VIII

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UN PEQUEÑO DESPERTAR.

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Se encontraban de nuevo caminando. No habían hecho más nada desde hace meses atrás. Solo comer, dormir, y caminar. Era poco decir que estaban cansados. También era poco decir que el frío no les estaba calando los huesos, porque lo hacía. Y Cirdan con tan solo sus botas, sus pantalones, y un abrigo (sin camisa) era el  más  afectado.

Amarie era la menos afectada, pues llevaba sus pantalones, su camisa y un abrigo. Aun así el frío se colaba por los rotos del pantalón. Aunque no era tan horrible, era lo suficientemente helado como para que temblaran. El sol los ayudaba un poco, pero no mucho. Sin darse cuenta llegaron a estar frente a las Colinas de Einmurs, la frontera entre Anvard y Innsmouth.

Cirdan se puso tenso. No pensó que llegaría tan rápido. Y esperaba que pasaran la frontera fugazmente. No era un lugar lindo para acampar, a pesar de las vistas. Estaban a punto de entrar en uno de los lugares más peligrosos de Nyathyr, y no sabia que era peor, el Born o los gigantes que se encontraban custodiando la frontera.

Con suerte al paso que iban, llegarían rápido al otro lado. Pero debían hacerlo tan sigiloso como podían. El no quería despertar a una bestia gigantesca que los aplastara con el puño mientras dormían. Amarie intentó disimular el terror cuando el suelo debajo de ellos tembló. Se escuchaban fuertes pisadas, cada vez más rápidas.

Estaba corriendo al parecer. Amarie comenzó a temblar y su corazón le pateaba el pecho con fuerza pero intentó ocultarlo con las palabras de Dreyden grabadas en las paredes de su mente. "Mírate, estás temblando. Eres un manojo de nervios"

Cirdan instintivamente se colocó delante de ella. Lo siguiente que se escuchó fue un rugido que hizo estremecer los árboles, la tierra y las aguas. Cuervos salieron desesperadamente del bosque que ellos miraban esperando encontrar al causante del escandalo.

Pronto, las pisadas fuertes desaparecieron. Cirdan se relajo y vio hacia atrás. Amarie temblaba, aunque intentaba ocultarlo y su mirada no se podía despegar del bosque frente a ella. Parece que les dieron una, no tan confortable, bienvenida. El último tramo para salir del bosque de Innsmouth los esperaba.

Y ellos, después de que Amarie se calmara, no guardaron ni un segundo para adentrarse en él. Debían salir de ahí, y rápido, o terminaran devorados por algún Troll.

Mientras se adentraban, Amarie encontró que los colores de ese bosque eran mucho más nítidos y vivos que en el anterior. Aunque aún sentía una extraña presión y una oscuridad ondulante imperceptible. Los árboles no se tragaban toda la luz pero si la mayoría. Y la brisa, en vez de susurros, iba cargada de frescura. Le sorprendió un poco ya que esta era una extensión del Innsmouth, aunque no se sentía como tal.

Había pequeños hongos en los pies de los árboles y mucho musgo también. Todo el suelo estaba cubierto de musgo y hojas. Flores de muchos colores caían de los árboles. Pero cada vez que veían una la esquivaban. Eran venenosas. El pétalo tenía un polvillo que podría matarte si lo aspiras. Aunque por suerte para ellos podrían taparse con las camisas o los abrigos, haciendo una especie de filtro.

Todo era engañoso. Los hongos y algunas frutas, específicamente manzanas y bayas, eran completamente venenosas. Así que a la hora de comer debían ser muy cuidadosos. Parecía que la Magia estaba de su lado porque ellos podían oler el veneno en las frutas y los hongos. Olía ligeramente ácido, con notas de amargura. La comida podía ser atractiva y verse apetitosa pero el olor las delataba.

Y sinceramente, Amarie no tenía ni idea de que pudiera oler el veneno. Cirdan le enseñó que podía hacerlo. Como muchas otras cosas que le había enseñado el. A pesar de que Amarie conocía la fruta y sabía que era venosa, por sus estudios en la biblioteca de su madre, Cirdan le dijo que no tenía que saber eso para saber que era venenosa. Únicamente debes acercar tu nariz y tus sentidos agudos hacían el resto del trabajo.

Imperium I: Entre lágrimas y verdades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora