TE ECHO DE MENOS (Leo)

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Mentiría si dijera que durante estos días no había parado de pensar en ella. Fui a su casa, quise hablarle, pero al parecer a ella no le interesaba arreglar las cosas, así que me cansé de insistir y me fui.

Ahora mismo me encontraba en mi casa, sentado en el sofá mirando el móvil tranquilamente. De repente sonó el timbre y me sobresalté, ya que no esperaba a nadie.

Me levanté del sofá y me dirigí a la puerta. Justo cuando la abrí no me esperaba encontrarme con ellos.

—Hola, Leo. ¿Te acuerdas de nosotros?

Era muy raro. ¿Por qué habían venido los padres de Olivia hasta mi casa? Parecían bastante preocupados...

—Eh... hola—los saludé confuso—. ¿Ocurre algo?
—La verdad es que sí... ¿Te importa que pasemos?—preguntó la madre.
—Sí, claro. Adelante.—Hice un ademán para que pasaran.

Nos sentamos los tres en sofá del salón.

—Olivia no está aquí, ¿verdad?

Negué con la cabeza. La madre miró al padre triste.

—¿Qué ha pasado?—me animé a preguntar.
—Ella... ha desaparecido.
—¿Qué? ¿Estáis seguros?
—Lamentablemente sí. Hace unos días que se fue de casa y no la encontramos por ningún lado.

Me había quedado impactado. Me esperaba de todo menos eso.

—¿Y no habéis hablado con la policía?
—Aún no. Primero queríamos hablar contigo por si sabías algo, pero supongo que no sabes nada...
—Lo siento, no la he vuelto a ver desde el viaje.

Mentí. Obviamente fui a verla aquella noche, pero ellos no necesitaban saberlo.

—Ya, el viaje...—dijo la madre.

Ella suspiró y se llevó las manos a la cabeza.

—Debí haberle dejado ir a ese viaje. Es culpa mía...
—Eh, no digas eso—la animó su marido—. Escúchame, no es culpa tuya.
—Perdonad que me meta, pero... ¿de qué estáis hablando?
—Le prohibí que fuera al viaje, pero como todos ibais ella fue a escondidas. Me di cuenta y la castigué—empezó a sollozar—. Me arrepiento tanto de todo lo que le dije, no se lo merecía. Yo no sabía es que le iba a afectar tanto.

Se tapó la cara para ocultar las lágrimas que le rodaban por las mejillas.

—No os preocupéis, haré todo lo posible por ayudaros.
—Muchas gracias. Cualquier cosa nos avisas—dijo el hombre.

Yo asentí. Ellos se levantaron del sofá y se dirigieron a la puerta para marcharse. Ahora me sentía muy mal por ellos.

Como le dije esa noche, ella me importaba. Me importaba más de lo que se imaginaba. Por eso cogí las llaves de mi casa y salí de la casa para ir a buscarla. No me iba a quedar de brazos cruzados a esperar a que la policía hiciera su trabajo.

Entre otras cosas que me contaron los padres, el móvil no lo tiene porque se lo quitaron, así que así sería más difícil dar con ella.

Si se fue de su casa no rondaría cerca de ella. Al menos eso creía yo. Por eso fui por otras partes de la ciudad.

—A ver, a ver...

Si yo me hubiera escapado de mi casa, ¿por dónde habría ido? Está claro que serían casos muy distintos, ya que yo conocía la ciudad mucho más que ella. Solo de pensar en eso ya me estresé.

Recorrí muchas calles, pero no había rastro de ella por ningún lado. Estaba más que claro que no iba a ser fácil. Y me preocupaba pensar que le había pasado algo. Procuraba mantener ese pensamiento alejado de mi cabeza.

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