«Pretty girls have red nails»

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Cuando Jooheon conoció a Hyunja, un hombre le estaba diciendo puta, repitiendo como disco rayado hasta que ella le atravesó la cara de una cachetada. Jooheon apreció cómo esas largas uñas rojas, dejaron rasguños perfectamente marcados en la cara del sujeto. Meses después, Jooheon seguía sin entender bien qué de eso había molestado a Hyunja. Tras haber pasado tiempo con ella, comprendió que la palabra "puta" realmente no le hacía daño, que le era indiferente, ¿sería acaso la actitud de ese hombre?, Jooheon apostaba a que sí.

Al tiempo no volvió a ver a ese hombre, como si la tierra se lo hubiera tragado. 

Lo que destacaba Jooheon de Hyunja, a primera vista, era su particular sonrisa y las uñas largas que siempre mantenía bien pintadas.  

Viviendo con ella aprendió a pintarlas, no se salía de los bordes y ella lo recompensaba con besos. Muchos besos en esas regordetas mejillas. Hyunja también le abrazaba por las noches, donde no besaba sus mejillas sino su frente. A Jooheon, allí sumergido en el pecho de Hyunja, ese olor a colonia y la suavidad de los labios de la mujer, le hacían creer que estaba en casa, así como nunca se había sentido en la que suponía lo era. 

Una noche Hyunja había vuelto realmente tarde, con sus tacones de punta en la mano y parte de su maquillaje algo corrido. No pensó que Jooheon seguiría despierto, pero al verlo sentado en la cocina, ni se inmutó. Lo saludó como de costumbre, besando uno de los hoyuelos que le adornaban las mejillas y soltando un hola, cariño que descolocaba al muchacho, luego caminó tranquila hasta el hervidor para encenderlo. Ya con la lucecita encendida y su taza lista, Hyunja se apoyó en el refrigerador, al fin se sentía descansar. Se miraron un buen rato, callados y apenas parpadeando. Jooheon no sabía qué hacer o qué decir, Hyunja nunca había vuelto tan tarde, mucho menos tan agotada. 

Los ojos de Jooheon cayeron casi por instinto en las manos de Hyunja, mirando primero sus anillos para luego notar cómo la pintura de su dedo anular se había descascarado, quedando no más que rastros de pintura negra.  

—Las pinturas siguen en el baño, ¿cierto? 

—Claro, cielo, de ahí no salen.

Y mientras Hyunja terminaba de servirse su café, Jooheon llegó con el neceser de ella. Un neceser rojo con un interior de animal print de leopardo. Muy Hyunja la verdad, al menos eso creía el chico. 

El olor a café, acetona y esmalte había hecho una mezcla extraña en ese diminuto lugar, pero a los dos pareció darles igual, porque Hyunja no vio prisa en tomar su café ni Jooheon en dejar la uña de ella tan perfecta como siempre. 

—Cariño, cada día lo haces mejor, ¿no quieres trabajar en el salón de Wonhee?

—¿Quién era Wonhee?

—Ya sabes, la que viene a veces a tomar té, una pálida. 

Noona, no la recuerdo. 

Hyunja rodó los ojos y luego hizo un gesto con las manos abiertas frente a sus pechos. No estaba de ánimos para referirse a su amiga como "la de las tetas". Es que a veces olvidaba que Jooheon era solo un jovencito, que bueno, los hombres mayores que conocía tampoco eran muy diferentes, pero al menos existía una leve diferencia; Hyunja quería creerlo. 

—Oh, la del salón de enfrente, ese que tiene las flores bonitas por fuera y siempre huele a cera hasta fuera, ¿verdad?

—Ese mismo, allí podrías trabajar, siempre buscan gente. 

Jooheon cerró el neceser y negó con la cabeza. 

—Solo quiero pintarte las uñas a ti, noona

《Blue Moon》[Monsta X - Cortos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora