12. Locamente enamorada.

327 29 50
                                    

Isabela.

—¿¡Puedes callarte!? ¡Voy a lanzarte éste zapato a la cabeza si no dejas de repetir esa maldita canción! —miré a Mirabel desde el espejo, ella tenía una bota en su mano y estaba apuntando directo a mí.

—Jamás te enseñé a ser tan violenta, Mirabel —me giré a verla—. Lo siento, dejaré de cantar.

—Entiendo que a veces las personas pueden obsesionarse con algo, yo lo he hecho, pero no quiere decir que tengas que estar cantando la misma canción ¡Durante tres días!

—Woah... ¿Tanto? —me levanté del tocador y acomodé mi lado de la cama.

—No pienses en acostarte, si quieres dormir deberás contarme por qué rayos estás tan extraña —Mirabel se acostó atravesando la cama.

—¿Por qué debo contarlo? Si no quiero no estoy obligada —la aventé hacia el otro lado de la cama y me recosté sobre el mío—. Te recuerdo que estás de paso en este lugar.

—Sí, pero si yo no hubiera venido tendrías que compartir cama con mamá o la abuela, agradéceme éste acto de solidaridad —Mirabel comentó y resignada se acostó a mi lado.

—Gracias —admití mirándola—, sin ti tendría que soportar a las sofocantes preguntas de mi abuela. Detesto cuando llegan de imprevisto.

Tanto mi abuela como mi madre llegaron a nuestro departamento por sorpresa con la excusa de saber nuestro estado, aunque la realidad es porque realizarán algunas compras en tiendas que no tenemos en nuestra ciudad.

—¿Y bien? —Mirabel preguntó girando su cuerpo para verme— ¿Me dirás por qué estás extraña?

Suspiré mirando al techo. Una semana ha pasado desde que Elsa y yo salimos visitando el festival y desde ese momento mis días fueron enteramente diferentes. Y cuando digo que son diferentes son en verdad distintos.

Antes nuestros mensajes solo eran por una costumbre y ahora lo siento más como una necesidad. No estoy bien cuando no hablo con ella, cuando pasa el medio día y ella solo ha mandado un "buenos días".

Jamás sentí esto, y tan solo recordar lo cercanas que estuvimos ese día; sus manos guiar los movimientos de mi cuerpo, su mirada fija en mi me intimidaba, ella ocasionaba un gran lío dentro de mí y admito que últimamente me ha vuelto loca.

—¿Es un problema? Puedo ayudarte —Mirabel sacudió mi cuerpo. Quién sabe cuánto tiempo ha estado hablando.

—Creo que estoy enamorada —susurré antes de soltar un suspiro y cubrir mi rostro con mi antebrazo.

—¿Enamorada? ¿Dijiste eso o lo imaginé? —preguntó Mirabel.

—Yo dije eso —aclaré—. No sé cómo sentirme, solo sé que estoy rara... Y siento que nada funciona, pero cuando estoy con... —mordí mi labio reprimiendo una sonrisa— con Elsa, todo cuadra y tiene sentido...

—¿¡Els-

De inmediato tapé su boca evitando que ella gritara su nombre. Habría sido horrible si mi abuela o mi madre escucharán y empezaran a preguntar, obviamente no podría responder con claridad y rápidamente sospecharían.

—¡Cállate! —dije en bajo—. Sí, creo que estoy enamorada de Elsa.

Mirabel parpadeó repetidas veces por mi acción repentina. Es una tonta, piensa que las paredes no transmiten ruido.

—¿Puedo retirar mi mano sin que vayas a gritar? —ella asintió y yo alejé lentamente mi mano de su boca.

—¿Te enamoraste de Elsa? ¿Cuándo pasó? ¿En dónde pasó? Dios mío, pero si ella es mayor y tiene novio y a ti ni siquiera la mosca te ha querido y... —ella habló con velocidad—. Carajo, te gusta Elsa. Te gusta —al final una sonrisa apareció en sus labios y me aventó a abrazarme.

Angel |Elsabela|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora