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UNA PARTICULARMENTE BUENA DECISIÓN.

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-¿Por qué tanta cara larga, capitán Cirdan?- preguntó Amarie con una sonrisa al enfurruñado musculoso que estaba sentado frente a ella en un camarote.

- Por la maravillosa idea de subirnos a un barco de piratas- ella aun no entendía el lugar que había pisado hace unas horas.

-¿Y qué pasa?- Cirdan la miró como si le hubieran salido tres cabezas.

- Por si no lo sabias, acaban de robar la verdadera embarcación de joyas- explicó. Amarie abrió los ojos con sorpresa- Si, Amarie, nos hemos llevado al barco equivocado- dijo con una nota de culpa. El vio como Amarie veía todo con una interrogante en su frente- ¿No creerás que este era el barco del príncipe?- preguntó con una pequeña sonrisa. El parpadeo de Amarie le dijo lo que necesitaba.

Por supuesto que lo creía

- Nos subimos en una embarcación de piratas y bárbaros- murmuró.

-Pero nos llevarán a Bhalar- replicó ella, distraída. Cirdan suspiro con resignación. Era cierto. Ahora la única preocupación era salir de ahí, sin contar que los echen al mar mientras están borrachos.

Una ola chocó contra la pared y meció el navío.

No se dijo nada más. No tenían nada que decir.

Arriba, los marineros limpiaban la cubierta y reían, estaban celebrando por los tres barriles llenos de joyas que habían robado.

-¡Traigan el ron!- gritó el Capitán Tarran y una algarabía en coro se levantó a lo largo del barco.

Amarie escuchó la bulla y se sintió tentada a subir, así que después de un momento de debate en su mente, lo hizo. Cirdan la siguió esperando que no hiciera nada estupido. Cuando salieron vieron a todos gritar de emoción y lanzarse las piedras de esmeralda, diamante y zafiro. Era todo un desastre y se quedaron viendo a Amarie cuando salió a la superficie.

-¡El Capitán trajo a una mujer!- gritó uno con emoción y todos gritaron al unísono, chocando sus jarrones de ron. Cirdan se posó delante de ella y sacó un cuchillo.

-Acérquense y los abro en canal- dijo como un salvaje, gruñendo, justo como lo haría un perro rabioso. La delicada mano de Amarie se posó en su hombro y una vena se le hincho. Pasarían por encima de él si le querían poner un dedo encima. Una risa divertida rompió el aire incómodo y el silencio de muerte.

-Tranquilícense, muchachos, solo los llevaremos a Bhalar y continuaremos nuestro camino- un suspiro decepcionado se extendió por la cubierta y a Amarie le dieron ganas de reir. Eran todos muy escandalosos y animados,creyó, ignorante de que habían estado a punto de tirársele encima para desnudarla. Costumbres son costumbres y al parecer las de Amarie no eran ver a esos hombres todos los días. Pero Cirdan los conocía bien, había asesinado a cientos de ellos por traición.

Al llegar la noche las velas del barco se encendieron y la luna y las estrellas se reflejaron en el agua. El capitán Tarran fumaba una pipa, tranquilamente acostado en el piso, contemplando las estrellas. Todos se ocupaban de sus propios asuntos mientras recargaban fuerzas para continuar festejando. Amarie se acercó al hombre y se sentó a su lado, tan inocente de que él mismo había matado y robado más veces de las que podía contar.

-Todo esto es muy bonito- comentó ella mientras veía las estrellas brillar en medio de la oscuridad del cielo.

-Jamás me cansaré de esto- soltó distraído con sus propios pensamientos- Llevo haciéndolo toda mi vida, y lo haré hasta que el mar me disuelva y me convierta en comida de sirenas- agregó soltando humo.

Imperium I: Entre lágrimas y verdades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora