VII

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DISTRACCIONES

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Amarie se estaba viendo distraída por el torso musculoso y lleno de cicatrices de Cirdan. Tenía todo en proporciones perfectas, deseables para cualquier chica con ojos. Ella los tenía, por supuesto. Se veía tan firme y musculoso desde la distancia que casi podía imaginar cómo sería si los...

Había tropezado y caído torpemente de cara al piso. Habían retomado el entrenamiento después de que Cirdan la viera caminar completamente bien.

"Si puedes caminar sin hacer una mueca, puedes hacer ejercicio", había dicho él dándole su primera tunda de cansancio desde que se lastimó. Él la había lastimado. Sin embargo, ella lo había perdonado pues comprendió que no había estado dentro de sus posibilidades el detenerse. El Vorn controlaba cada uno de sus movimientos causandole a Amarie un gran dolor. Aunque Cirdan seguía culpandose por las marcas en la tersa piel de Amarie.

Ahora mismo, Cirdan la estaba riñendo porque era la tercera vez a la misma hora que se tropezaba.

–...estás demasiado distraída hoy– no le estaba gritando, pero el tono era lo suficientemente distante y serio como para sentir que la estaba regañando. Ella solo asentía, aceptando cada una de las palabras que le espetaba Cirdan con crudeza.

Tal vez sí estaba muy distraída, no se entendía a sí misma. Pero la causa era el. No podía culparla por tener ojos y pensamientos, aunque nunca había visto a un hombre con deseo. No entendía qué le pasaba, estaba concentrada en el entrenamiento y de un momento a otro sus pensamientos cambiaban bruscamente con solo echar un vistazo a sus firmes brazos, o su pecho un poco moreno, por el sol que habían llevado anteriormente. Aunque ya se estaba emborronando y desapareciendo, no podía negar que la piel tostada le sentaba de maravilla.

Últimamente había estado pensando en que sería una gran pena que se separaran después de convertirse en amigos. No se volverían a ver las caras jamás, y eso sería un poco triste. Pero debía concentrarse en el ahora mismo, ya vería cómo solucionar aquel problema.

–Regla número cuatro: Concentración– Le impuso después de la pequeña riña–¿Que te tiene tan distraída? –pregunto Cirdan con el ceño fruncido al ver que ella se había quedado callada por un minuto entero asintiendo como un robot.

–Tus músculos –respondió ella rápidamente con la lengua y la mente jugándole una mala pasada. Cirdan quedó boquiabierto con su respuesta extremadamente sincera. Era una descarada. Casi sonreía con diversión porque siempre había algo nuevo con ella. No podía negarlo, estaba regodeándose y su ego se había hinchado un cien por ciento más que antes.

–Pues deja de mirarme y haz los ejercicios– soltó sin compasión ante la torpe y sincera lengua de Amarie. Ella empezó a enrojecerse poco a poco. Su cara fue calentándose, hasta ser el mero retrato de la vergüenza. No se imaginaba cómo había podido sobrevivir en su reino, ante su corte si no sabía mentir tan bien como otras Princesas.

Pero era la verdad. Amarie había conocido a un sin fin de pretendientes, y lores que le ofrecían bajarle las estrellas. Después de todo, lo que más les atraía a las elfas era un hombre con poder y masculinidad. Sin embargo ella no era así y los había rechazado educadamente a todos y cada uno de ellos. Aunque Cirdan despertaba algo en ella, un deseo que se asentaba en su estómago y bajaba hasta su vientre, era una sensación extraña, pero cálida.

–Perdón– murmuró después de un momento. Cirdan ahora si que estaba confundido.

–¿Por qué te disculpas? –no sabía sus razones, pero tenía una idea de porque lucía tan avergonzada. Estaba roja como las fresas.

Imperium I: Entre lágrimas y verdades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora