10. Sweet disposition.

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Elsa.

—¡Sabía que ibas a escribir algo! —aparté el celular de mi oreja por el grito de Isabela.

—Escribir tres párrafos no es un gran avance —hablé acercando de nuevo el celular y tomando la taza de mi café—. No hay nada que celebrar.

—Oh vamos, todo lo que hagas respecto a tu historia es un avance, eso hay que celebrarlo —insistió Isabela.

—¿En qué momento cambiamos papeles? Se supone que yo soy la que debe ser positiva —me dirigí a la sala y me recosté sobre el sofá—. Devuélveme mi papel, ladrona.

—Tu humor ha cambiado desde que tomaste una semana de descanso, es el segundo día y estás peor que un ogro —fruncí mi ceño.

—¿Acabas de llamarme ogro? —indignada pregunté antes de tomar de mi café.

Lentamente estoy entrando en una locura sin salida, mi vida era el trabajo y estar fuera de casa, ahora estoy encerrada y recorriendo todos los programas de la televisión y series de las plataformas encontrando contenido mediocre.

—Eres una maldita gruñona, claro que eres un ogro. Deberías sentirte orgullosa porque hay una palabra que te describa a la perfección —Isabela respondió riéndose.

—¿Nunca te han dicho algo sobre respetar a tus mayores? —me relajé escuchándola agregando un tono divertido a mi pregunta.

—Algo así, espera ¿Quieres que te deje mi lugar en el autobús o te ayude a cruzar la calle?

—Consígueme un bastón, pronto comenzaré con problemas de equilibrio —mencioné y tomé otro trago de café— y así podré pegarte con él en la cabeza, como en esa película que siempre lloras del anciano y el niño con el perro que habla.

—Gracias, ahora por tu culpa estoy triste por recordar la película —ella ahogó un grito—. Hablando de películas ¿Gustas ir conmigo a ver una?

—¿No estabas triste? —le molesté.

—Duró 2 segundos mi tristeza. Ahora responde, necesito saberlo para comprar los boletos.

—Depende de la película... No estoy tan al corriente con películas —tomé de nuevo de mi café—. Lamento ser una amargada ¿Por qué no le pides que Anna o a Dolores que vayan contigo?

—Están ocupadas y quiero seguir pasando contigo, por eso no he invitado a nadie más —Isabela admitió—, pero entiendo que no quieras ir conmigo. Es tonto pedírtelo.

—Intentas hacerme sentir mal y te aseguro que eso no pasará —escuché su suspiro—. Agh, ¡Isabela!

—Elsa, por favor ¡Te compraré unas palomitas o algo! —ella insistió casi como si hiciera un berrinche.

—¡No lograrás comprarme!

(...)

—¿Spiderman? ¿En serio? —miré los boletos y después Isabela se acercó a mí con la charola llena de refresco, palomitas y nachos.

—¿Demasiado mayor una película así? —ella bromeó.

—Creí que entraríamos a una de terror, no pensaba en Spiderman. Miré la película con Anna cuando salió, tengo vagos recuerdos de la primer entrega —ignoré su pregunta y hablé acercándome a ella—. Solo me sorprendió tu elección de película.

—Las investigué, pero no son realmente buenas. ¿Qué te parece si hacemos un maratón de terror?

—¿Esperas que arme algún plan para eso? —cuestioné arqueando mi ceja.

Angel |Elsabela|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora