HERIDAS INTERNAS (Olivia)

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Me dolía y me quemaba por dentro.

Habíamos pasado muchos buenos momentos juntos por el poco tiempo que nos conocíamos, pero esto tenía que parar. No solo por mí, sino por los dos.

Puede que él hubiera roto con esa tal Celia unos meses atrás, pero ella aún seguía sintiendo algo por él y hasta que no hablaran y dejaran todo claro ella seria capaz de hacer cualquier cosa para volver con él. No la conocía, pero por lo que hizo en el bus sabía qué tipo de persona era.

Supuse que lo que teníamos que hacer era seguir siendo amigos, pero alejarnos un poco el uno del otro.

Yo ya no quería más problemas con Celia. Ese día me mostró perfectamente quién era.

Era sábado, eso quería decir que hoy se salía de fiesta. Siempre me lo pasaba muy bien, pero ese día iba a ser distinto. Leo y yo no nos veíamos desde hacía unos cuantos días. Era por la mañana y me encontraba tumbada en la cama pensando en todo. Me dolía la cabeza de sobre pensar tanto.

Después de un largo rato mirando el techo decidí levantarme y vestirme. Luego bajé a desayunar. En fin, fue una mañana como la de todos los días.

Lo único interesante que hice fue salir a dar una vuelta por Barcelona. El resto del día lo pasé en casa. Miré unas cuantas películas, ya que no podía utilizar mi móvil. Esperaría hasta mi cumpleaños porque sabía que mis padres me regalarían un móvil nuevo.

Y, hablando de mi cumpleaños, aún no sabía qué hacer para celebrarlo. Pensaba y pensaba, pero no se me ocurría nada. Tampoco es que me hiciera mucha ilusión celebrarlo. De pequeña los cumpleaños eran muy especiales para mí, pero a medida que fui creciendo sentía que solo era un simple día normal.

A las diez de la noche Helena vendría a buscarme en su coche. Me sentía mal porque yo era la única del grupo que no tenía carnet de coche y siempre me tenían que venir a recoger, aunque ya había empezado a estudiar para poder realizar el examen después de cumplir los dieciocho.

Me preparé para la fiesta con antelación para no hacer esperar a Helena. Esta vez me puse un vestido negro, corto y ajustado que me encantaba. Era simple pero elegante. Luego me maquillé un poco y me alisé el pelo.

Salí de mi casa y me metí en el coche de mi amiga.

—Vaya, vaya. Qué arreglada vas... ¿Intentas impresionar a alguien?—me preguntó con una sonrisa divertida.

En mi mente apareció la imagen de Leo e intenté no pensar en él. Ni Helena ni nadie sabía lo que pasó el otro día en su casa. Sabía que sospechaban que algo malo había pasado entre nosotros, pero no preguntaron. Menos mal porque odiaba dar explicaciones.

—Claro que no. Me arreglo para mí, no para otras personas.
—Lo que tú digas...

Ella centró su vista en la carretera y dejó el tema a un lado.

En todo el camino no podía parar de pensar en Leo. Era un sentimiento extraño. En mi cabeza no se aclaraban las ideas. ¿Qué iba a pasar? Lo volvería a ver y pasaríamos la noche juntos con más amigos. Mi intención no era evitarlo porque seguía queriendo su amistad, pero tampoco me iba a acercar mucho a él. Al menos por esta noche. Tenía un presentimiento de que iba a ser bastante incómodo.

Helena aparcó el coche y salimos de él. Ahí pude apreciar la ropa que llevaba Helena puesta. Llevaba una mini falda negra y un top brillante. Se me dibujó una sonrisa pilla al ver que ella también se había arreglado mucho para la ocasión.

—¿Y eso?—dije señalándola de arriba a abajo—. No querrás impresionar a nadie, ¿cierto?
—Qué va...—dijo con ironía.
—Cuéntame. ¿Quién es el afortunado?
—Está bien, te lo contaré... Es Víctor.
—Espera, ¡¿qué?! ¿Cómo no me había dado cuenta?—dije sorprendida.
—Se me da bien ocultar las cosas—respondió—. No como a ti, que no disimulas nada.
—¿Qué?—pregunté extrañada.
—No te hagas la inocente.
—¿De qué hablas?
—Más bien, de quién hablo. Está claro que hablo de Leo, Olivia. ¿De quién sino?

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