12. Creo que estamos solos ahora.

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Se puso de pie pero alguien se interpuso entre ambos mucho más rápido.

— Donna, bienvenida. Hacia mucho que no te veíamos. Cómo veras, Gerard y yo estamos juntos, y sí, lo habrás notado, está esperando una hija mia—. Los ojos de la mujer se abrieron tan grandes, parecían dos platos completamente blancos. Él sólo sentía sus labios temblar, tragando duro el nudo atorado en su garganta.

— ¿Crees que eso es de Dios?—su realidad se caía a pedazos—. Alejaste a mi primogénito de mi lado, de la palabra del señor. Del camino correcto. ¡lo has convertido en un hereje!, debí saber que fuiste tu, Frank Iero. ¡Se van a ir al infierno!—. La mano de aquella mujer se alzó hacia él, tan rápido como pudo, desplazando hacia un lado a Frank, recibiendo aquel golpe por su parte.

Tan duro, seco, envenenado. Su cuerpo tembló entero, sus lágrimas salieron como un pequeño a quien le rompieron todas sus más grandes fantasías.

— ¡Quiero que se largue, ahora!—la voz de Linda le hizo eco, seguido de la de la de Mickey.

— ¡Lo prometiste, mamá!

— ¡Son unos pecadores!, que los perdone mi Dios, para mi están muertos— escupió justo a sus pies, con tanto desdén. Para entonces sentía que veía borroso y las fuerzas se le iban de a poco.

— Si vuelve a tocarle una vez más, le juro que se me olvidará que es una mujer— escuchó unos chillidos tan fuertes en los oídos, alzando la cabeza para dirigirse a él. Frank mantenía el rosto erguido firmemente, y él se tambaleaba en la cuerda floja, a punto de caer.

Sus manos fueron hasta su vientre, y abajo, más abajo, donde pudo sentir algo húmedo.

— F-Frank...—susurró. Su rostro palideció al mirarle.

—¿Gee?,... ¡Gee!





【Recuerda que, cuando se coloreó el pelo de rojo, dispuesto a ir al baile y disfrutar, imaginó que al fin podría atraer a su príncipe azul a su lado. Pero al observar que todos le miraban, la mayoría de forma prejuiciosa, no pudo con tanto odio. Frank terminó por invitarle al baile. Se tiño el pelo rubio, y se lo regresó a rojo para ese día. Se puso un traje azul, su madre le miró con poca paciencia, y le dio un ramo de flores blancas, para que se lo diera a la chica con la que iba a salir.

Frank le miró con una divertida sonrisa y solo extendió su mano hacia él para que le diera el ramo, lo acomodó en su traje y como quien no quiere la cosa, acomodó su corbata roja a la que nunca le había salido tan bien el nudo.

—Ahora si te ves medianamente desente.

—¿Medianamente?—canturreó. Frank solo se rió de él todo el camino. Él sólo se la pasó contando como había costado mucho que entrara en ese traje hecho a la medida, tan solo por que la depresión le había hecho aumentar un par de kilos. El avellana le restó importancia con un movimiento sutil de mano, negando.

—Te ves genial—fue lo que dijo. Sus mejillas se sonrojaron y solo pudo asentir—. Y a quien no le guste, que le den. 

—Radical—quiso enojarse, pero aquello solo le había hecho sonreír. No le tomó de la mano, pero bailó con él las mejores canciones ochenteras. Cree que I think we're alone now fue su favorita. Inició moviendo los hombros y guiñandole el ojo, Frank se había negado rotundamente y se acercó a él un paso sobre otro hasta abrazar casi todo su cuerpo y atraerlo hacia él,  sonriendo de esa forma que posiblemente haría a cualquiera sentir cosas extrañas en el estómago. O eso rondó en la cabeza de Frank, como un fantasma.

Gerard se alejó de él y Frank soltó el aire, el cual no sabía que había retenido tanto tiempo. Giró sobre si, y movió por completo los brazos cantando la primera estrofa:— ¡Children, behave!—. Le señaló pero Frank no cantó. Alzó una ceja y movió la boca hacia atajo, esa típica mueca que le decía ¡Ni muerto¡, pero él siguió probando—. And whatch how you play...!—. Le sorprwndió un poco su voz, lo bien que cantaba y lo genial que se veía al hacerlo. Y si darse cuenta, sonrió..., no pudo evitarlo, lo hizo, de forma inconsciente, lo aceptó. Estaba más que perdido. 】

Su cabeza daba vueltas, pero poco a poco todo se disipaba. Vio el rostro de Frank, este sonreía con alivio, sintiendo por encima del enorme dolor de cabeza, su mano acariciar su rostro. Parpadeó lentamente observando entonces que se encontraba en una cama de hospital. Enseguida sus manos abrazaron su vientre con desesperación, sintiendo su abultado vientre aún ahí, con el reconfortante calor interior.

—Con cuidado—le dijo él.

—¿Ella está bien?

—Lo está. Fue una amenaza de aborto, Gee—su rostro palideció 

—Lo siento—su rostro se llenó de lagrimas. Frank suavisó el gesto en su cara, secando sus lágrimas enseguida.

—No hay nada por que disculparte—pero él siguió llorando como un pequeño, y Frank estuvo ahí. Tan solo recordar lo que había ocurrido le traía tanta tristeza, se sintió desolado, decepcionado. Era algo que presentía que podía pasar y sin embargo, esperó mucho más de ella.

La doctora Williams entró poco después a explicarle los cuidados que había que tener a partir de ese momento y cuan precario era el descanso en lo que restaba su embarazo:— ¿Ella estará bien?

—Si te soy sincera, Gerard, tienes que ser muy cuidadoso. Es muy riesgoso tu embarazo, sobre todo por tu condición. Dependerá de que tanto descanso realices que yo recomiendo sea el mayor posible—asintió apretando los labios y abrazándose de nuevo. Su corazón no podía con tanto, su mente estaba saturada de muchas emociones. Solo podía asentir de nuevo ante las demás recomendaciones de la doctora, con la mano de Frank colocada sutilmente en su hombro, en señal de apoyo. Le miró de re ojo y  pudo sentir todo el peso de su presencia. Aquello le hizo sentir tranquilo.

Fueron a casa esa noche, los regalos de su pequeña estaban ahí, los mensajes en la contestadora, uno de Linda y el otro de su hermano, esperando a ser escuchados. Frank le preparó agua caliente para baño, le dio su pijama favorita la cual se alzaba cubriendo la mitad de su vientre frente al espejo. Hizo una mueca y se acarició las pequeñas estrías que empezaban a aparecer. Su celular tenía mensajes de Jared preguntando como había ido todo, pero no tuvo fuerzas para responder, de hecho no le quedaban fuerzas para nada más, solo dormir.

A la mañana siguiente, se levantó lentamente de la cama, caminando hacia la sala de la casa, donde observó a Frank hablar por teléfono, este le miró y sonrió haciéndole sonrojar.

—Buenos días.

—Hola—era la primera vez en mucho tiempo que sentía que esa conexión con Frank empezaba a tomar forma de nuevo, tan solo aquel momento le dio tanta tranquilidad, se sentía en casa.

—¿Listo?

—¿Para qué?

—Nos vamos.

—¿Cómo?

—He rentado una cabaña a las afueras de la ciudad. Vas a pasar tus últimos meses descansando en la naturaleza. Haz la maleta, nos vamos en una hora.

*
Holi.
Me comprometo a terminar esta historia, así me llevé mil años.

Amigos~ Frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora