Las adopciones son algo más común cada día, y todas tienen una historia muy diferente a la anterior. Este es el caso de Jude, un niño que fue adoptado a la edad de 6 años, y así ganó, no solo un padre y un gran apellido, sino también, una hermana...
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Aquella tarde soleada y llena de alegría, David se encontraba caminando con Abigail, puesto que este la había invitado a un lugar "sorpresa".
- Pues como te dije una vez, yo era tremenda, me encantaba escabullirme para trepar a los árboles de duraznos y tomar todos los que cabían en mis bolsillo, luego subía con mi mochila y al día siguiente mis cuadernos estaban llenos de ramitas _narra ella, con las lindas memorias en su mente_ Aunque también lo hacía para esconderme de mi madre cuando se enojaba _finaliza la respuesta a lo que el ojinaranja le había consultado: "¿como fue tu infancia?"
- ¿Y como fue que dejaste de hacerlo? _pregunta Samford.
- Un día encontré una oruga en mi libreta, grite tanto que casi dejo sorda a mi maestra, y digamos que el miedo me impide volver a subirme a un árbol desde entonces _admite a lo que ambos rien_ ¿Y que hay de tí?
- ¿De mí? _repite confundido.
- Ya se, déjame adivinar, el niño cuya vida fue servida en bandeja de plata ¿O no? _consulta rodando los ojos y riendo levemente.
- De niño... _susurra, hacia mucho que no pensaba en su niñez_ vaya, la verdad no me enorgullece pero era un mimado, quería que se cumplieran todos mis caprichos y mis padres no ayudaban mucho que digamos. Me compraban todo lo que les pedía.
- Y dicen que no todos los ricos son iguales _responde tras una leve risa.
- No es el caso, al crecer mi padre acepto que me estaba convirtiendo en un patán, y me ayudó a enmendar mi camino _afirma orgulloso.
- ¿Te enseño normas sociales o algo así? _pregunta confundida por aquello.
- No, me tiró de las orejas hasta que deje de portarme mal _admite con el recuerdo en su mente.
Abigail, como cualquier ser humano, estalló en risas ante aquella oración.
Pero aquello se detuvo cuando ambos se encontraban en las puertas de la prestigiosa Royal Academy.
- Woow... ¿y este era el lugar sorpresa? _pregunta la ojiazul.
- Así es, venga, quiero presentarte a unas personas _afirma David mientras ingresan.
Abigail parecía niña en jugueteria, mientras más veía, más se interesaba por aquel lugar, su ignorancia sobre el pomposo estilo de vida que podían llevar algunas personas, la emocionaba muchísimo.
- Puertas automáticas, solo las había visto en películas futuristas _habla mientras pisa la entrada y logra ver el salón de clases, aunque vacío ya que todos se encontraban en sus clubes de la tarde_ Pizarrones eléctricos... déjame escribir algo, por favor _suplica.
David río con ternura al verla, por lo que asintió, le dio las indicaciones de cómo usarlo y dejó que se divirtiera un rato.
- Hay muchas cosas que ver, no es por presumir pero La Royal Academy es la Academia más moderna y avanzada en todos los ámbitos, del país entero _afirma orgulloso.
