Mientras su cabeza le daba vueltas, con el camino diverso frente a sus ojos dirigiéndose al hospital, el taxista preguntando por una canción en la radio que nisiquiera había escuchado, y él volcado de su estómago. Miraba su reflejo en el vidrio desde su asiento, con los ojos demacrados, la piel aún más pálida que el día anterior.¿Desayunó esa mañana?, quizá se había enfocado más en la triste evasión de Frank.
Ya tenia demasiadas náuseas, así que cuando vio como vendían hot dogs a las afuera del hospital, aquello solo le hizo vacear sus jugos gástricos en el basurero de la entrada.
— Buen día, busco a la doctora Williams — anunció. La recepcionista le miró preocupada y él asintió —. Si ya se, me veo del asco. ¿Puede decirle que Gerard está aquí?
Ella asintió apenada tomando su teléfono y marcando la extensión.
— Espere un momento, en unos minutos le recibe — él asintió poco amistoso, caminando hacia la sala de espera. Solo ahí notó los rostros de las personas sentadas ahí. Era como ver un mural de caras tristes, y enfermas, claro. Él podía hasta competir por el mejor puesto.
Alguien le miró y le ofreció un vaso de agua enseguida, era como temer a que se deshiciera en cualquier momento.
— Gerard, adelante — caminó dentro del consultorio, tomando asiento tal como ella le pedía. Pudo mirar su juego de canicas danzantes y las paletas a un lado de ella, todas de sabor naranja. De repente le gruñó más el estómago.
— ¿Hay alguna novedad? — preguntó entonces, tragando duro, se rascó la nuca y le miró esperanzado —. Dígame que es solo una gripe molesta —. Ella le miró algo desalentada, apretando los labios y colocando hacia él unos papeles.
— Gerard, tú cuerpo presenta una inmunosupresión y anemia bastante alarmantes, y podría haberse tratado de algún proceso viral como piensas, sin embargo, tus resultados de orina me... llamaron la atención.
— De acuerdo... me está asustado, doctora Williams... dígalo de una vez por favor — él le sonrió poco convencido, sabía que su rostro se distorcionaba a cada segundo y la mujer se veía sumamente preocupada por su apariencia.
— Tú estás, esperando un bebé — soltó una risa burda negando mirando hacia el techo, luego al suelo, finalmente le miró con poca credibilidad.
— ¿Qué clase de broma es esta? — se carcajeó demasiado ofuscado, y le miró suplicante de que dijera de sorpresa que aquello era una broma. Una jodida broma.
Eventualmente, no lo hizo. Eso solo le hizo apagar su risa, sintiendo frío, escuchando un ligero pitido que le causó malestar y le nubló la vista.
De repente, era negro.
— ¿Diga? — tuvo que parar la camioneta en la primera oportunidad, respondiendo el insistente sonido del celular.
— ¿Frank Iero?
— El mismo.
— Llamamos del hospital Sant Claire, tenemos su número de emergencia de los datos que el paciente Gerard Way ingresó con nosotros.
— Espera, espera. ¿Pasó algo?, ¿Gerard está bien?
— Él se encuentra...
Condujo lo más rápido que pudo, sus manos sudaban, su pie pisaba el acelerador hasta el fondo, y estaba seguro de que le habían insultado ya unas tres veces por meterse entre los carriles.
Estacionó en medio de dos espacios y no pudo valerle menos, caminando con presura hacia dentro. Buscaba la zona de urgencias cuando vio un letrero que le guió hacia ella, divisado poco a poco su sala de espera y, reconociendo a alguien en específico que hacía años que no miraba a la cara. Se detuvo cuando este lo divisó y ambos se sostuvieron la mirada segundos eternos.
— Hola, Frank — apretó los labios y tomó aire, negando.
— Sabes que él no querrá verte.
— Ellos me llamaron. Supuse que era importante.
— Bueno, ya estoy aquí. Puedes irte.
— No quiero. Tengo que verlo.
— Vas a empeorarlo.
— ¿Disculpa?
— Familiares del señor Way — ambos miraron a la enfermera que revisaba una tabla de papeles con presura. Apenas los miró cuando pidió que caminen junto a ella, conduciendoles hasta una zona de camillas divididas entre cortinas. Ella abrió una de ellas, y pudo ver su rostro.
Parecía una hoja de papel, tenía el pecho oprimido y se sintió más estúpido. Lo era. ¿Cómo pudo?, su mejor amigo estaba enfermo y él jamás lo notó. Le importó más su conflicto emocional. Se arrepintió de no haberlo dejado de lado, aunque igual es gracias a eso que puede admitir todos sus sentimientos en ese momento.
— Frankie — le mostró una muy débil sonrisa. Conectado a ese suero intravenoso, con una mascarilla de aire en el rostro. Se acercó enseguida y tomó su mano.
— Vas a estar bien.
— ¿Qué fue lo que pasó? — ambos miraron por donde el castaño vino, con la débil sonrisa de Gerard apagándose, negando.
— No deberías estar aquí.
— Ellos me llamaron, Gerard — su rostro lució más afligido, con notable dolor, eso solo hizo a Frank enfurecer.
— Te dije que tenias que irte. Eso es ahora. Largo.
— Les repito, ellos me llamaron y tengo derecho estar aquí.
— No — su voz se apagó —. Tú no tienes ningún derecho, tú ya no eres nadie para mí, Michael.
El rubio le miró sin expresión mientras el cuerpo del tatuado se enderezaba como un escudo humano interponiéndose entre ellos.
— Ya has despertado — para la doctora Williams que entró con la sonrisa más deslumbrante de todas, se le hizo incómodo mirar a los tres hombres con definitivamente malos sentimientos encontrados.
Dudó un poco en si retirarse, hasta que se rindió, tomó aire y se armó de valentía. No todos los días tenía a un paciente así—: ¿los caballeros ya saben la buena nueva?
El rostro de Gerard era un poema. Pensó en que seguramente nadie le había enseñado a esa mujer lo que la confidencialidad significa.
— ¿Buena nueva?, es acerca del pronóstico, ¿el mejorará pronto?
— Oh sí, si de mejorar hablamos por esperar a aliviarse en unos ocho meses, entonces sí — ella se rió mirando los gestos de aquellos tres de la misma forma que cuando entró. Carraspeó y continuó —: tengo que decir que el embarazo es de alto riesgo, tendrás que tener muchos cuidados a partir de este momento, Gerard.
Era como oír "White Rabbit" de fondo, debía ser una jodida broma.
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Amigos~ Frerard.
FanficMPREG. Gerard y Frank son mejores amigos, muy a pesar de sus diferencias conductuales, lo cual no evita que cohabiten el mismo departamento, ni que algunas veces compartan la misma cama. Después de todo, aún siendo Gerard abiertamente homosexual...