Capítulo 7

17 3 0
                                    

Nunca fui una gran apasionada de los viajes largos, pero hasta este punto era necesario irnos los más lejos que podíamos. Y lo cierto es que ahora era cuando menos quería irme de Colorado para partir quien sabe a dónde. Aún no lo teníamos decidido, después de todo esto no se trataba de unas vacaciones familiares.

Una lástima.

Hacía apenas unas cuantas horas en las que nos habíamos alejado finalmente de casa. Y Mackenzie, quien conducía ahora con ropa limpia, apenas había respondido algunas de mis dudas. Varias dudas de hecho. Pero el ambiente era tan tenso que no me atrevía, de momento, a invadirla con preguntas. Además ella es quien está al mando del volante, no pienso arriesgarme a que en un ataque de estrés Mackenzie se le dé con chocar en plena carretera.

Para el momento en el que había vuelto a oscurecer, ya había empezado a preocuparme un poco. Habíamos pasado todo el sábado en la carretera, y ni siquiera sabíamos hacía donde estábamos llendo. Y apenas habíamos hecho un par de paradas en alguna estación de servicio para cargar gasolina e ir al baño, pero no mucho más que eso. Pero el cuerpo ya nos estaba comenzando a pasar factura, en especial a Max y a mí. Mientras que Mackenzie seguía concentrada al frente, Mason apenas se tomaba la molestia en hablar, por lo que si el estaba pasando un rato incómodo no había manera de saberlo.

—Quizas deberíamos buscar algún lugar para pasar la noche. Necesitas descansar Kenz.—noté la mirada de Mason a través del espejo retrovisor.—Al igual que Rory y Max.

Mackenzie seguía con la vista al frente, demasiado concentrada como para pensar en ceder ante la petición de mí mellizo.

—Si, porfavor. Dormir aquí no es muy cómodo, y creo que ya me duele el cuello.—se quejó Max.

Mi hermana me miró de reojo buscando una última opinión al respecto, y yo me limité a poner la mejor cara de cachorro mojado esperando a que finalmente acepte.

Mackenzie suspiró resignada. Mientras que yo reprimí una sonrisa de victoria, ya sabía lo que significaba un suspiro como ese.

—Bien.—acepto a regañadientes.— Pero primero necesito cargar gasolina para mañana, y además comprar algunas cosas.

—Por mí está bien.—me encogí de hombros.

—Pero que conste que mañana partiremos a primera hora y sin ninguna objeción.

—Como digas, mamá.—expreso Max con cansancio, sin darse cuenta del peso de sus palabras.

Mientras que mí hermano volvía a dormirse, el ambiente tenso había regresado. Definitivamente aún no era momento para bromear.

Para el momento en el que encontramos una estación de servicio, decidimos que Mason y Max deberían quedarse a cargar la gasolina mientras que Mackenzie y yo nos ocupabamos de comprar algo para cenar y todo lo necesario para partir a la mañana.

A pesar de que era tarde, nos sorprendió de igual forma que no hubiera nadie en la tienda más que la cajera. Pero las cosas eran mejor así, aún teníamos la sensación de estar cerca de casa, por ende, cualquier persona representaba una especie de acercamiento hacia la policía. Tenía la sensación de que cualquier persona que nos viera sabía lo que había sucedido, que sabían lo que yo había hecho.

Tan solo esperaba que esa sensación no durará para siempre, ¿pero era realmente posible encontrar la calma luego de haber matado a alguien?

Una parte de mí esperaba que si, pero otra sabía que quizás tendría que vivir con ello hasta el día en que muriera.

—¿Que tantas cosas compraste?— pregunte con el ceño fruncido al observar la bolsa que cargaba mí hermana. Si bien habíamos entrado juntas, yo me había encargado de pagar lo que sería nuestra cena. Nada muy extravagante más que café y sandwiches de pavo, por lo que al momento en el que llegamos a la caja, apenas le había prestado atención a las compras de mí hermana.

HellsfieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora