Nunca Quise Bailar

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Luego de una serie de sucesos desafortunados y un largo período de tiempo vagando por el Valle de Zion, Alicia, una valiente Ranger de la República de Nueva California, y Maximilian, un intrépido Centurión de la Legión de César, habían encontrado una extraña cabaña. Estaban agotados y necesitaban un respiro de su constante lucha por sobrevivir en ese terreno hostil. Al adentrarse en la cabaña, se sorprendieron al descubrir un tocadiscos que parecía funcionar.

Alicia sonrió con entusiasmo mientras observaba el viejo aparato. "¡Mira esto, Max! ¡Un tocadiscos! ¿Recuerdas cómo solíamos disfrutar de la música antes de que todo esto comenzara?"

Maximilian se acercó con curiosidad, estudiando el tocadiscos con atención. "Sí, solíamos. Pero eso fue hace mucho tiempo. ¿Crees que aún funcione?"

Alicia dio unos golpecitos al tocadiscos, tratando de quitarle el polvo acumulado. "Solo hay una forma de averiguarlo. ¿Por qué no lo probamos?"

Maximilian asintió con una sonrisa. A pesar de su duro exterior, siempre había sentido una profunda admiración por Alicia y la valentía que demostraba como Ranger. Era difícil para él imaginar cómo alguien tan fuerte y decidida podía encontrar algo especial en un centurión de la Legión.

Alicia encontró un viejo disco y lo colocó con cuidado en el tocadiscos. El sonido del vinilo crujiendo llenó la habitación y, para su sorpresa, la música comenzó a reproducirse. Una melodía suave y nostálgica llenó el aire, invitando a bailar.

Alicia extendió la mano hacia Maximilian con una mirada traviesa en sus ojos. "¿Qué dices, Max? ¿Te gustaría bailar?"

Maximilian sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras miraba la mano extendida de Alicia. Por un momento, el temor y la inseguridad se apoderaron de él. No era un hombre acostumbrado a bailar, y mucho menos con alguien como Alicia. Sin embargo, algo en su interior le decía que no podía dejar pasar esta oportunidad.

Tragando saliva y tratando de ocultar su nerviosismo, Maximilian tomó la mano de Alicia con determinación. "Está bien, Alicia. No sé bailar muy bien, pero estoy dispuesto a intentarlo si eso es lo que quieres."

Alicia sonrió cálidamente y comenzó a moverse al ritmo de la música, arrastrando a Max con ella. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía, como si hubieran bailado juntos toda su vida. El miedo y la inseguridad de Max comenzaron a desvanecerse mientras se dejaba llevar por el ritmo.

"Max, lo estás haciendo genial", susurró Alicia mientras lo miraba a los ojos. "No tienes que preocuparte por nada. Solo déjate llevar y disfruta el momento."

Maximilian se sintió cautivado por la mirada de Alicia y por la confianza que transmitía. Sus pasos se volvieron más seguros,

y pronto se encontró disfrutando de cada movimiento y cada giro. Juntos, crearon su propia danza en medio de la cabaña, dejando atrás las preocupaciones y las diferencias que los habían separado en el pasado.

Mientras bailaban, Alicia y Maximilian se dieron cuenta de que había algo más que amistad entre ellos. Había una conexión especial, una chispa que trascendía las circunstancias que los rodeaban. El Valle de Zion se convirtió en un escenario mágico en el que dos almas heridas encontraron consuelo y alegría el uno en el otro.

Después de un rato, la música comenzó a desvanecerse y el tocadiscos se detuvo. Alicia y Maximilian se detuvieron, respirando agitados pero con sonrisas en sus rostros. Se miraron el uno al otro, sabiendo que habían compartido un momento especial que nunca olvidarían.

Maximilian tomó la mano de Alicia y la apretó suavemente. "Gracias, Alicia. No sabes cuánto significó este baile para mí. Me alegra haber compartido este momento contigo."

Alicia sonrió y se acercó para darle un suave beso en la mejilla. "El placer fue todo mío, Max. Nunca pensé que encontraría un amigo tan especial en medio de todo este caos. Y quién sabe, tal vez podamos seguir bailando en el futuro."

Maximilian sintió su corazón latir con fuerza en el pecho mientras contemplaba a Alicia. Sabía que el futuro era incierto y que su camino los llevaría a diferentes destinos, pero estaba decidido a aprovechar cada momento que tuvieran juntos.

Así, en la cabaña del Valle de Zion, Alicia y Maximilian encontraron una tregua en su guerra personal y descubrieron algo más profundo que una simple amistad. Su baile en medio de la adversidad les recordó que, incluso en los tiempos más oscuros, el amor y la conexión humana podían florecer. Y con esa chispa en sus corazones, se prepararon para enfrentar los desafíos que les esperaban, juntos y con la esperanza de que, algún día, podrían bailar nuevamente bajo un cielo más amable.

¡Por la República no pises al!... ¿César? (Reeditando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora