LA FRUSTACIÓN QUE CORRE POR MIS VENAS (Leo)

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Ayer fue un a noche inolvidable. Bueno, cada momento que pasaba junto a Olivia era inolvidable.

Hoy era nuestro último día en Mallorca, lo que significaba que teníamos que disfrutarlo como nunca. Hicimos un poco de turismo como los otros días y por la tarde nos volvimos a preparar para nuestro último día de festival.

Todo iba bastante bien, pero nadie estaba preparado para lo que iba a pasar a continuación.

Estábamos bailando bajo la luz de la luna. Olivia y yo estábamos muy juntos, tanto que Daniel no nos paraba de mirar. Al parecer no estaba muy contento. Él sabía que a mí me gustaba ella, pero ya me dejó muy claro que a él no le parecía bien.

De un momento para otro se alejó de nosotros. Parecía molesto. Fui detrás de él porque me preocupaba y no quería que se fuera solo. Lo seguí hasta un lugar de la fiesta en el que había gente, pero no tanta.

—Daniel, ¿a dónde vas? Él se giró.
—¿Ahora me sigues?—dijo enfadado.
—Solo quería saber por qué te ibas.
—Si me he ido solo es porque quiero estar solo.

Su actitud me descontrolaba.

—¿Por qué te pones así? ¿Qué te he hecho?

Eran las mismas situaciones de siempre.

—Más de lo que te imaginas.

Cada vez estaba más confundido. Todo esto me sobrepasaba, ya no podía más.

Él se dio la vuelta para irse, pero lo detuve. Ya estaba harto de tantos secretos. Lo cogí del brazo antes de que se fuera.

—Ya basta de ocultarme las cosas.
—Suéltame—dijo y luego me empujó.
—Daniel, ¿no te das cuenta? Todo esto te está consumiendo. Cuéntame lo que te pasa, soy tu amigo.
—¿Ah, sí? ¿Quieres saber realmente por qué estoy así?—me dijo enfurecido.

Quería saberlo, pero a la vez me daba miedo saber cuál era la razón de todas nuestras discusiones.

—Te vi. ¿Sabes? Te vi a ti y también vi a Olivia.
—¿De qué hablas?—pregunté confundido.
—Os vi en la azotea el día del cumpleaños de Olivia.

Vi como la besaste... Me quedé mudo. No esperaba que fuera por eso. No sabía que decir.

—Daniel... Lo siento mucho, yo... Ya sabes que a mi me gusta.
—Ese es el problema. A mí también me gusta, pero da igual lo que haga porque a mí siempre me verá como su maldito mejor amigo.
—¿Qué?—apareció Olivia por detrás—. ¿Hablas en serio?
—Pues claro que hablo en serio. Pero tu nunca me verás como algo más, en cambio a Leo sí—me miró con esos ojos llenos de dolor—. Eres un traidor, te dije que no buscaras nada con ella y lo primero que haces es enamorarte.
—¿Y yo qué iba a saber cómo me iba a sentir estando junto a ella?
—Se suponía que éramos amigos...
—¿Se suponía? ¿Ya no lo somos?—pregunté dolido.
—Los amigos no hacen esas cosas.

Él se volvió a girar para marcharse, pero Olivia se acercó a él.

—Daniel, yo... no tenía ni idea—dijo ella.
—Pues claro que no tenías ni idea, solo pensabas en ti.

Por la cara que puso Olivia pude notar que esas palabras le dolieron.

—Daniel, no te vayas de esta manera. Hay que hablar las cosas.

Ella le puso la mano en el hombro para frenarlo, pero lo único que provocó fue que él la empujara. Yo la retuve antes de que cayera al suelo.

—¿A qué viene esto? Ella solo te estaba intentado ayudar—le grité.
—Oh, pobrecita, me da tanta pena. No sé ni por qué me empezaste a gustar, estaba más que claro que nunca te ibas a fijar en mí.
—Daniel, no digas eso—intervino ella.
—Me da igual. Seguro que no sabes que me gustabas desde pequeña, pero estabas tan centrada en tus fantasías que nunca te diste cuenta.

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