ERRORES (Leo)

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Quería o, mejor dicho, necesitaba solucionar las cosas lo antes posible.

Dentro de unos días era era la fiesta sorpresa de Olivia y tenía claro que tenía que arreglar las cosas. Por eso quedé con Celia para vernos y hablar sobre el tema. Puede que no especificara mucho para que me dijera que sí.

Sabía cómo era Celia, era una chica ambiciosa que si no tenía todo lo que quería hacía lo posible y lo imposible para obtenerlo.

Todo podía ir o muy bien o muy mal.

Ya eran las siete y me encontraba esperándola en una calle que no estaba muy lejos de mi casa. Al cabo de unos minutos apareció. Debí acordarme de que siempre llegaba tarde.

—Por fin llegas—le dije.
—Tenía cosas que hacer.

Ella me miró de arriba a abajo y luego me preguntó.

—¿De que querías hablar? Debe de ser importante, sino no me hubieras metido tanta prisa.
—Y aún así has llegado tarde...
—Bueno, ¿me lo vas a decir o no?
—Seguro que lo sabes.
—No tengo ni la menor idea.

Solté una risa sarcástica.

—Seguro que recuerdas a una chica de pelo castaño y ojos marrones que también estaba en la fiesta...
—¿En la que nos besamos?—me interrumpió.
—Sí, y que sepas que lo del beso fue un error—dije, aunque no me gustaba admitirlo.
—No lo fue, si al menos hubieras estado borracho lo podrías decir, pero no lo estabas. Además, no entiendo a esa chica. Primero nos estropea el beso y luego sale corriendo como si tuviera alguna oportunidad contigo—dijo acercándose a mí.

Yo me alejé enseguida de ella. Sabía que nunca andaba con buenas intenciones.

—Eh, ni se te ocurra. Si te he pedido que nos veamos es para hablar de esto. Te lo voy a volver a decir porque parece que no te acuerdas, tú y yo rompimos, ya no estamos más juntos y no me interesa regresar contigo. Métetelo en la cabeza.
—Los dos sabemos que mientes.
—Lo que estás oyendo es la verdad, así que si vas a continuar amenazando a la gente por algo que ni siquiera es real vas a tener serios problemas conmigo.
—¿Y tú que serías capaz de hacerme?—dijo riendo.
—Si sigues con esto, lo verás.
—¿Ah, sí? Ni que me dieras miedo.
—Pues deberías.
—Oh, sí, tienes razón. Mira, estoy temblando—se burló moviendo las manos.

Negué con la cabeza. ¿De verdad no se podía tomar nada en serio?

—Espero que te haya quedado claro.
—Una cosa es que me haya quedado claro y otra es lo que vaya a hacer. Y déjame decirte que va a ser lo que yo quiera, no lo que tú me digas.
—¿Por una vez en tu vida no puedes hacer lo correcto?
—Oh, Leo, sabes perfectamente que es lo que quiero...
—Ya te lo he dicho, no pienso volver contigo. Yo quiero estar con... Me callé, aunque sabía que ya lo había estropeado todo.
—Con esa chica. Por eso has venido hasta aquí. Ni siquiera es una simple amiga que vienes a defender, es la chica que te gusta. Y apuesto lo que sea a que a ella le gustas—dijo, pero esta vez más seria.

Tenía que empezar a controlar todo lo que decía. Primero se enteró Daniel y luego Celia.

—¿A ti qué más te da? Olvídate de mí, Celia, lo nuestro se acabó—le dije bien claro.
—No, las cosas no se acaban de esta manera.
—¿Y qué pretendes hacer?—le pregunté.
—Ya lo verás.

Después de eso se me lanzó una mirada retadora y se marchó dejándome allí pensativo. Creo que esa conversación solo sirvió para empeorar más las cosas.

A la mañana siguiente me desperté y se me ocurrió una idea. Se trataba del regalo de Olivia. Era una idea genial para que la situación que había entre nosotros dos mejorara. Puede que no fuera gran cosa, pero, conociéndola, sabría que lo apreciaría mucho.

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