EL Diablo y Yo

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Entre el Diablo y Yo

Hay días en los que el Diablo
viene a visitarme,
nos tomamos un café
y nos miramos en silencio (un silencio lleno de palabras),

le hablo al oído,
se sonríe,
-que morbo tienes mi ángel-
me dice excitado,
entonces yo sonrío.
La cama se nos hace pequeña,
en ella
yo, el Diablo y nuestras carencias;
Él de Alma
Yo de Vida
El diablo me toca con sus manos ardientes,
vuelca en mí el infierno que trae consigo,
yo aparto la mirada
para no mostrar mi debilidad de ángel casto
que desconoce del sexo
entre inmortales
Juega con su lengua entre mis piernas
hasta alcanzar el clímax,
el diablo sabe lo que hace,
me toma , me adhiere, me engancha.
El diablo y yo
nos sentimos a gusto
como cómplices,
amantes que intercalan sus dolores,
sus miedos, sus pecados, sus sueños,
el se lleva consigo el olor de mi cuerpo,
yo, sólo guardo el secreto.
Hay días en los que el Diablo no viene ,
días que me vuelvo loca
buscando encontrar el punto donde sólo él llega,
intentando consolar el deseo que provoca
intentando pausar su imagen
mientras lleno de quejidos la casa
Aquel día nos sentamos,
(esta vez sin café),
el Diablo ya no sonreía,
solo sentado frente a mí,
fumando,
callado,
decepcionado,
acusándome con su mirada,
no rozó ni siquiera su pie contra mi pierna,
mi cuerpo lo pedía a gritos
y yo callada.
-te demorastes mucho- le dije
-sólo sexo- recalcaba
con la sonrisa entrecortada
para restar importancia
a sus celos de mortal en proceso.
Solo me miró
y sonrió también...
su risa enfrió mi alma.
Desde ese día no ha vuelto,
pero cada noche lo espero
mientras el café se enfría ,
el humo del cigarro llena su espacio
e intento recordar su sonrisa,
su rostro, su tacto..
Todo en vano,
solo me queda su ausencia
Al parecer nuestro pacto ha caducado.

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