《Blue Moon》[Monsta X - Cortos]

«Bye, bye, li'l boy»

Nadie lo notaba, pero Sangah apretaba con tanta fuerza sus puños que sus uñas ya comenzaban a dejar marca en sus palmas, estaba enojada y no hallaba otra manera de canalizar todo eso. Un incómodo bichito le merodeaba en el hombro, o más literalmente, un chico estúpido no dejaba de mirar hacia donde ella y Yeojoo comían. Le conocía a la perfección, era el causante de que su mejor amiga estuviera usando un suéter en pleno verano. Sangah lo detestaba, quería no más que partirle la cara y hacerle firmar con su propia sangre una promesa de que no volvería a tocar a Yeojoo en su vida, quería eso con todas sus fuerzas, lo único que le detenía era su mejor amiga pidiéndole que dejara las cosas así, que no buscara problemas que no valían la pena, según decía ella.

A la menor poco y nada le importaba ponerse a pelear, si ese tipo iba a dejar de acosar a Yeojoo, ella estaría bien con llevarse una suspensión, pero no quería preocupar a su amiga ni hacerla sentir culpable como sabía que se sentiría.

—Unnie, ¿quieres de mi postre? No me gusta este sabor —preguntó Sangah señalando el flan en su bandeja.

—Está bien, por hoy no me preocupa comer dos postres —Yeojoo aceptó, llevando pronto su cuchara hasta donde estaba su amiga.

Por descuido, el brazo de Yeojoo pasó a llevar sus palillos y pronto estos acabaron en el suelo, haciendo un estruendo que la obligó a levantarse y recogerlos con tal prisa que se agachó sin preocuparse de que su falda se levantara un poco por la posición. Quizá por paranoia o precaución, Sangah había mirado hasta la mesa donde comía aquel acosador que tanto odiaba, para su desagrado mas no para su sorpresa, el chico tenía una de sus manos sobre su pantalón, creyendo que nadie más que sus igual de desagradables amigos le verían, pero el chico era estúpido. Estúpido porque no sabía que Sangha le miraba a la distancia, que sus acciones no eran invisibles.

Con un estruendo mucho más grande que el que hicieron los palillos de Yeojoo, Sangah botó como si nada lo que había sobre su bandeja y haciendo retumbar el piso con sus botines semi-militares, se encaminó hasta la mesa de aquellos sujetos que habían ya matado su paciencia.

Ni esperó a que ese chico la mirara antes de estamparle la bandeja metálica en la cara, un golpe certero de sonido casi armonioso.

La bandeja luego cayó al piso y Sangah vio qué tan rojiza había quedado la cara de ese acosador. Más feliz no podía estar, si él ahora era la obra de arte que tanto había planeado en su cabeza.

—Recuerda esto la próxima vez que te hagas una paja y se te pase por la puta cabeza pensar en alguna mujer —Le dijo Sangah, levantando un poco la voz para que él se asustara y todo el mundo supiera de la calaña de ser al que le dirigía la palabra. Después le susurró al oído—: Vuelves a acercarte a Yeojoo y te corto el pene con una navaja para verduras.

Sin más y sin siquiera haberse preocupado de dar la vuelta, Sangah ignoró las miradas de todo el comedor y volvió hasta su mesa, ahí donde Yeojoo la esperaba, con el ceño fruncido y las mejillas rojas. ¿Le preocupaba eso a Sangah? Claro que no, no era cosa de otro mundo ver esa cara que precedía a un regaño de su mayor, en todo caso, no la culpaba, había hecho lo que le repitió mil veces que no hiciera y ahora todo el comedor tenía sus ojos en ellas, sabiendo Sangah cómo eso incomodaba a su mejor amiga.

A pesar de todo eso, de saber que se llevaría un jalón de oreja y que de seguro llamarían a sus padres, la sonrisa que adornaba el rostro de Sangah no se borraba. Una sonrisa que marcaba sus hoyuelos y hacía que sus ojos de gato se hicieron mucho más pequeños. Cuánto había soñado con aquella paz de saber que Yeojoo estaba segura, que su felicidad nublaba toda lógica.

En ningún momento Ramen promueve la violencia, así que si golpean a alguien con una bandeja, por favor no me echen la culpa lol

•16/03/2022•