Extra 01

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13 octubre - año 730

—Buenos días, joven Leonard —

Abro mis ojos con pereza ante ese llamado y descubro a la señora Alice correr las cortinas para que la luz del sol se cuele por la ventana.

—Es aún temprano — me tapó con las cobijas — déjame dormir un poco más.

—El maestro lo está esperando para su tutoría, así que debe vestirse de inmediato — hace una pausa y continua hablando — su padre me ha pedido que lo vigilé en su ausencia.

Bufo molesto, me levanto de la cama para darme una ducha y vestirme con rapidez, pues mi tutor odia la impuntualidad y se supone que un príncipe jamás debe llegar tarde a cualquier sitio.

Entro al cuarto de baño. Luego del aseo, me visto con una camisa blanca y un pantalón beige. Peino mi cabello hacia atrás, abrochó y ato mis zapatos perfectamente pulidos por mis doncellas muy temprano en la mañana.

Salgo de la alcoba y voy al primer piso, dónde se encuentra el salón de tutorías.

—Retrasado, príncipe Leonard — resita el señor Lewis.

—Sugiero que para que esto no vuelva a pasar, llegué usted un poco más tarde mañana. — digo de pie en la entrada — así no abría problemas.

—Estas son clases para formarlo como un exelente monarca, no como un bufón de la corte — dice con el ceño fruncido.

—Entendido — contesto con ironía, mientras camino a tomar mi lugar.

—Bien, iniciemos.

La clase da inicio.

Las horas transcurren y el señor Lewis no para de hablar. Me enseña a cómo debo pararme y hablar al dar un discurso. También ha cómo debo hacer un plan de guerra y estrategias. Aunque ya se mucho de eso último.

Al finalizar la clase el señor Lewis recoge sus materiales y sale de la habitación. Me levanto de mí lugar y camino al jardín, me siento un poco más relajado al no estar mi padre en el palacio.

Salgo al jardín y veo a mi madre a lo lejos, debajo de un árbol, justo donde está la mesa para tomar el té.

Tiene un libro en sus manos, está leyendo muy concentrada, su cabello castaño se mueve al compás del aire.

—Alteza — llama uno de los guardias y me giró a verlo — tiene una reunión con el concejo de guerra.

Asiento y suspiro.

Camino por los pasillos junto al guardia, llegamos y los guardias abren las grandes puertas. Entro y ya están ahí los miembros del concejo hablando entre ellos.

Todos me miran.

—alteza — saluda el duque perrat — que alegría que este aquí.

—No debemos perder mucho tiempo, debemos prepararnos para lo que viene — informa un hombre alto y castaño.

El Corazón Del Rey [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora