizo un ruido que esperaba no ser oído. Mordió su labio y le miró apenado.

—¿Pasta?—aquello le trajo recuerdos. Era algo de lo que siempre salían a comer cuando estuvieron juntos. La pregunta era hasta inútil, ya que siempre que salían, comían pasta. Excepto en fechas especiales, pocas para el tiempo que duraron.

—Pido Carbonara.

Jared no se pasó de más, ni dijo ningún comentario acerca de Frank, solo le preguntaba por su embarazo, por su trabajo, y su salud. Él decidió confiarle lo de su hermano, y hasta le convenció de volver a hablarle, por lo que en ese momento le mandó un mensaje a Michael. Comieron y tomaron te helado en vez de vino, debido a su condición, sin embargo le importó muy poco. Se sentía agradable ser escuchado por alguien neutro.

Caminaron un rato y él continuó escuchando, incluso al llevarlo a casa, dejándole en la puerta, ni siquiera intento sobre pasarse.

—Agradezco lo que hiciste hoy por mi—le miró con una pequeña sonrisa, Jared solo asintió.

—Gerard—de nuevo le miraba de esa forma intensa, la cual hizo que se enamorara de él—, quiero volver a verte.




—¿Dónde estuviste?—era gracioso oír a Frank decir algo como eso, sobre todo por lo que vio aquella tarde en el centro comercial.

—Por ahí.

—¿Por ahí?, de acuerdo, te mandé varios mensajes, estaba preocupado.

—Estoy bien.

—No te haría mal enviarme un mensaje la siguiente, Gee. El bebé—

—Me encontré con—hizo una pausa—, Jared.

—¿Jared?, tu ex novio—aquello le trajo recuerdos, la mirada consternada de Frank le demostró que pensó lo mismo.

—Me invitó a salir, y acepté.

Pareció meditarlo largo tiempo, con la mirada fija en él. Se vio por un momento muy sorprendido, para después relamerse los labios y asentir.

—Bien. Iré a tomar una ducha—retrocedió un par de pasos antes de tomar algo de la mesa a unos pasos atrás de ambos—. Es con chocolate y queso crema.

Le entregó una bolsa con una dona dentro, reconocía que era de su tienda favorita. Sonrió amargo, escuchando sus pasos alejarse de él.

No sabia que había pasado.

Amigos~ Frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora