16. Pelea o huye.

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Elsa.

—Tu nunca fumas —mencionó Cassandra saliendo por la puerta trasera del bar—. Ah no ser que estés realmente ansiosa o que algo muy malo esté pasando. ¿Qué ocurre?

—¿Por qué piensas que algo pasa? —insinué tomando otra calada del cigarro.

—Porque estás fumando, es simple —se puso a mi lado. Saboreé el humo en mi boca soltándolo junto a un suspiro.

—Me conoces bien, jamás fumaría por gusto —murmuré.

—Llevamos... ¿Cuántos años de conocernos? ¿Seis años? He pasado una gran cantidad de tiempo contigo como para conocerte bien —Cass me dió un ligero codazo en mi hombro.

—Eso tiene sentido —volví a inhalar del cigarro y en seguida lo saqué— ¿Recuerdas la noche en que te dije que me gustaba Isabela? —ella asintió—. Me tomé el tiempo para reflexionarlo y después de un tiempo se lo dije, le dije que me gusta.

—Déjame adivinar, ¿ella no te respondió? —apreté mis labios.

—Respondió después... Cometí un error y fue presionarla. Creo que no debí haber sido tan insistente, tenía que dejar que ella procesara todo. Además, lo dije en un momento complicado para ella —tomé del cigarro—. Solo sé que ella si quiere algo conmigo, pero no está lista para eso.

—Y le diste tiempo —asentí bajando la mirada—. Oye no hay razón para estar triste ¿Sabes?

—No estoy triste, me siento culpable... Estoy pensativa porque mi mente me está diciendo a gritos que deje de ilusionarme y siga con lo que tenía, que no vale la pena seguir en esto...

Apreté mis ojos tirando el cigarro al suelo. Escuché que Cass lo pisó con su pie y pasó su brazo por mis hombros en un intento de consolarme.

—¿Si sabes que solo son simples pensamientos? No intentes autosabotearte —Cass murmuró.

—Es difícil. Se lo dije a ella, me consume la idea de que ambas podemos estar juntas, me ilusiono tanto con ella que mi cerebro lo estropea todo pensando que debería darme por vencida con Isabela... Siento que estoy enloqueciendo poco a poco...

Pasé mis manos a mi cabello y reprimí algunas lágrimas.

—Parece que se alejó de mi o se cansó... Eso es lo que pienso —mi voz empezó a quebrarse—. Pensé que podíamos seguir hablando normal, pero creo que se incomodó, quiero decir, ya no hablamos como antes, y cuando nos encontramos en la biblioteca yo le saludo y ella no responde... —tragué saliva ejerciendo presión en mi cabeza.

—Bien, escu-

Fuimos interrumpidas por los gritos, al parecer lo que era una noche tranquila en el bar se convirtió en una velada ocupada.

—¡Chicas! ¡Lo siento, pero necesitamos algunas manos acá! —Rapunzel nos gritó desde el interior del bar.

—Gracias, por escucharme —me aparté de Cass acomodando mi delantal y mi cabello.

—¿Qué te parece si te acompaño a tu casa después del trabajo? Hablaremos con más calma —abrí la puerta trasera—. Claro, si quieres.

—¿Por qué quieres ayudarme? No creo merecer mucho apoyo ¿Sabes? — Ante todo, reconozco que cargo con el peso de mis acciones, no se me hace justo que Cass intente llevar una parte de ellos ayudándome.

—Como dije, te conozco y sé que necesitas desahogarte con alguien —ella me siguió.

Cass no estaba equivocada, no tengo a nadie más con quien pueda hablar de esto. Anna me cuestionará y para nada del mundo ella aprobaría algo así y con Tad... Bueno, las cosas son aún complicadas.

Angel |Elsabela|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora