9 ➺ Letras Pequeñas

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Contenido sexual solo apto para mayores de edad.

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Para la millonésima vez que pasó, Jungkook ya sabía perfectamente que estaba actuando mal, el problema es que simplemente la adicción era más fuerte que él.

-Me preocupaste.

Jungkook estaba arrepentido.

-Lo siento, amor. Mi teléfono se descargó y no pude devolverte la llamada. Siento haberte preocupado.

El beso que le dio Layssa al llegar a casa no chasqueó como siempre lo hace. Sin embargo ella se veía realmente preocupada porque algo le hubiera pasado. De nuevo.

-¿Pero estás bien?

Dios, esta chica era un ángel, lo cuál hacía más difícil mentirle quién sabe cuantas veces después de haber despertado de nuevo en el apartamento del señor Kim.

Sus pezones todavía dolían de lo que el hombre le había hecho la noche anterior, aún así se apretaron contra el pecho del otro para darse un abrazo.

-Sí, estoy bien, tranquila. Estaba con Jimin -trató de arrullar acariciando sus cabellos rubios. Debía dejar de usar esa excusa.

Ella se despegó un poco para mirarlo a los ojos y luego lo soltó de un momento a otro. Decidió volver a sentarse en su escritorio colocándose sus gafas de estudio.

-Lo supuse, pero cuando quise asegurarme y no contestaste en toda la noche, creí que algo te había pasado. -Jungkook reprimió el impulso de fruncir su ceño. Layssa nunca era demasiado cariñosa en el sentido empalagoso de la palabra, por lo que siempre entendía la poco duración de sus abrazos, pero ella tampoco era fría sino más bien práctica y desinteresada. Hoy había algo en su cara que no podía descifrar. -No vuelvas a hacer eso.

-No lo haré, cariño.

¿Desde cuándo mentir se había vuelto tan fácil? Como Jungkook nunca había tenido la apremiante necesidad de hacerlo, no sabía que una mentira podía salir tan rápidamente de sus labios, al parecer lo único que le había faltado era práctica y una muy buena razón. El problema es que no estuvo seguro de cuál fue más mentira, cuando dijo que estaba en lo de Jimin o donde dijo que no volverá a salir de casa de noche para ir con el señor Kim.

Le asustaba pensar en cómo reaccionaría ella si se enterara algún día. No cree que sería del tipo que lloraría desconsolada, sería más bien del tipo que te manda a la mierda y se asegura de que la pagues. Pero aún si no llorara y sufriera de verdad, Jungkook no quería hacerle daño.

Layssa no era una mujer dramática, manipuladora ni mucho menos tonta.

Cuando ellos amanecieron al día siguiente, Layssa lo abrazó de una forma rara mientras todavía estaban en la cama. Es decir, lo apretó con mucha fuerza y luego lo soltó repentinamente y fue a darse una ducha.

No, definitivamente Layssa no era de las chicas que lloraban, ella era una de las que decidía agregar su propia x a la ecuación.

Jungkook no estaba seguro de qué significaba eso.

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La fecha de partida estaba cerca, Layssa terminaba sus últimos exámenes en la universidad y entregaba sus últimos proyectos, lo cual no le dejaba mucho tiempo ni para ella misma. Es por eso que una buena noche en que ellos coincidieron en casa a la misma hora, ella no la desperdició. Una cosa llevó a la otra y ellos terminaron teniendo sexo.

Y funcionó. Milagrosamente Jungkook se las arregló para tener una erección mientras su novia lo besaba y acariciaba. Casi había olvidado lo increíble que era estar con ella, su estrechez, su humedad y sus explícitos gemidos tan lindos. Para su suerte él se mantuvo duro y lo estaba haciendo bastante bien, al menos se estaba asegurando de hacerla gritar.

Pero él de pronto se asustó, pues cuando ella saltaba sobre su verga y todo parecía volver a la normalidad, era una sola voz la que se reproducía en su mente. Cuando ella tocó sus firmes pectorales, eran unas manos completamente diferentes las que se imaginaba tocando su cuerpo, y cuando ella gritó al correrse con su polla dentro, él no lo hizo justo después.

Había estado dolorosamente duro y sensible, lo que sirvió para hacer pensar a Layssa que todo estaba en orden, pero Jungkook sabía muy bien que estaba muy lejos de estarlo, que ahora era oficial y sumamente preocupante: esa erección no le pertenecía a ella; había sido tan ingenuo. Esa erección ahora necesitaba algo más, a alguien más que le hiciera llegar al final...

Fue por eso que gemir mientras claramente estaba pensando en alguien más, en un vibrador sacudiendo su ano, en una palma acariciando sus muslos y pezones y en una mirada sonriendo a su longitud, hizo que supiera que ya estaba perdido. No tiene idea de cómo le hizo para venirse al final de la noche.

Por supuesto que jamás permitió que Layssa se diera cuenta. Porque lo más alarmante del asunto no era la parte física, sino la que estaba más adentro, profundo en su mente, la que le hacía pensar que alguien diez mayor que él y de su mismo sexo era mucho mejor que su novia.

Sabía que debía, y había intentado varias veces dejar el hábito de visitar al diablo, pero mientras no hiciera nada definitivo, sus intentos no servirían de nada.

"¿Es un pecado correrse tan duro?"

"Ese es mi chico..."

Sus palabras no dejaban de rondar en su cabeza por más que quisiera.

"Creo que tú puedes complacer a cualquiera mejor de lo que crees"

"Descubrir lo que te gusta no es malo"

Ese hombre le jodió el cerebro, no había otra explicación.

Probablemente lo drogó con tal de condicionarlo a pensarlo en todo momento porque lo único que su cabeza podía reproducir era el sonido de su voz en su oído. No era jodido porque el señor Kim le hiciera venir con solo sus dedos como un virgen sin remedio o una puta necesitada, (con perdón de Dios), lo era, pero no tanto como su vehemente deseo de volver a escucharlo mientras se masturbaba en el baño a escondidas de su novia porque ella ya no hacía nada por él, sin poder dejar su droga más preciada; no tan perturbador como su irracional deseo homosexual de intercambiar la femenina mano de su novia por otra más capaz, más fuerte, más maravillosa y más masculina.

Porque Jungkook ya no iba a engañarse a sí mismo diciendo que lo que hacía no era homosexual independientemente de su orientación. Querer la mano de un hombre en su polla no podía ser más homosexual, punto, pero no tan aberrante como alguna vez escuchó a las amigas de la iglesia de su madre decir...

Él se había separado de la religión hace mucho, era simpatizante mas no devoto. Sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal, hacerlo era una cosa completamente diferente. Y Jungkook estaba seguro de que algo que se sentía tan bien no podía ser tan malo, ¿no? Porque lo prohibido siempre es lo más deseado.

Esto de no tener pensamientos incorrectos se había ido al carajo.

No le gustaban los pensamientos de su cabeza, tener pensamientos homosexuales era ya de por sí mortificante, pero cuando una vez imaginó que ese sexy vestido tan revelador se transformaba en un elegante traje color vino, Jungkook no pudo continuar jugando consigo mismo ni con ella. Era patético quedar en medio sin poder disfrutar de ninguna de las dos cosas sin remordimientos.

Debía acabar con esto de una buena vez.

Él no se metía con la gente gay ni sus prácticas, pero la infidelidad estaba muy por fuera de sus límites.

Jungkook podrá desear muchas cosas, pero ser infiel, nunca.

Jungkook no era mala persona.

Su madre le educó para ser tal vez no un buen religioso pero sí un buen ser humano. Y ella enseñó a su hijo que cuando se hace una promesa, hay que cumplirla. Él no podía ser como su padre.

Si su conciencia le molestaba por hacer lo correcto, significaba que debía hacerlo.


𝐘𝐞𝐬, 𝐒𝐢𝐫 [𝐓𝐚𝐞𝐤𝐨𝐨𝐤] +𝟏𝟖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora